No es fácil escribir con palabras sencillas sobre grandes dramas personales, pero Sándor Márai lo consigue: “Pocos sabían que aquel hombre, que estaba por encima de todas las pasiones humanas, parco en palabras, inabordable y cerrado, era en su fuero íntimo una ruina viva, más miserable y desafortunado que un paralítico, lleno de dudas y heridas, desesperado aunque lo disimulara con una fuerza sobrehumana”. Así, describe al padre de Kristóf.
Ambos ejercieron la magistratura, como su abuelo, de tal modo que juzgar el comportamiento de los demás, cumpliendo las leyes y haciéndolas cumplir, formaba parte de la tradición familiar, era su contribución a la sociedad.
Precisamente, el tema de la novela, sugerido por el propio título, tiene que ver con esta profesión, porque corresponde a Kristóf Kömives, protagonista de Divorcio en Buda, juzgar un caso de separación entre un antiguo compañero de colegio, Imre Greimer, y una joven a la que conoció, cuando ya era juez, Anna Fazekas. De esta forma, Sándor Márai logra generar la intriga desde el principio de la novela.
Después, una vez enganchado el lector, se demora en la presentación de Kristóf, para que conozcamos su origen acomodado, su formación universitaria y su modo de pensar conservador, rasgos coincidentes con sus familiares, que les convierte en seres herméticos e incapaces de mostrar lo que sienten o lo que piensan, como su hermana Emma: “No parece feliz; su personalidad está completamente cerrada, como una planta que cierra su flor ante un peligro indefinido guiada por un instinto complejo y sensible. Se la puede destruir, se la puede aniquilar con un simple gesto, pero así nunca entregará su secreto a nadie”.
Pero lo que interesa a Sándor Márai no es contarnos el proceso divorcio entre Anna e Imre, sino mostrarnos el interior de estos personajes, a través de una conversación, que recuerda a la que mantienen Konrád y el general en El último encuentro, y en la que el marido le cuenta a Kristóf la historia de su mujer, su total dependencia de ella, su amor absorbente e incondicional y, al mismo tiempo, sus dudas de ser correspondido en la misma medida. Y con esta duda en el aire, avanzamos en la lectura, convencidos de que poco a poco iremos encontrando la respuesta que ya intuimos, con lo cual se establece una complicidad con el narrador y los personajes, que nos hace entrar en la historia como unos confidentes privilegiados, a los que se les va a desvelar un secreto, una verdad, que incluso había permanecido oculta a la propia Anna, aunque en realidad estaba dentro de ella.
La búsqueda de la verdad es una constante en las novelas de Sándor Márai. Sus personajes necesitan conocerla para seguir viviendo o para entregarse a la muerte. Suele ser una verdad compartida, como una frase que inicia un personaje y debe completar otro. Así, sucede en Divorcio en Buda.