La poesía nos hace pensar

La poesía nos hace pensar, especialmente, pues se trata de un género literario donde las anécdotas y los sentimientos se concentran. Ayer lo pudimos comprobar en la clase de 4º de ESO A, al comentar dos poemas, representativos del modernismo: “Recuerdo infantil” de Antonio Machado y “Lo fatal” de Rubén Darío.

«RECUERDO INFANTIL

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco

truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.”

Este poema describe una escena infantil, probablemente vivida por el poeta, en la que un maestro autoritario enseña la tabla de multiplicar a los alumnos. Su lectura nos dio pie a preguntarnos sobre las diferencias y semejanzas entre el sistema educativo que existía en España, a finales del XIX, y el actual. Paradójicamente, la mayoría de los alumnos había conocido docentes parecidos al descrito en el poema, aunque, al mismo tiempo, ellos se sentían muy distantes de los colegiales sumisos a los que se refiere Machado. En cualquier caso, entendían que el clima de miedo y tristeza que se desprende de “Recuerdo infantil” había sido desterrado por completo de las aulas.

“LO FATAL

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!…»

En este segundo  poema, Rubén Darío reflexiona amargamente sobre la incertidumbre de la vida en contraste con la certeza de la muerte.

“Me ralla” fue la respuesta de una de las alumnas a mi pregunta sobre si se habían planteado en alguna ocasión estas cuestiones existenciales. Quería decir que no había pensado nunca en ellas, no que le molestaran o le resultaran pesadas.

La conversación derivó hacia las creencias religiosas, pues la inquietud que siente el poeta por “no saber a dónde vamos ni de dónde venimos”, no debería experimentarla, al menos teóricamente, un creyente, salvo que tenga dudas sobre la existencia de Dios, o sobre la vida eterna, como Miguel de Unamuno. Sin embargo, la forma de vivir la religiosidad de los alumnos es muy diferente a la del escritor vasco. Y por otra parte, tampoco aceptan las respuestas que da la religión a estas cuestiones, como la que se encuentra en el Génesis de que Dios creó al hombre a su imagen, pues su confianza en la ciencia, que niega este tipo de respuestas inverosímiles, es cada vez mayor.

En ese momento, sonó el timbre indicando el final de la clase y, aunque seguimos conversando, durante unos minutos, quedaron en el aire algunas interrogantes, como la postura de los ateos y agnósticos, a los que probablemente se sentiría cercano Rubén Darío, así como la posición concreta de cada alumno ante lo que plantean los dos poemas.

Ahora que viene un periodo de descanso muy relacionado con la religión y que en Córdoba se vive con especial intensidad, podríamos releerlos y escribir sobre el contenido de los mismos.

11 pensamientos en “La poesía nos hace pensar

  1. Opinión sobre el primer poema.
    Para mí la enseñanza del siglo XIX no tiene ni punto de comparación con la actual, porque en el pasado los profesores eran muy estrictos con los alumnos, claro ejemplo es el maestro del poema de Antonio Machado y, además, tenían la autoridad para pegar a los alumnos, así que ir al colegio era un sufrimiento para los niños. Si lo comparamos con la actualidad, los profesores son menos severos y se aprenden muchísimo mejor las cosas. Yo, por ejemplo, nunca me he encontrado a profesores como estos y espero que nunca los encuentre.

    Opinión sobre el segundo poema.

    Yo no quiero pensar mucho hacia dónde iremos y sobre todo pensar en la muerte, porque esos temas son muy tristes y, cuando se te meten en la cabeza, no puedes dejar de pensar en ellos. Lo mejor ahora es pensar en el presente y, cuando seamos más mayores, tendremos tiempo de pensar en esas cosas.

  2. Mi opinión sobre el primer poema.
    Desde mi punto de vista, para los alumnos del siglo XIX, la enseñanza era algo estricta, y, por llamarlo de algún modo, también había maltrato del profesorado hacia ellos.
    Antiguamente, las clases eran muy diferentes a las de ahora, ya que el profesor tenía la autoridad para golpear a sus alumnos, para estos, recibir clases era un sufrimiento tremendo.
    Ahora, en la época en la que nos encontramos, cuando se imparten las clases, se suelen hacer lo más amenas posible, para que los alumnos no se aburran y se interesen por el tema del que se está tratando. El profesorado jamás golpea a sus alumnos, sólo los manda callar para que se pueda dar la clase y nada más.

