¡QUÉ SERÍA DEL CINE SIN LAS BANDAS SONORAS!

Ayer, clausuramos las Primeras Jornadas de Teatro, organizadas por el IES Gran Capitán y el AMPA Mateo Inurria, con el espectáculo “Pasión por el cine”. Alberto de Paz (piano), Antonio Fernández (violín) y María Fernández (oboe) evocaron a las antiguas orquestas del cine mudo, interpretando 12 bandas sonoras de películas, especialmente seleccionadas para el alumnado de nuestro centro:

  • Memorias de África.
  • Sonrisas y lágrimas.
  • Los chicos del coro.
  • La lista de Schindler.
  • Gladiator.
  • Harry Potter.
  • La bella y la bestia.
  • La misión.
  • El rey león.
  • Cinema Paradiso
  • Piratas del Caribe.
  • Mary Poppins.

Los espectadores, que ocupamos algo más de la mitad del aforo del salón de actos, aplaudimos con entusiasmo entre película y película. Las introducciones a las mismas corrieron a cargo de un Alberto de Paz, tan brillante con la palabra como con el piano, que nos contagió a todos su pasión por el cine y, sobre todo, por la música que acompaña a éste, formando un todo con él.

Le secundaron también con gran brillantez Antonio Fernández, María Fernández y Javi, éste último pasando los fotogramas de las películas en el momento justo.

La música de los tres instrumentos sonó limpia y compacta, como corresponde a profesionales, perfectamente compenetrados, primero, con la mirada y, después, con el sonido.

A destacar, algunos momentos: cuando el violín evocó el dolor inconsolable de los judíos en “La lista de Schindler”; la banda sonora de “Cinema Paradiso”, que nos hizo revivir la tierna historia de amor por el cine del operador Alfredo y el niño Salvatore; la de “Los chicos del coro”, con el mensaje tan necesario hoy día, del poder educador de la música; el inicio, cargado de tensión, de “Piratas del Caribe”, con los acordes graves del piano; y la música de “Mary Poppins”, con la gracia y el dinamismo de la película.

Todos los asistentes nos fuimos con la convicción de que el cine no sería lo mismo sin sus bandas sonoras; también con la satisfacción de que en nuestro centro se organicen actividades de calidad, como este concierto o las representaciones teatrales de “Novecento” y “Maese Pathelin”. Que se repitan el próximo curso.

EL VELO DE LA DISCORDIA

En mi anterior intervención no me he pronunciado sobre el caso de Najwa Malha, porque entiendo que tienen parte de razón las dos posturas: los que defienden el derecho de la chica a la educación, por encima de cualquier contingencia, y los que comparten la decisión del centro educativo de hacer cumplir su reglamento de régimen interno.

España no es un país laico, como Francia, que ha establecido la prohibición de llevar símbolos religiosos, como el velo islámico o la cruz cristiana, en las escuelas. Nuestro país, aunque lo proclame la Constitución, ni siquiera es aconfesional, como lo demuestran los funerales católicos de estado, que se organizan cuando sucede, por ejemplo, un atentado terrorista.

Desde esta perspectiva, resulta difícil aceptar que se le impida a una chica su derecho a la educación, porque, al ir cubierta con un velo, contraviene las normas de funcionamiento del instituto.

Sin embargo, tampoco es fácil de entender que esta chica, como recuerda un lector del periódico El País, en su edición de hoy, anteponga sus normas religiosas a las normas de un centro de enseñanza, en el que se ha matriculado libremente, sabiendo que corre el riesgo de ser expulsada del mismo.

Cuando entramos libremente en una institución o vamos a vivir a un país, que no es el nuestro, tenemos que aceptar las normas por las que se rigen, aunque no estemos de acuerdo con algunas de ellas.

En cualquier caso, la solución definitiva al problema no está en el instituto de Alarcón, ni en ningún otro centro de enseñanza, sino en la reforma de la Ley de Libertad Religiosa, que regule el uso de los símbolos religiosos y profundice en la independencia del estado con respecto a todas las creencias, en especial, la católica.

Podéis encontrar más opiniones sobre este tema en el «Rincón solidario», que coordina Rafael del Castillo. También, en Ticágora.

