Tiene mucho mérito, aunque quizá no sea la obra más adecuada para un grupo compuesto por alumnos de ESO, atreverse con “Bodas de sangre”. La mezcla de prosa y verso siempre es una dificultad; pero el dramatismo que atraviesa esta obra de Lorca de principio a fin lo es aún mayor. No obstante, Numerele Impare, dirigido por Auxi Jiménez, dinamizadora de la Casa de la Juventud, supera el reto, pues consigue transmitirnos este dramatismo, esta inquietud que genera la presencia de Leonardo, el antiguo novio, que se interfiere en la boda hasta convertirla en bodas de sangre. Tengo mis dudas, compartidas con otros compañeros, de que adelantar la escena con la que concluye la obra sea acertado, pues tanta tensión dramática sobrevenida incrementa en exceso la que ya de por sí tiene “Bodas de sangre” y desconcierta al espectador.
Pero, dejando esto al margen, mi valoración es positiva. La escenografía, que se limita a una silla de enea, situada en el centro del escenario, con el significado simbólico que esta tiene, es suficiente para situarnos en la época en la que se desarrolla la acción. La música, muy bien seleccionada, para acentuar los momentos más dramáticos. El ritmo, a veces, brillantemente conseguido, como, por ejemplo, en la huida que sigue a la boda; en otras ocasiones, en cambio, decae a causa de los silencios excesivos.
En cuanto a la interpretación, ya conocíamos la calidad de Isabel Mª González, que vuelve a demostrarnos sus recursos interpretativos, fundamentalmente, la voz y el gesto, que se ajustan a la personalidad atormentada de la madre del novio, que sospecha el engaño de que va a ser objeto su hijo; también la presencia sobria en escena, pero eficaz dramáticamente de Mª Carmen Encinas en el papel de criada y de Rafael Arévalo en el de novio. Pero fue una grata sorpresa Alicia Urbano interpretando una Luna, mitad lasciva y mitad fúnebre, irrumpiendo entre los espectadores por el pasillo central, muy bien secundada por Einhar Tejera en el papel de la Muerte, con gestos inquietantes, que desgraciadamente se percibieron con dificultad por la escasa iluminación. También resultaron convincentes las interpretaciones de Antonio Medina y Marina García en los papeles de Leonardo y la novia respectivamente.
En fin, que disfrutamos con el buen teatro que nos ofreció ayer Numerele Impare, aunque de cara a próximas representaciones convendría que mejorasen la dicción, en ocasiones deficiente, quizá por la precipitación al decir los textos. Enhorabuena y que siga la marcha.