    Mi opinión sobre el segundo poema.
    La verdad es que a mí no me gusta especialmente hablar de esos temas relacionados con la muerte, ya que algunas veces me paro a pensar y se me echa el mundo encima. Es mejor no pensar en los momentos que vivimos, ya que todavía somos muy jóvenes y en lo que de verdad hay que pensar ahora mismo, es en que tenemos toda una vida por delante y en que hay que vivirla al máximo, ya que como dicen: «La vida son dos días», la vida es muy corta, pero hay que disfrutarla, ya que para eso hemos nacido, y no para pensar en cuando te vas a morir, ya que, si te vas a parar a pensar en eso, no vas a llevar tu vida ni nada.

  3. Mi opinión sobre el primer poema es que la enseñanza del siglo XIX era muy estricta y con castigos que ahora en estos tiempos no se verían adecuados; pero en realidad nos comportaríamos mejor si, en vez de echarnos de clase o ponernos un negativo nos castigaran como antes, como por ejemplo golpeándonos con la regla o humillándonos delante de toda la clase, aunque no nos gustaría y a mí el primero. Espero no encontrarme con ningún profesor como los de antes, porque es más difícil aprender y aprobar con gente así.

    Mi opinión sobre el segundo poema es que yo muchas veces me he parado a pensar qué habrá después de la muerte, ¿otra vida?, ¿un espíritu sin rumbo?, ¿el cielo?, ¿nada?. La verdad es que, si te paras a pensar, le das muchas vueltas a la cabeza y no paras, por eso, es mejor no pensar en que pasará, porque nadie lo sabe, y lo mejor es vivir el día a día y no pensar en cosas de esas, y pensar que, cuando te mueras, no habrá nada más, solo un cuerpo sin vida.

  4. Pues yo opino que antes la enseñanza era más dura y los profesores más autoritarios con respecto al día de hoy; antiguamente todo era más repetitivo, como en el poema que se ve que repiten continuamente la tabla de multiplicar; en la actualidad, se dan los temarios y hasta el año siguiente no se vuelven a ver. Antes, se respetaba más a los profesores y había más educación, aunque también los profesores eran más severos; a día de hoy, se tiene menos respeto a los profesores y hay peor comportamiento, pero también hay más posibilidades de estudiar y las materias son más fáciles.

    Respecto al otro poema, yo pienso muchas veces en eso de a dónde iremos y de dónde venimos; pero cuando lo pienso, como ya sé que eso no lo puedo saber hasta que me ocurra o hasta que se descubra, pues paso del tema, ya tendremos tiempo de pensar eso, cuando seamos ya mayores.

  5. -Sobre el primer poema:

    Yo pienso que la enseñanza en el siglo XIX ha cambiado totalmente con respecto a ahora. No tiene nada que ver, ya que los profesores en aquella época eran más estrictos a la hora de educar, aparte tenían autoridad para pegar a los alumnos y las clases eran más severas. Mi opinión es que ningún profesor tiene derecho a ponerle la mano encima a un alumno, ni ahora ni antes, no lo veo bien, ni tampoco veo bien que unos padres dieran consentimiento a este para hacerlo.

    Por ejemplo, yo nunca me he encontrado con este tipo de profesores, pero sí conozco personas muy cercanas a mí que han pasado por esto y sé que hoy en día no lo consentirían ni ellos ni sus padres.

    -Sobre el segundo poema:

    Pues no suelo pensar en dónde venimos, ni hacia dónde vamos, ya que no me gusta hablar de estos temas, porque cada vez que lo pienso me como la cabeza y entonces me rayo y, así, no disfrutas nada de la vida. Prefiero vivir el día a día y lo que tenga que pasar en un futuro que pase y ya está.

  6. Mi opinión sobre el poema del recuerdo infantil es que siempre ha habido maestros autoritarios, que chillan cuando no se hace algo bien, porque aún no has aprendido a hacerlo o algo por el estilo. Siempre que he visto profesores así, suelen ser muy odiados por los alumnos, ya que no suelen escuchar en la mayoría de los casos cuando te recriminan algo y el alumno se defiende explicando lo que ha ocurrido. A mí personalmente me ha pasado más de una vez.

