Qué extraordinario maridaje gastronómico-musical, ayer, miércoles, en el IES Gran Capitán, como homenaje a Jorge Luis Borges: un almuerzo evocador de la comida y la bebida argentina, preparado y servido por el alumnado y profesorado de la Escuela de Hostelería; y un concierto de Chico Herrera, con letras inspiradas en el libro Los seres imaginarios del escritor argentino.
En el Salón de Actos, lugar donde se desarrolló la actividad, nos esperaban, impecablemente vestidos, los alumnos y alumnas, encargados de acompañarnos a la mesa correspondiente. En la primera página del díptico, donde figura el menú, leemos la frase: “Si hay algo que no existe, es el olvido”, lo cual es una paradoja borgiana, porque incluso lo que se olvida no desaparece sino que queda alojado en el subconsciente.
Como homenaje a Buenos Aires, ciudad natal del escritor, nos sirvieron, en primer lugar, un cóctel, ”Daki Tereré”, que es una adaptación de la clásica bebida “Tereré”, elaborada con mate mezclado con sirope aromatizado de fino. A continuación, tres aperitivos, elegantemente presentados y exquisitos de sabor: Hummus, salpicón de huevas con espuma de mahonesa y tripas de bacalao en salsa verde con alcachofas. Después, merluza asada en su punto, acompañada de pisto, patatas risoladas y ajetes. Y por último, ravioli de rabo de toro con crema de patata y guiso de trigo y nabos, una combinación perfecta de sabor y melosidad.
Para acompañar estos platos, dos vinos argentinos: un blanco Altavista State Torrontés 2016, afrutado y con un punto de acidez, que lo hace diferente; y un tinto Altavista Classic Reserva Malbec 2014, equilibrado e intenso.
De postre, brownie de choco y nueces con coulis de fresa, salsa de chocolate y helado de stracciatella, acompañado de licor de amontillado, con un guiño al Toblerone, la famosa chocolatina de Suiza, país donde falleció Borges.
La segunda parte de la actividad la protagonizó el concierto de Chico Herrera; pero antes nuestra compañera Raquel Castro, coordinadora del ciclo de actividades en homenaje al escritor argentino, recordó que en el 2016 se cumplió el treinta aniversario de su muerte y en el 2017 se han cumplido sesenta años de la publicación de su libro Lo seres imaginarios. Igualmente, agradeció al profesorado y al alumnado del IES Gran Capitán, en particular al de la Escuela de Hostelería, la participación en este homenaje.
Chico Herrera es alto y delgado, y admirador de cantautores, como Pedro Guerra, Caetano Veloso y Silvio Rodríguez, cuyos ecos se aprecian en su forma de interpretar. Acompañado de la guitarra y con una voz suave y melodiosa, nos dio a conocer sus canciones, inspiradas en el universo mitológico de Borges.
Comenzó con “Haokah”, dedicada al dios del trueno entre los indios:
“Suena el tambor del trueno.
En este cielo gris.
encomiendan tu presencia,
danzan para ti.
Usas el aire para hacer
sonar tu tambor…”
A la izquierda del escenario, una mesa, con un reloj de arena, símbolo del tiempo -una de las preocupaciones de Borges-; y a la derecha, un espejo, donde se refleja la imagen del cantautor, al que vemos doble -otro concepto que aparece continuamente en los textos del escritor argentino-, interpretando una canción homónima:
“El espejo encierra
algunos rasgos de ti,
susurra secretos
que hay dentro de ti.
No sabes lo que esconde,
no sabes si es tu doble,
o si solo es un reflejo de ti…”
La preocupación social de Chico Herrera aparece en la canción “El devorador de las sombras”:
“Juro no haber causado hambre ni llanto.
Juro no haber matado,
ni haber hecho matar.
Juro no haber robado alimentos…”
Pero el momento culminante de la tarde se alcanza, cuando baja del escenario, se acerca a donde estamos sentados y “a capella” interpreta “A bao a qu”, al tiempo que baila entre las mesas, moviendo con armonía su estilizado cuerpo.
“Alguien sube la escalera,
sube peldaños gastados de tanto pisar.
Nota el talón su presencia,
osado y sin miedo decide avanzar.
Dejando atrás las leyendas,
sube la torre seguro, sin mirar atrás…”
Y todos cantamos con él el estribillo:
“A bao a qu leyenda
A bao a qu despierta”
De vuelta en el escenario, continúa musitándonos sus canciones al oído, contándonos el secreto de Borges, que también lo es del propio Chico Herrera y de cada uno de nosotros: el paso del tiempo.
“El tránsito inconstante de gente que pasa por tu lado
varía según lo exija el guión de la rutina
manejada por dos o tres agujas que
marcan el rumbo.
Sus movimientos torpes o acelerados, acertados o no,
diferentes pero iguales, en definitiva iguales,
ante el paso del tiempo, inexorable paso del tiempo,
mientras os semáforos siguen cambiando…”
Así, finalizó su actuación y con ella el almuerzo borgiano. Felicitaciones al centro y, en especial, a todas las personas que han hecho posible esta actividad.