Antes del fin

Antes del fin no es un libro de memorias al uso, sino retazos de la vida de un hombre que se reconoce desmemoriado: “Nunca tuve buena memoria, siempre padecí esa desventaja”.

Sin embargo, al leerlo, uno tiene la sensación de que la mala memoria, en su caso, no es una desventaja, sino al contrario, una forma de recordar lo que en verdad ha tenido un significado profundo en su vida: la figura ambivalente de su padre, áspero y vulnerable, a un tiempo, y con el que ha quedado cosas fundamentales sin decirse; la imperfección de la vida cotidiana y la relatividad de las verdades, a diferencia de lo que sucede en la niñez; la importancia del periodo universitario en su formación humanista; el descubrimiento de los teoremas matemáticos, que “eran como majestuosas catedrales, bellas estatuas en medio de las derruidas torres de la adolescencia”; la lectura de los grandes clásicos de la literatura, que transformaron su vida, gracias a las verdades que atesoran; su vinculación al partido comunista, porque nunca soportó la injusticia social, y su posterior alejamiento del mismo, al conocer las purgas llevadas a cabo por Stalin; su afición a la pintura, en la que puede volcar, de modo inmediato, sus pavorosas visiones, sin la mediación de la palabra; la vida con Matilde, la mujer de su vida; su trabajo como investigador en el Laboratorio Curie de París, al mismo tiempo que trababa amistad con el grupo surrealista de André Breton; el cultivo de la literatura, que le permitió expresar sus obsesiones más recónditas e inexplicables; su cercanía a los artistas, que han sentido la necesidad de ofrecer un testimonio de su drama interior, como Van Gogh o Artaud; su confianza en la educación, que es lo más decisivo en el porvenir de un pueblo y que no se puede convertir de nuevo en un privilegio; su denuncia del terrorismo de estado en la dictadura de Videla, que provocó miles de desapariciones; sus críticas feroces al racionalismo, a la fe ciega en el desarrollo tecnológico, que se ha olvidado del hombre y ha acabado convirtiéndolo en víctima; etc.

Sus recuerdos se suceden, así, de una forma aleatoria, sin seguir un patrón definido, sólo el discurrir de la caprichosa memoria, y dirigidos a los jóvenes, advirtiéndoles del peligro en que nos encontramos e invitándoles a que se abran al mundo, a que sean solidarios y corresponsables con el dolor del que sufre, a que lleven a cabo “una rebelión de brazos caídos que derrumbe este modo de vivir donde los bancos han reemplazado a los templos”.

Estas palabras de Ernesto Sabato, escritas en 1999, parecen una profecía de lo que está ocurriendo en la actualidad, pues, en nombre de principios económicos incuestionables, se han adoptado medidas de austeridad, que están empobreciendo, cada vez más, a los ciudadanos.

El valor de la relectura

Hay libros que pierden cuando los relees y otros a los que les sucede justo lo contrario. Paradero desconocido pertenece a este segundo grupo.

La primera vez que lo leí, me interesó sobre todo su argumento: la historia de un alemán, que, después de haber vivido en Estados Unidos, durante varios años, regresa a su tierra natal, donde se convierte en un nazi acérrimo. Sin embargo, tuve la impresión de encontrarme ante una novela, o más bien un relato, sin desarrollar, pues los personajes evolucionan vertiginosamente, en especial, Martin; falta información sobre la Alemania nazi; se abusa de la elipsis, como recurso narrativo; y el final resulta demasiado abrupto.

Paradójicamente, en la relectura que he hecho para la sesión de nuestro club, los que consideré defectos se han convertido en virtudes. Evidentemente, al relato no le sobra nada; pero tampoco le falta. El ejercicio de síntesis que realiza Kressmann Taylor es sobresaliente, sin renunciar a los elementos que, a mi juicio, dan calidad a este género literario: la capacidad para generar intriga, que consigue dosificando la perspectiva de Martin sobre lo que sucede en Alemania, bien contrapunteada por Max; la complejidad de los dos personajes, que nos sorprenden con su comportamiento: el primero por su envilecimiento y el segundo por su actitud vengativa; las elipsis, que estimulan nuestra imaginación, obligándonos a reconstruir lo que no se dice; el final sorprendente, que nos descubre uno de los procedimientos más ominosos utilizados por los nazis para dar a entender el asesinato de los judíos; y el estilo preciso, sin la menor distracción retórica, que se ajusta, como anillo al dedo, a la historia terrible que se cuenta.

Si uno piensa, además, que Paradero desconocido se publicó por primera vez, en 1938, cuando aún no se había iniciado la segunda guerra mundial, pero se estaba incubando el nazismo, su valor aumenta, pues cabe interpretarlo como un mensaje de advertencia contra este peligro.

Sobre la pérdida de control y Alejandro Casona

Alejandro Casona, dramaturgo perteneciente a la Generación del 27, participó en numerosos proyectos culturales, entre los que se encuentran las Misiones Pedagógicas, patrocinadas por el Gobierno de la Segunda República Española (1931-1939) y que tenían como finalidad difundir la cultura general y la educación ciudadana, especialmente, entre la población rural.

Retablo jovial, el libro que estamos leyendo en clase de 4º de ESO, se inserta en este proyecto de las Misiones Pedagógicas, pues las cinco farsas que lo componen las escribió Casona para el Teatro del Pueblo, compañía ambulante, dirigida por él mismo, que llevó a cabo, durante cinco años, más de trescientas representaciones, en otros tantos pueblos de España.

Comenzamos, hace una semana, con “El mancebo que casó con mujer brava”, adaptación teatral de un cuento homónimo de El Conde Lucanor de Don Juan Manuel, donde un joven logra domeñar el fuerte carácter de su mujer, fingiendo, desde el principio, una agresividad desmedida.

Su lectura nos hizo reflexionar sobre dos cuestiones: la moraleja de la historia y el control de los impulsos.

Si una persona hace creer a la gente que es de una manera y después se comporta de otra, no se podrá confiar en ella. Esta es la enseñanza que nos trasmite la farsa y en cuya actualidad todos estuvimos de acuerdo.

Con respecto a la segunda cuestión, el mancebo consigue doblegar el carácter de su mujer, mediante el miedo. Sin embargo, esta forma de actuar es hoy día a todas luces inadmisible, porque estamos en una sociedad donde se respetan los derechos de las personas y se sanciona cualquier tipo de agresión contra su integridad física o moral.

Aplicándolo a la enseñanza, me pregunto y os pregunto qué recurso le queda a un profesor, aparte de la expulsión, cuando algunos alumnos, dejándose llevar por los impulsos, interrumpen o dificultan el normal desarrollo de la clase. Si les reconviene amistosamente, estos alumnos no suelen reaccionar, al contrario, persisten en su actitud negativa; si se dirige a ellos de modo enérgico, elevando el volumen de la voz, le reprochan que un profesor nunca debe perder el control y las buenas formas.