Esta mañana, a última hora, he tenido clase con mis alumnos de 2º del PCPI. Al cabo de 10 minutos, aproximadamente, he logrado que todos estuvieran sentados en sus pupitres. Les he propuesto elaborar un microrrelato, término del que ninguno de ellos había oído hablar, aunque entre todos dedujimos que podía tratarse de un relato pequeño o resumido.
Para aproximarnos a este subgénero literario, tan de moda hoy día, accedimos a un archivo, dentro del Wiki del Ámbito de Comunicación, donde se explican las principales características del mismo. Esta operación nos llevó, aproximadamente, otros 10 minutos, quizá 15, porque el Open Office es muy lento. Les propuse que fueran ellos los encargados de leer en alto la introducción; pero, la verdad, es que no resultó nada fácil, pues a las dificultades de los alumnos que iban leyendo, se añadió la actitud de poca colaboración de buena parte de la clase: unos charlaban animadamente con el compañero; otros se reían sin parar, porque todo aquello les parecía muy divertido; un alumno, sentado en el último pupitre, accedía a otras páginas de Internet, pensando que yo no me daba cuenta; y en fin tampoco faltaban los que se entretenían mirando por la ventana el deambular de los alumnos de Educación Física.
Tardamos en leer la introducción a los microrrelatos, que ocupa la carilla de un folio, aproximadamente 20 minutos. Durante la lectura, surgieron dudas sobre el significado de algunas palabras, que yo preferí buscaran en el diccionario de la RAE, a través de Internet, para que investigaran ellos mismos, construyendo así su propio conocimiento. Les advertí de que no se trataba de copiar la primera acepción que se encontraran, sino de aplicar las distintas acepciones al contexto donde aparecían las diferentes palabras, hasta dar con la adecuada. Pero surgió otra dificultad añadida: los significados que vienen en nuestro diccionario no son fáciles de entender y menos de memorizar, especialmente el de algunas palabras. Así, por ejemplo, “enigma” es definido por los académicos como “dicho o conjunto de palabras de sentido artificiosamente encubierto para que sea difícil entenderlo o interpretarlo” o “concisión” que aparece como “brevedad y economía de medios en el modo de expresar un concepto con exactitud”. Salvamos la dificultad recurriendo a dos sinónimos, que perfectamente podían incorporar los alumnos a su caudal léxico: “misterio” y “sencillez” respectivamente.
Cinco minutos antes de tocar el timbre, como se oían murmullos en el pasillo, decidieron dar por concluida la clase, sin contar conmigo, aunque, a duras penas, pude escribir en la pizarra 5 palabras más para que las buscaran en casa.
Recogí mis cosas y, mientras me dirigía al aparcamiento del instituto, experimenté una sensación agridulce: por un lado, estaba convencido de que los alumnos habían aprendido varios términos nuevos, aunque tenía mis dudas de que los relacionasen con los microrrelatos; pero, por otro lado, la actitud de buena parte de ellos dejaba bastante que desear. Ignoro si porque era la última hora y estaban cansados o porque su interés por los estudios, por conseguir el título de ESO es escaso. En fin, mañana será otro día.