LLEVAR VELO EN EL INSTITUTO

Hace unos días, conocimos la noticia de que, en el Instituto Camilo José Cela de Alarcón (Madrid), le prohibieron la entrada a una alumna, Najwa Malha, que llevaba la cabeza cubierta por un velo, porque así lo establece su reglamento interno.

Este suceso ha levantado la polémica entre los que apoyan esta decisión y los  Ministerios de Justicia y Educación que defienden el derecho a la educación, por encima de otras consideraciones.

Najwa, española de origen marroquí, ha declarado que se siente discriminada y ha encontrado la solidaridad de otras compañeras musulmanas del instituto, que se pusieron el velo, durante la jornada escolar, y fueron expedientadas, a causa de esto.

Aquí se plantea un conflicto entre el derecho a expresar libremente la religiosidad que, en este caso, lleva aparejado el derecho a la educación, y el reglamento de un centro de enseñanza, elaborado por la comunidad educativa, que prohíbe a sus alumnos cubrirse la cabeza con gorras u otro tipo de prendas de vestir.

Por otro lado, no debe olvidarse, aunque no parece ser el caso de Najwa Malha, puesto que ella ha optado por ponérselo libremente, el uso del velo por las mujeres, en los países islámicos, es en la práctica una obligación y, con frecuencia, un símbolo de sumisión al hombre.

¿Qué debe prevalecer? ¿El derecho de la joven a ser escolarizada? ¿La libertad y autonomía de los centros de enseñanza, que fijan sus propias normas? ¿Tiene derecho Najwa a llevar el velo en el instituto, como probablemente otros compañeros llevan el crucifijo cristiano, más o menos ostentosamente? ¿Debe modificar el IES Camilo José Cela su reglamento interno?

PENALIZAN EL LIBRO ELECTRÓNICO

Esta mañana, he escuchado decir al escritor, Luis Antonio de Villena, en la radio, que nuestro país sufre una «desculturalización» fortísima, sobre todo en lo que se refiere a la letra impresa.

Nosotros, los profesores, lo notamos, en nuestras clases, donde los alumnos demuestran, cada día, menos interés por el libro impreso. También se ha notado en la Feria del Libro, que acabamos de celebrar en el instituto, donde han adquirido sobre todo los libros de lectura obligatoria. Pocos alumnos se han acercado al entrañable librero Pipo o a cualquiera de los profesores encargados de la venta, para pedir algún consejo u orientación sobre posibles lecturas, con la excepción de los que habían ganado algún concurso del centro, que debían canjear sus premios por libros.

En cambio, su interés por la cultura audiovisual, particularmente por todo lo relacionado con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, es cada vez mayor. La mayoría de los alumnos utiliza Internet para jugar, para comunicarse por “messenger” o por correo electrónico, para entrar en contacto con sus amigos, a través de redes sociales, como “Tuenti”, y para obtener información.

Por todo esto, tiene poco sentido que el Ministerio de Hacienda tenga previsto penalizar la compra de libros en soporte digital con el 18 % de IVA, a diferencia del 4 % con el que se gravan los libros impresos. Tenía razón ayer un lector del diario El País, Dinac Martínez, cuando criticaba esta decisión, con el argumento de que buena parte de nuestros jóvenes, después de la enseñanza secundaria o el bachillerato, es muy difícil que vuelvan a coger un libro y, en cambio, todos tendrán ordenador, teléfono móvil, etc.

Nuestras autoridades, actuando así, no están dando, precisamente, facilidades a los jóvenes, para que lean más en formato digital -que es el formato del futuro-, sino, al contrario, los están alejando de la lectura.

UN MAESE PATHELIN MEJORADO

Desde la primera vez, que tuvimos la oportunidad de ver este montaje de José Antonio Ortiz, al que vimos, el pasado jueves, en nuestro centro, se ha producido una mejora sensible, pues se han mantenido los aciertos, que fueron muchos, y se han pulido los aspectos menos conseguidos, que fueron los menos. Lo comentamos en el coloquio posterior a la representación: el montaje de Maese Pathelin, como los buenos vinos, ha ido a mejor, adquiriendo un ritmo continuado, que le hace más compacto, y un equilibrio interpretativo entre la naturalidad del teatro neoclásico y la exageración de la comedia del arte, necesario en una género cómico, como la farsa, donde los diálogos son fundamentales.

