Hoy ha aparecido en El PaÃs un reportaje titulado â??Soy de los que peganâ?, en el que dos estudiantes se reconocen como acosadores, que insultan, humillan y pegan, porque según ellos â??La vida es una cuestión de respeto y a veces se gana a hostias. Si te ven que eres el más achantao van a por ti.â?. Ambos, como el chico que nos ha enviado el correo anónimo, forman esa oscura franja de alumnos (en torno al 3 %) que generan la violencia en los centros de enseñanza.
También hoy, pero en El PaÃs Semanal, aparece una entrevista con el presentador de televisión, Jesús Vázquez, en la que declara que sufrió acoso escolar, en un colegio religioso de Madrid, cuando era niño: â??Fue brutalâ?¦Yo llevaba todas las papeletas. TenÃa acento gallegoâ?¦ Era gordo, con gafas de culo de vaso y pluma. Lo más suave que me decÃan era vaca gallega. También me pegaban, pero yo me encargaba de que no se enterara nadie. Hubiera sido añadir vergüenza a la vergüenza y miedo al miedo.â?
Como veis, son dos testimonios distintos: el de los acosadores, que justifican sus agresiones, y el del acosado, que oculta las agresiones recibidas por miedo. Muchos de vosotros en vuestras intervenciones habéis dicho que la única manera de entender el mal que causa un alumno acosador es ponerse en el lugar de la vÃctima y tenéis razón. Otros habéis propuesto el ojo por ojo y diente por diente, lo cual darÃa la razón a los que agraden. Y los menos os habéis situado en el punto de vista del acosador, para ayudarle a superar su problema, no para disculpar sus fechorÃas. Parece claro que los que insultan, humillan y pegan deben recibir su castigo, entre otras razones, para que sus vÃctimas no se sientan indefensas ante la agresión. Igualmente, es necesaria la ayuda psicológica y social, en primer lugar para los agredidos, con el fin de que superen el miedo; pero también la necesitan los agresores, como los alumnos del reportaje, para que tomen conciencia de que la vida es una cuestión de respeto, sÃ, pero un respeto que no se gana a golpes ni a pisotones, sino mediante la palabra y tratando a los demás como te gustarÃa que te trataran a ti.