    Mi opinión sobre el segundo poema:

    Me parece que este poema expresa de una forma bastante elocuente el sentimiento humano ante la muerte y el miedo que muchos sentimos ante esta. Es una bella manera de mostrar la inseguridad que se siente por el mañana, sin saber que sucederá tras nuestra muerte, y de mostrar cómo, pese a todo intento de impedirlo, los seres vivos envejecemos, y los humanos somos conscientes de ello y estamos condenados a ver cómo poco a poco nos debilitamos acercándonos sin más dilación hacia la muerte. Estoy seguro de que aquellos que tienen una creencia en la vida después de la muerte no se sentirán tan abrumados, como yo ante las preguntas vitales, como el porqué de nuestra existencia y lo que sucede tras la muerte, pero hay una cosa en claro y es que ateo, agnostico o creyente todos nos vemos condenados a envejecer y morir sin remedio.

  7. El sistema educativo del siglo XIX no tiene nada que ver con el actual, debido a que en el del siglo XIX los profesores eran muy estrictos con los alumnos, porque, si se portaban mal, se peleaban, no hacían las tareas, etc… les pegaban con la regla en la manos y ahora pues solamente les dicen que se callen o los echan a la calle y nada más.
    En mi etapa infantil no he tenido ningún profesor de este tipo.

    Referente al otro poema, yo soy religioso pero no muy creyente, por lo que pensar ahora tan joven en qué hay después de la muerte, pues, sinceramente, ni me va ni me viene, cuando ya muramos ya sabremos lo que hay después.

  8. Sobre el poema de Antonio Machado “Recuerdo infantil”, creo que en la actualidad ha cambiado mucho el modo de ver la enseñanza en nuestras aulas. Primeramente, los profesores en el siglo XIX eran más estrictos, más duros en dar o explicar la teoría, tenían autoridad para hacer en sus clases lo que quisieran, por ejemplo, antes se le pegaba a un alumno y los padres decían «algo malo habrás hecho«. Ahora, un profesor le pega a un alumno, y lo primero que hacen es denunciar al profesor. Los profesores eran más serios que los de la actualidad; también han cambiado mucho los alumnos, pues antes a ningún alumno se le ocurría ni se le pasaba por la cabeza contestarle a un profesor; yo no lo veo ahora bien, más bien lo que veo es falta de respeto, pero hay chicos y chicas que lo hacen. Igual que ha cambiado la educación, ha cambiado la actitud y el comportamiento. Ahora ningún alumno teme a ningún profesor, porque sabe perfectamente que él no le puede hacer nada, si se equivoca o se porta mal; pero antiguamente en la educación, si te portabas mal o te equivocabas o hacías algo incorrecto en clase, te castigaban por las tardes, o te ponían un duro castigo, o simplemente te pegaban.

    También quiero decir que yo en el colegio tuve un profesor que, cuando hacíamos la fila para salir al recreo, un niño y una niña se fueron corrieron y ,al volver del recreo, el profesor los sacó de la fila, los puso enfrente de nosotros apoyados en la pared y les dio un estirón de pelos. A otro niño, que era más bien un “gamberrillo”, una vez le tiró una silla por tocar la flauta, cuando estábamos leyendo el libro de texto. Quitando a ese profesor, los demás que he tenido han sido muy buenos, simpáticos y se me hacían unas clases muy amenas.

    Sobre el poema de Rubén Darío “Lo fatal”, no sé muy bien qué opinar. Primeramente, no me gusta pensar que hoy, mañana o pasado, o algún día voy a morir. Sé que todo llega a su fin, que todo tiene su límite y su final, per no quiero pensar mucho en ese día, prefiero pensar en mi presente, ser feliz, reír, disfrutar al máximo.

    Centrándonos un poco en el poema, por ejemplo, en el tema de si hay algo después de la muerte, pues no lo sé, pero, si tuviéramos la certeza de que no hay nada después de la muerte, estoy segura de que nuestra vida sería un poco más triste, sin esperanza, sin ilusión, en una palabra, desoladora,. Después de una vida, para unos larga, para otros corta, feliz o llena de pena; después de una vida llena de felicidad, por lo menos a mi 17 años de edad, teniendo todo lo que necesito, mi familia, mi novio, mis amigas/os, que con todos comparto un mundo de alegrías, teniendo eso, sin quejarme de nada, porque lo veo todo perfecto, no me gustaría pensar que solo seré polvo, cenizas, o un montón de huesos abandonados…

  9. Antes de nada quiero aclarar que la expresión «me ralla», con la que se refería mi compañera respecto al poema de Rubén Darío, no era que no había pensado nunca en ellas, sino que le perturbaba el pensar en ese hecho, en la idea de lo que habrá «más allá».

