UN CYRANO DE BERGERAC MÁS HUMANO

La representación teatral es un hecho irrepetible, pues nunca se vuelve a hacer igual en todo. No sólo cambia el día y la hora, sino también el público, que asiste a la misma, y los actores, que, a medida que interpretan una obra, van haciendo suyos los personajes y se compenetran mejor con sus compañeros de reparto.

Esto es lo que sucedió ayer con el montaje de “Cyrano de Bergerac”. Lo volvimos a ver, un año después de su estreno en el Teatro Circo de Puente Genil, y fue como verlo por primera vez. La principal diferencia: que el espacio escénico estaba situado a ras de suelo, como en las representaciones griegas, según nos explicó Miguel Osuna, en la charla del pasado martes. Así, la separación entre los actores y los espectadores, desapareció, y sentimos un Cyrano más cercano a nosotros, como si presenciáramos una historia que se desarrolla en nuestra propia casa. También para los actores constituía un reto, una experiencia distinta, pues cualquier error en el texto, cualquier duda, cualquier lapsus de concentración es percibido, de inmediato. Pero nada de esto sucedió, pues consiguieron hacer creíble la historia que nos contaron: el drama de un hombre, al que un defecto físico, le impide declararse a la mujer amada.

La adaptación del Cyrano de Bergerac, que ha hecho José Antonio Ortiz Ponferrada, le ha permitido reducir a una hora media las casi tres, que dura la representación de la obra original. Se trata de una reducción obligada por las características de la compañía Ñaque Teatro. Las escenas y personajes, que ha eliminado, apenas afectan a la acción principal, que gira en torno a Cyrano.

Son muchos los valores del montaje que vimos ayer: la original escenografía, con la ductilidad de las jaulas, que tan pronto representan el balcón de Rosana, como el campo de batalla o el convento; la interpretación, que ha ganado enormemente, en cuanto a la compenetración entre los actores; la música en vivo, interpretada magistralmente por Alberto de Paz; el vestuario de época; y sobre todo el ritmo, incluso en los momentos de transición entre acto y acto, con los actores moviendo las jaulas al compás de la música.

Además, las explicaciones sobre el montaje, que dio José Antonio, por la mañana, a los alumnos de 1º de Bachillerato nos ayudaron a entender mejor algunos aspectos del mismo como: el simbolismo de las jaulas, que se pueden relacionar con la ausencia de libertad de Cyrano para amar, aunque, al mismo tiempo sea prisionero del amor de Rosana; la lucha de espadas, que también tiene, en ocasiones, un valor simbólico, representando lo que sienten los personajes que no están luchando; el enorme esfuerzo que realizan los actores y actrices, que interpretan a varios personajes; el paso del tiempo, que se manifiesta, a veces, en la forma más dificultosa de caminar de los personajes, o en el cambio de vestuario, o en el uso de un simple objeto, como un bastón; etc.

El momento culminante, la muerte de Cyrano, nos atrapó a todos, incluidos los espectadores más jóvenes, porque una de las ventajas de trasladar el espacio escénico al nivel de los espectadores es que apreciamos mejor cada detalle de la interpretación, particularmente los gestos de ese personaje bravucón que se enternece ante su amada Rosana y acaba admitiendo su impostura. Cuando pierde el equilibrio, por efecto de la herida mortal, y es sujetado por los demás personajes, el silencio se podía cortar con los dedos en el salón de actos.

Un montaje, en suma, lleno de imaginación y de matices, un Cyrano de Bergerac más humano, que recibió el aplauso unánime del público; y unas II Jornadas de teatro que, de nuevo, han conseguido la implicación de la comunidad educativa del IES Gran Capitán y han calado hondo.

EL MITO DE LA ETERNA JUVENTUD

Hay un cuento de Juan José Millás, en el que un hombre feo consigue moldear su rostro, ejercitando sus músculos faciales, hasta parecer atractivo. Durante los siete años, que dura el proceso de transformación, aprende a mantener en tensión los músculos de esta zona con una expresión que considera agradable.

Este hombre no se aceptaba sí mismo y quiso parecer más guapo de lo que era, como les sucede, actualmente, a un número cada vez mayor de personas, que se resisten a envejecer y tratan de detener el paso del tiempo.

Un reportaje, publicado hoy en el diario El País, aborda, precisamente, este tema de la sobrevaloración de la juventud y el culto al cuerpo. En un mundo, especialmente competitivo, como el que vivimos, es muy importante la imagen para conseguir un trabajo o para encontrar pareja. No queremos que se nos formen arrugas  y, para ello, recurrimos a la cirugía estética, que nos aproxima a modelos de belleza, representados, sobre todo, por personajes del mundo del espectáculo. En concreto, España es el cuarto país en este tipo de operaciones, que se realizan cada vez a edades más tempranas.

Uno de los procedimientos más utilizados, según el citado reportaje, es el “botox”, que consiste en inyectarse un fármaco que paraliza temporalmente los músculos y elimina las arrugas, sobre todo del rostro. Sin embargo –como dice un de las pacientes que recibió el tratamiento- hay que tener cuidado con abusar del mismo, porque estás expuesto a que se te quede la misma cara cuando ríes, lloras o estás seria.

Evidentemente los que se operan o se inyectan “botox” lo hacen para estar más satisfechos consigo mismos y para mejorar su autoestima, en lo cual no hay nada reprochable. Pero, también, están renunciando a expresar, de modo natural, sus emociones y corren el riesgo de parecerse cada vez menos a quienes, realmente, son, como en la novela de Aldus Huxley “Un mundo feliz”, donde se tiende a regular las conductas de los personajes y a eliminar las diferencias, que existen entre ellos.

BIBLIOTECAS

Ayer sábado, venía publicada, en el diario El País, la noticia de que la sociedad británica se está movilizando para salvar sus bibliotecas, amenazadas por los drásticos recortes del gasto público impuestos por el Gobierno de Davis Cameron. “Al menos cuatro centenares y medio de estos centros repartidos por la geografía británica deberán echar el cierre” –leemos en el citado periódico.

Ahora que estamos analizando, en clase, los poemas de Antonio Machado, a quien se le incluye en la Generación del 98, conviene recordar lo que escribió Pedro Salinas, al aplicar los requisitos de Peterson, a este grupo de escritores: que no hay homogeneidad en su formación, aunque existe una unidad en el modo como se formaron, el autodidactismo, pues todos ellos, grandes lectores, frecuentaron la mejor Universidad del mundo: una biblioteca.

A Machado, después de pasar por la Institución Libre de Enseñanza, sin exámenes ni libros de texto, los estudios de bachillerato le resultaron extremadamente aburridos; sin embargo, por esta época, finales del siglo XIX, según uno de sus biógrafos, Ian Gibson, “lee incansablemente en la Biblioteca Nacional de Madrid, sobre todo teatro clásico”.

Hoy día, es verdad que las bibliotecas no son tan frecuentadas, al menos para leer, aunque sí para estudiar exámenes o para preparar trabajos en grupo. En nuestro instituto, estamos, especialmente, empeñados, a través del Plan de Lectura, coordinado por Lola Pérez Ebrero, en que la biblioteca se utilice y, poco a poco, vamos consiguiéndolo. De hecho, las reuniones del Club de Lectura las celebramos en sus instalaciones.

Sin embargo, y a tenor de lo que está sucediendo en Inglaterra, se avecinan malos tiempos para estos espacios de lectura. Por lo pronto, el líder de la oposición de nuestro país, en una entrevista reciente, publicada por este mismo diario, anunció que su política económica, en el caso de presidir el Gobierno, sería parecida a la de Davis Cameron. Como dice el refrán “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”.