Los que asistimos a esta segunda representación de las Primeras Jornadas de Teatro del IES Gran Capitán, que casi llenamos el aforo del salón de actos, pasamos un rato muy agradable. Desde la primera escena, en la que Maese Pathelin le comunica a su mujer su disposición de engañar a la vendedora, con un Ricardo Luna -cada vez más seguro de sí mismo y al que se veía disfrutar en el escenario- los espectadores nos sentimos implicados en la acción. A pesar de las limitaciones de espacio, los actores se movían con agilidad entre las columnas -de la casa del protagonista al puesto de la vendedora, y a la inversa-, produciendo la sensación de que verdaderamente existían estos dos lugares.

El momento cumbre lo alcanza la obra, cuando la vendedora, interpretada por una sobria y contenida Lua Santos, va a reclamar el dinero del paño y Maese Pathelin finge estar loco. Ya lo comentamos en la anterior crítica, pero hay  que volverlo a resaltar, porque la escena tiene una vivacidad y un dinamismo, en tan reducido espacio,  y los actores se mueven con tanta gracia, en especial, Ricardo Luna, que producen el verdadero regocijo de los espectadores.

La escena del juicio, esta vez sí la hemos disfrutado, escuchando con nitidez los ingeniosos diálogos entre el juez –sorprendente la transformación de Pilar Nicolás, que hace también el papel de Dorotea-, Maese Pathelin, la vendedora y la pastorcita. Nieves Palma, además, interpretando a esta última, consigue el necesario equilibrio entra la naturalidad y la exageración, sin renunciar al tono de voz y a los gestos, que la identifican como pueblerina.

El mensaje de la obra sigue teniendo una gran actualidad, pues cada vez se conocen más casos de personas, que medran socialmente, utilizando medios ilegítimos, es decir, mediante el engaño.

Enhorabuena, a la compañía Uno Teatro. A ver si las instituciones públicas cordobesas, comenzando por la que gestiona el Gran Teatro, incluyen en sus programaciones anuales a grupos como éste. Una de las asistentes a la representación del jueves sugirió que “Maese Pathelin pasara por todos los institutos de Córdoba. No estaría mal, porque como dijo Lorca “El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para edificar un país”. Se refería a que un teatro de calidad que refleje los problemas sociales puede cambiar la sensibilidad de un pueblo. Él llevó a cabo esta labor edificadora con su grupo La Barraca, representando obras del teatro clásico español por  los pueblos más recónditos del territorio nacional. Compañías como Uno Teatro podrían hacer la misma labor por los institutos de Andalucía. Claro que necesitarían el apoyo de las instituciones públicas, como el que recibió Lorca, durante la Segunda República.

CON JOAN LLANERAS DE POESÍA

Así no hemos sentido, esta mañana, los alumnos y profesores, que hemos tenido la fortuna de asistir a su espectáculo, como si fuéramos caminando con él, hablando de poesía, tal es la cercanía que transmite su forma de recitar.

-¿Cuándo empieza la poesía?- nos ha preguntado a los espectadores, que guardamos un respetuoso silencio.

– Si descubro en un texto más cosas de las que están escritas, aquí empieza lo poético- se responde él mismo- ¿Estáis de acuerdo?

Y a continuación ha comenzado a recitar, enhebrando un poema con otro, como quien nos cuenta un secreto:

“El juego de hacer versos es algo que acaba pareciéndose al vicio solitario”

“Sólo los que aman saben decir tú”

“Si tú me olvidas, quedaré muerto sin que nadie lo sepa”

“Mi locura sería enseñar a las aves a cantar (…)

A todas las preguntas responderé tu nombre”

“Yo te amo y sufro mucho porque lo dudas”

Estos son algunos versos sueltos, pertenecientes a distintos poemas de amor, que he ido anotando arbitrariamente, guiándome sólo por la intuición; todos dichos por Joan en voz alta, como si fuesen prosa, mientras paseaba su mirada por cada uno de nosotros; jugando delicadamente con los tonos de voz, creando un halo de misterio en torno a él…

