Ayer pudimos leer en Público.es los resultados de un informe europeo, según el cual el 80% de los alumnos homosexuales se siente intimidado o amenazado en sus centros de enseñanza. El informe, con datos de veintiocho países, incluido España, es la mayor encuesta realizada hasta la fecha sobre el grado de discriminación que sufre este colectivo. El 66 % de los encuestados, desde bachilleres a universitarios, confiesa que oculta su orientación sexual, pues teme darse la mano en público por miedo a represalias de sus compañeros.
Estos resultados ponen de manifiesto que la homofobia está más extendida de lo que parece y, en consecuencia, las personas gays o lesbianas siguen estando discriminadas en la sociedad.
Hay un poema de Luis Cernuda que refleja, de forma muy clara, la tragedia del hombre que no puede expresar lo que siente:
“Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad
de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar
preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
por quien el día y la noche son para mi lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor
la única libertad que me exalta,
la única libertad porque muero.
Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.”
En efecto, Cernuda carece de libertad para poder expresar su amor homosexual, porque la sociedad no lo comprende o no está preparada para aceptarlo y, paradójicamente, este amor es el único que le hace sentirse libre. Resulta estremecedora la repetición en la primera parte del poema de la palabra “verdad”, es decir, del amor oculto que él desea que salga a la luz, aunque sabe que no es posible.
Han pasado casi cien años desde que se publicó el libro Los placeres prohibidos, al que pertenece el poema. Durante este tiempo, la opinión de la sociedad española sobre la homosexualidad ha ido cambiando para mejor, pues teóricamente admitimos que cada persona tiene derecho a vivir libremente su sexualidad; sin embargo, la realidad, según los resultados de la encuesta, demuestra lo contrario.
Paradójicamente, la asignatura “Educación para la ciudadanía”, que enseña a los alumnos los valores democráticos y constitucionales, entre los que se encuentra el respeto a las familias homosexuales, ha sido suprimida en la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad de la Enseñanza) aprobada esta semana en el Consejo de Ministros.