    Respecto al primer poema de Antonio Machado, coincido con mis compañeros en que la educación ha cambiado a mejor en los últimos años. No me refiero al sistema educativo, cuidado, me refiero al trato profesor-alumno. Pero no voy a guiar mi opinión sobre este poema por ese tema. Prefiero decantarme más por lo que siento al leerlo, que de hecho no va muy desencaminado respecto al titulo del poema. La sensación que me da cuando lo leo es como si yo mismo me encontrara en esa clase, con ese día gris, ese profesor repetitivo, estricto y monótono y ese sentimiento de tristeza y nostalgia.

    En cambio, cuando leo el poema de Rubén Darío me estremezco. Se me pone «la piel de gallina» al leerlo y meditar sobre ese tema: ¿Dónde iremos cuando muramos?, o ¿de dónde vinimos antes de nacer?.
    Digamos que también me «ralla» como dijo mi compañera, pero, ¿y a quién no?.

  10. En mi opinión, por una parte, los compañeros tienen razón con lo de que no hay ni punto de comparación con la educación que se daba en el siglo XIX con la de la actualidad; pero, por otro parte, también es cierto que ahora no siguen sucediendo esos casos de máxima autoridad, aunque sí hace unos años, cuando nuestros padres estaban en la escuela, esa escena en la que, si un alumno se portaba mal, el profesor hacía que el alumno pusiera las dos manos para que el profesor pudiera atizarle con la regla, o también le tiraba de las patillas, o simplemente de las orejas, el caso era ocasionarle dolor al alumno para que aprendiera. Lo peor de todo aquello era que, cuando el alumno llegaba a casa y le contaba todo a sus padres, y estos le daban la razón al profesor, así que los padres ignoraban al hijo y encima de todo, le regañaban y le pegaban.

    En la actualidad, ya no se encuentran estos casos extremos de castigos con violencia, pero sí se encuentran casos de profesores demasiado autoritarios que no te permiten hacer nada, menos mal que hasta ahora y espero que lo que me quede de estudios no me ha tocado ningún profesor así.

    Sobre el segundo poema:

    Me alegra mucho que el profesor nos haga estas preguntas, ya que me gusta preguntarme sobre la existencia, sobre la vida, sobre el «más allá» y estas cosas, la verdad, es que no sé por qué me gustan, quizá porque hacer pensar.

    Bueno, para empezar, quiero dejar claro que soy ateo y, a pesar de serlo, no digo con certeza que no haya nada después de la muerte ni nada por el estilo, aunque en principio, esa es la teoría que más defiendo. Otro punto es el de cómo se creó el mundo y cómo se creó la vida, porque no creo que ese «Dios» lo creara, porque supuestamente Dios era Jesús, y Jesús nació en Belén, ¿y donde se encontraba Belén? Porque no creo que estuviera flotando en el aire, no sé mucho sobre la historia de Dios, así que me disculpo, si me he equivocado en algo de lo que he puesto.

    Y sobre la muerte, quiero decir que, cuando muramos, no vamos a sentir nada después del fallecimiento, no vamos a pensar nada, y no iremos a ningún cielo, ni a ningún infierno.

  11. Mi opinión sobre el primer tema:

    Yo no creo que la manera de enseñar a los alumnos del siglo XIX sea la correcta, ya que los alumnos pienso que debían sentir miedo al ir al instituto y no querrían ir a clase por miedo a los profesores o no entender lo que les explica y sufrir los castigos, poniéndome en su lugar. Yo creo que, cuando un profesor me castigara como hacían antiguamente, sentiría impotencia de que pudiera hacer lo que quisiera y no podría aprender a gusto.

    Mi opinión sobre el segundo tema:

    Pienso que nada de lo que dice la religión existe; que no hay un paraíso a donde iremos, cuando muramos seremos restos y nada más; que la religión dice eso para que la gente sea creyente de su religión, por eso, creo que debes vivir la vida lo mejor que puedo sin pensar en el final, porque es complicarte sin motivo ya que, hasta que no llegue el momento, no vas a saber lo que hay después de la vida, si de verdad continua o acaba para siempre.

    Estoy a favor de la teoría de la ciencia porque está comprobado que los hombres venimos de los monos, pero hemos ido evolucionando con el paso de la historia y hemos logrado ser superiores a ellos.No me suena muy convincente que dios creara a un hombre y de la costilla de ese hombre creara a la mujer.

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