El arte de la contención y la sugerencia

He visto representadas obras de teatro de Antón Chéjov, como La gaviota o Las tres hermanas, donde he podido apreciar su profundo conocimiento de la naturaleza humana y cómo, con una gran economía de medios, presenta a personajes comunes y sencillos, dándonos a entender mucho más de ellos que lo que dicen con sus palabras. Pero no había leído con detenimiento sus cuentos, hasta ahora que hemos hecho una selección para la próxima sesión del club de lectura, y, la verdad, es que me están encantando por las mismas razones que su teatro.

Por ejemplo, le bastan sólo unas líneas para presentar sutilmente a la protagonista de “La señora del perrito” y sugerir su principal problema, la soledad: “Caminaba sola, llevando siempre la misma boina, y siempre con el mismo perrito; nadie sabía quién era y todos la llamaban sencillamente la señora del perrito”. También, en el inicio de “Tristeza” da a entender este mismo sentimiento, de nuevo, de forma sintética, y fijándose en la quietud de los personajes: “Su caballo está también blanco e inmóvil. Por su inmovilidad, por las líneas rígidas de su cuerpo, por la tiesura de palo de sus patas, aun mirado de cerca parece un caballo de dulce de los que se les compran a los chiquillos por un copec. Hállase sumido en sus reflexiones: un hombre o un caballo, arrancados del trabajo campestre y lanzados al infierno de una gran ciudad, como Yona y su caballo, están siempre entregados a tristes pensamientos”.

Así, genera la intriga en los lectores, que nos preguntamos por la razón de esta tristeza, la cual poco a poco vamos a ir descubriendo, aunque siempre queda algo misterioso en sus conductas, que nos llena de inquietud, porque lo que le interesa sobre todo son los personajes, tanto que tenemos la impresión de que los cuentos se desarrollan en el interior de estos, a los que se acerca objetivamente, mostrándonos, con extraordinaria honestidad, sus virtudes y sus defectos, sus atrevimientos y sus aflicciones.

Además, sus finales son abiertos, porque la vida continúa y, después del hoy, viene el mañana, y Chéjov prefiere las dudas a las certezas, las preguntas a las respuestas. De ahí, que sea difícil encontrar una moraleja clara, una enseñanza moral, porque lo principal es el camino donde vamos comprendiendo la condición humana. Así, la esperanza incierta de Vanca, en el cuento homónimo, de volver a la vida sencilla en el campo, frente a la existencia triste en la gran ciudad; o las inusitadas expectativas vitales que le genera al capitán Riabóvich el beso furtivo de una mujer desconocida, en el cuarto oscuro: “Pronto se durmió, y su último pensamiento fue que alguien lo acariciaba y lo colmaba de alegría, que en su vida se había producido algo insólito, estúpido, pero extraordinariamente hermoso y agradable. Y ese pensamiento no lo abandonó ni en sueños”.

No obstante, en ocasiones, el camino, aparentemente feliz, se torna de súbito pesadilla, porque todo lo que tenía sentido deja de tenerlo y lo que producía satisfacción ya no la proporciona, como sucede en “El profesor de lengua”, donde el protagonista acaba añorando un pasado lleno de dificultades, pues no puede soportar la vida rutinaria y sin alicientes: “¿Dónde estoy, Dios mío? Vivo rodeado de vulgaridad y de más vulgaridad. Unos seres aburridos, insignificantes, ollitas con crema de leche, jarritas con leche, cucarachas, mujeres estúpidas… No hay nada más horroroso, más insultante, más angustioso que la vulgaridad.”

A todo esto, hay que añadir su sentido del humor, con frecuencia sutil; pero a veces directo, como en “La muerte de un funcionario público”, cuento escrito en su juventud, donde el protagonista se obsesiona hasta el absurdo con ser perdonado por una persona de condición social superior, a causa de un incidente sin mayor importancia.

Sin embargo, lo que caracteriza la obra literaria de Antón Chéjov y su principal valor es la contención narrativa y, ligada a ella, la capacidad de sugerencia, que se refleja en su gusto por lo inacabado y transitorio, lo cual nos obliga a los lectores de sus cuentos y espectadores de su teatro a imaginar gustosamente lo que él evita.

 

Hablaremos de una selección de cuentos de Chéjov («El beso», «Enemigos», «El estudiante», «El pabellón nª 6», «La señora del perrito», «La tristeza», «Agafia», «Vanca», «La muerte de un funcionario público», Una apuesta» y «El profesor de lengua») en la próxima sesión del club de lectura del IES Gran Capitán, el miércoles, 21 de febrero, a las 17:30, en la biblioteca.