“Volver a amar era revivir la flor marchita (…)

Volver a amar es, sin querer, hacer sufrir”

Entre aplauso y aplauso, un comentario para introducir un largo pasaje del Quijote, cómo no, sobre el amor…

 Y vuelta a los versos, ahora dedicados a la gran urbe:

“Soledad entre las gentes… Oficinas sin tintero… Coca-colas… Garajes con ascensor…. Suciedad junto a limpieza…”

Joan recita con naturalidad y convicción, ante las caras embelesadas de alumnos y profesores. Sin duda, ha sabido llegar a todos nosotros.

-¿Qué os queda por probar a los jóvenes de este mundo? – dice uno de los últimos versos..

-La poesía recitada, como la que hemos tenido la fortuna de escuchar esta mañana.

CONCIERTO DIDÁCTICO EN EL IES GRAN CAPITÁN

Dentro de las actividades de nuestra XVIII Feria de Libro, tuvo lugar ayer un concierto didáctico, en el salón de actos, a cargo de Lydia Sag Legrán (piano) José María Martínez (clarinete).

Los alumnos de 2º de ESO, acompañados de sus profesores, siguieron el mismo, primero, con alguna incertidumbre y, después, a medida que avanzaba, con gran interés.

Los dos jóvenes músicos, en su breve recorrido por la historia de la música y acompañando sus interpretaciones de explicaciones didácticas, comenzaron con el clasicismo. En concreto, con el 1º movimiento del concierto para clarinete y orquesta en Fa menor de Von Weber, caracterizado por la armonía y el equilibrio musical, mientras se proyectaban imágenes y textos sobre la vida y obra de este compositor. Situados en ambos extremos del escenario –piano, a la izquierda, y clarinete, a la derecha- entablaron como un diálogo entre los dos instrumentos, tal era su sintonía y compenetración.

Continuaron con “Claro de luna” de Beethoven, compositor perteneciente al romanticismo, con el que el piano aumenta extraordinariamente sus posibilidades sonoras. Lydia Sag consiguió extraer estas posibilidades con una interpretación serena, pero rebosante de pasión, mientras la imagen del sordo genial nos contemplaba, desde el centro del escenario.

A continuación, el 1º movimiento de la Historia de un tango de A. Piáosla, donde se funde la música folclórica con elementos del jazz. El diálogo entre los dos instrumentos transmitía modernidad y viveza; la música sonaba ligera y alegre; y los aplausos de los asistentes también se oyeron unánimes y entusiastas.

Para finalizar, interpretaron bandas sonoras de películas famosas: “El señor de los anillos” (para los que habíamos escuchado esta música en la oscuridad de las salas de cine fue un descubrimiento poder ver a sus intérpretes); “Flashdance” (algunos alumnos mandaron callar a una minoría, que manifiestaba los primeros síntomas de cansancio); “007”; “VP” (una película muy bonita y divertida, me comentó Francisco); “Amor inmortal”; “La pantera rosa” (que no podía faltar); “Somos los mejores” (mientras sonaba el timbre del recreo); “New York”; y la propina para algunos de los asistentes que nos acercamos al escenario, una vez finalizado el concierto.

En resumen, un concierto ameno, pues no aburrió en ningún momento, y didáctico. Qué más se puede pedir.

TRIVIALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA

Acabo de escuchar en la radio que, en el sumario para juzgar el asesinato de Marta del Castillo, se cuenta que el móvil del presunto asesino, Miguel Carcaño, fue que la víctima se negó a darle un beso. Éste reaccionó con suma violencia, obligándola, primero, a mantener relaciones sexuales y estrangulándola, después.

Hace unos días, conocimos la noticia de la desaparición y muerte de la niña de 13 años, Cristina Martín, a manos presuntamente de una compañera de colegio, con la que, al parecer, mantenía una rivalidad amorosa. La  agresora tenía fotos en su red Tuenti de cementerios y de muñecas cortadas y defendía el lema “soy como soy y al que no le guste, muerte”. Además, según los psicólogos que asistieron al interrogatorio,  al confesar su crimen, apenas se inmutó ni mostró el menor síntoma de arrepentimiento.

