El siguiente fragmento, extraído de un artículo de Antonio Muñoz Molina, â??El vicio sin castigoâ?, resume bien el acto de leer un libro:

â??Uno se sumerge en un libro, desciende lentamente hacia el fondo de un medio más denso y menos iluminado que la realidad exterior. Uno cierra su escotilla, se acomoda en el silencio. El mundo real unas veces es gozoso y otras es hostil. En la cámara sumergida del libro, uno se encuentra a salvo de todo, transitoriamente. El mundo real, la experiencia concreta, pueden ser felices o desdichados, estimulantes o tediosos: sea como sea, uno vive en ellos sometido a severas limitaciones de tiempo y espacio, a un reparto de personajes nunca numeroso, a la posibilidad del aburrimiento. El libro multiplica las dimensiones del mundo y la variedad de los paisajes y las vidas; lo salva a uno de la inmediatez literal de las cosas, de su anclaje fatal en el aquí y en el ahora, en el yo consabido. Pero el libro no embota la curiosidad hacia el espectáculo ilimitado y gozoso de lo más cercano: bien leído, es una lente de aumento, un microscopio, un telescopio, una máquina del tiempoâ?.

Para que el libro nos salve de â??la inmediatez literal de las cosas, de su anclaje fatal en el aquí y en el ahoraâ?, es necesario que lo hayamos elegido libremente, porque â??el verbo leer -como señala Daniel Pennac- no soporta el imperativoâ?.

Y eso es lo que vamos a hacer nosotros en este blog: elegir las lecturas que nos gusten y ofrecer un comentario sobre ellas.

Matías Regodón

Cine, cine, cine…más cine por favor…

¿Qué has visto últimamente? Nos gustaría compartir también nuestras emociones cinematográficas. Cuéntanos lo que te haya gustado, no hace falta que hagas una crítica exhaustiva de las películas, lo que te apetezca, ni siquiera ha de ser sobre una película en concreto. Puedes hablarnos de la película de tu vida (aunque la vieses a los cinco años), o de lo que significa para tí el cine, o del tipo de cine que te gusta.

Te esperamos. A. Gómez

Matías Regodón

¿Qué produce la emoción en el arte? ¿La belleza de la forma? ¿El equilibrio y la armonía? ¿El contraste y la desmesura? ¿Se puede describir la emoción? ¿Es quizá esa misma inquietud que experimenta el autor de una obra de arte en el momento de crearla? ¿Penetramos los receptores en el misterio del poema, del cuadro o de la canción lo mismo que el poeta, el pintor o el cantante? 

Resulta difícil responder a estas preguntas que quizá sean retóricas y equivalgan por tanto a afirmaciones. Es probable que el arte sea eso: un interrogarse continuamente sin encontrar respuestas.

¿Por qué nos emocionan igual el soneto de Garcilaso â??A Dafne ya los brazos le crecíanâ? que el de Quevedo â??Tras vos un Alquimista va corriendoâ?, cuando el primero enaltece el mito de Apolo y Dafne y el segundo lo denigra?

La respuesta está en que ambas formas de abordar este episodio mitológico, la renacentista de Garcilaso y la barroca de Quevedo, son igualmente hermosas; porque lo que diferencia el lenguaje literario del uso cotidiano de la lengua es la especial preocupación por la forma que se refleja en la presencia de la función poética.

Quizá esta preocupación por la forma se podría trasladar a las demás artes, aunque al final siempre tendríamos la duda, especialmente en este comienzo de siglo caracterizado por el eclecticismo, donde se exhiben como obras artísticas objetos de todo tipo, desde La Gioconda de Leonardo da Vinci hasta unos zapatos de Marilyn Monroe.

Sí es verdad que, cuando nos gusta algo, cuando nos impresiona vivamente una película o un libro o una canción experimentamos una especie de desasosiego, inquietud o calma que nos eleva por encima de la vida cotidiana o nos hace olvidarnos de ella. Lo que Aristóteles denominaba â??catarsisâ?, es decir, la purificación interior que logra el espectador de una tragedia al contemplar las miserias humanas sobre el escenario, la purificación de sus propias pasiones que quedan empequeñecidas comparadas con las que viven los personajes de ficción.

Es probable que también nosotros nos sintamos un poco empequeñecidos y nos olvidemos de nuestras miserias cotidianas, ante la belleza de una obra de arte, o acaso engrandecidos, si tomamos conciencia de la singularidad del momento.

Esta breve reflexión sobre la emoción en el arte pretende introducir un blog sobre todas aquellas actividades artísticas (literatura, cine, pintura, música, cómics, fotografía…) que nos hayan gustado y que queramos compartir con otras personas. Ayúdanos a continuarlo, expresando tu opinión sobre el texto o sobre cualquier creación que te haya emocionado últimamente.

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