Estábamos analizando en clase los niveles del lenguaje, según el grado de instrucción del hablante y, al detenernos en las características del nivel vulgar, mencioné la no adaptación a las diferentes situaciones de comunicación que se presentan en la vida diaria, es decir, las personas poco instruidas hablan siempre igual, porque su escaso dominio del lenguaje les impide adaptarse a las características del receptor o de la situación. Por ejemplo, el alumno que utiliza palabras malsonantes en clase está haciendo uso de este nivel vulgar del lenguaje y no porque haya tenido pocas posibilidades de adquirir una cultura, sino más bien porque no se ha preocupado de aprender a hablar y escribir correctamente.
Insistí en este aspecto, porque en la clase de 2º de PCPI es habitual escuchar a un alumno decir “fulanito me está dando por culo” en lugar de “me está molestando con sus bromas”, o “zutanito se ha dado una hostia al entrar al instituto” en vez de “se ha golpeado con la puerta de entrada”. Siempre les llamo la atención sobre lo inadecuado de estas expresiones; pero suelen responderme que ellos hablan así con sus amigos, ignorando que el hablante, con una mínima instrucción, debe adaptarse a las diferentes situaciones comunicativas. En estas ocasiones, también les suelo recordar que, cuando el día de mañana vayan, por ejemplo, a una entrevista de trabajo, deberán cuidar especialmente el lenguaje que utilizan, si quieren conseguir el objetivo de que los contraten.
Otra de las características del nivel vulgar, que comentamos, es la abundancia de refranes y frases hechas. Les puse el ejemplo de “A palabras necias, oídos sordos”, que viene a significar que no se debe hacer mucho caso de las acusaciones, cuando éstas no se ajustan a la verdad. Enseguida sacaron a relucir los casos en los que los alumnos son acusados injustamente, por ejemplo, de hablar, mientras el profesor explica, o de haber expelido una ventosidad o un eructo, durante una clase. Les contesté que los profesores no podemos estar pendientes, además de explicar nuestra materia o de coordinar las tareas que realizan los alumnos, de todo lo que sucede en el aula; pero esta explicación no parece que les convenció del todo. En fin, ellos o, mejor dicho, vosotros tenéis la palabra.