Son dos episodios de la vida actual, que ponen de manifiesto la trivialización de la violencia entre algunos jóvenes, que suelen recurrir a ella para resolver sus problemas.

En clase, comentamos el segundo de estos episodios y les pregunté a los alumnos si tenía justificación un comportamiento tan agresivo y cómo hubieran actuado ellos de encontrarse en una situación similar de rivalidad amorosa. Las respuestas no dejaron de preocuparme, pues algunos comprendían, en parte, la actitud de la presunta asesina e incluso afirmaron que podían recurrir también a la fuerza para resolver este tipo de cuestiones.

No sé quién es responsable de esta trivialización de la violencia, la cual es considerada como una vía normal de resolución de conflictos; pero me temo que el cine y la televisión, al igual que los juegos con ordenador, donde vemos, con frecuencia, escenas de torturas y muertes, o Internet, donde se puede acceder a imágenes de extremada violencia, tienen parte de culpa.  Y supongo que es tarea de todos, en especial de las familias, contrarrestar estos efectos negativos.

SOLILOQUIO DEL FARERO

La profesión de farero se extingue, pues los faros ya están todos automatizados. Esta noticia de la que se hizo eco ayer El País, me ha hecho recordar el poema “Soliloquio del farero”, en el que Luis Cernuda canta a la soledad que le ha acompañado desde niño y que él, en ocasiones, traicionó, pero con la que siempre se reencuentra. El poeta sevillano se imagina en un faro, contemplando el mar, guiando a los hombres, que, unas veces, cuando el mar está bravo, esperan una revolución ardiente y, otras, cuando está en calma, se sienten rendidos y dóciles:

(…)

Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y erguido desde cuna vigilante
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aun cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.
(…)

Cernuda expresa, a través de este elemento de la naturaleza, sus propios sentimientos y deseos. El mar cambiante activa todos los sentidos del poeta: la vista, con su insaciable oleaje; el oído, con el misterioso sonido que produce; el tacto, con sus suaves caricias sobre la piel.

La noticia de El País informaba también de que el gobierno está preparando una reforma de la ley para poder instalar hoteles y bares en los faros, con el fin de salvar del abandono los que aún quedan en España. Parece que la privatización es el sino de nuestro tiempo. Esperemos que no nos impida, como a Cernuda, disfrutar de la contemplación del mar.

ABURRIMIENTO

Dice José Antonio Marina que el aburrimiento es una emoción menor, si lo comparamos con la ansiedad, la tristeza o la ira; sin embargo, por aburrimiento, se han cometido verdaderas atrocidades, como prender fuego a una mujer indigente, que dormía en un cajero automático, después de rociar su cuerpo con gasolina. También esta emoción ha conducido a muchos jóvenes hacia la droga. Según un reportaje, publicado en El País Semanal, el pasado 2 de marzo, algunas personas, para evitar aburrirse, empalman una pareja con otra, como si huyeran de la soledad.

Sin embargo, el aburrimiento no significa exactamente no hacer nada. Recuerdo una entrevista al fallecido actor, Fernando Fernán Gómez, en la que decía que lo que más le gustaba en la vida era tumbarse en el sofá y dejar que su mente volara libre, sin detenerse en ningún pensamiento, es decir, no hacer nada.

Cuántas veces nuestros alumnos se dejan llevar por esta sensación, aparentemente, de paz y tranquilidad. Con frecuencia, los padres se quejan de que su hijo se pasa las horas en la habitación o en el sofá del salón, sin hacer nada. También, en ocasiones, lo notamos nosotros, los profesores: alumnos que están como levitando en el pupitre, observándonos como si fuéramos transparentes, o contemplando la pantalla del ordenador, que según ellos está apagado, o con la mirada perdida en el patio.

La duda es si, en verdad, están aburridos, o les sucede igual que a Fernando Fernán Gómez. En cualquier caso, con su falta de curiosidad e interés, probablemente, están renunciando a dos de las cualidades más relacionadas con el placer y la felicidad.