LA VOZ DORMIDA

PEPITA.- ¿Quieres saber la respuesta a lo que me preguntaste el otro día?

PAULINO.- Claro que sí, es lo que más me gustaría del mundo.

PEPITA.- Hazme la pregunta otra vez.

PAULINO.- ¿Quieres salir conmigo?

La chica le responde que sí y ambos se besan apasionadamente, en un lugar donde nadie les ve. Se habían conocido, en el monte, a donde ella fue para llevar un mensaje a su cuñado, que vive, como Paulino, en rebeldía y oposición armada a la dictadura franquista.

Esta escena de la película “La voz dormida” es la única tregua, el único momento de felicidad, que nos concede su director, Benito Zambrano,  en las dos horas, aproximadamente, de metraje.

Está basada en la novela homónima de Dulce Chacón y pretende ser un homenaje a todas las mujeres asesinadas o que sufrieron represión, durante la el franquismo. Muestra con un realismo, que nos llega a lo más hondo del corazón, la crueldad de la dictadura, que se instauró en España, después de la Guerra Civil.

Desde la primera escena, donde la hermana de Pepita, Hortensia, y un grupo de presas esperan, atenazadas por el miedo, la llegada de las carceleras con los nombres de las que van a fusilar esa noche, consigue el director andaluz atrapar al espectador. A partir de ese momento, las secuencias de crueldad se suceden, de forma sistemática, como una sinfonía de horrores. Quizá se le pueda reprochar un cierto maniqueísmo en el tratamiento de algunos personajes franquistas; pero todo está perfectamente documentado por la historia, en libros, como “El holocausto español”, de Paul Preston, recientemente publicado: las detenciones arbitrarias; las torturas, como instrumento para arrancar falsos testimonios; los juicios sumarios, donde se condenaba a muerte a los acusados por razones ideológicas; la colaboración de la iglesia católica con la dictadura; etc.

Las imágenes dicen más que las palabras, como en la escena en la que obligan a las presas a besar los pies del niño Jesús o, cuando Hortensia lee en alto la carta de su marido a sus compañeras de celda y la cámara nos muestra un primer plano de los rostros emocionados de estas.

La película no nos da tregua; nos muestra, sin paliativos, los horrores de una dictadura, que no respetaba los derechos humanos y en la que las mujeres republicanas fueron víctimas principales.

La sensación que te queda, cuando termina, es de desasosiego y enfado, porque, por un lado, no acabas de creerte que pudieran suceder esas cosas y, por otro, te asalta la duda, como dice mi amigo Benito, de si hemos sabido estar a la altura de aquellas mujeres, que entregaron su vida por defender la justicia y la libertad.

2 pensamientos en “LA VOZ DORMIDA

  1. Para los que tenemos una herida en el corazón por el sufrimiento de tantos hombres y mujeres, que dieron lo mejor de si mismo, la vida, la cárcel, el exilio, por defender principios y valores que eran y siguen siendo fundamentales para el desarrollo de los seres humanos, la película, a pesar de su dureza, es una gozada.

    Se rinde justo y merecido homenaje a las que fueron sufridoras en silencio durante la guerra y la postguerra, las mujeres, las compañeras, las amigas, de tantos y tantos hombres que lucharon por hacer realidad el proyecto de transformación y cambio profundo que quiso ser y fue la segunda república.

    La película pone de manifiesto la brutalidad de la represión de la dictadura franquísta durante la postguerra, a través de hombres y mujeres que representan lo peor de la iglesia, el ejercito y la policía, la injusticia de los tribunales militares, la crueldad de las cárceles, y el odio permanente de los vencedores.

    Hace varios años había leído el libro de Dulce Chacón, por mi madre conozco historias de sufrimiento muy parecidas a las que se reflejan en la película, y aunque Rafa del Castillo me advirtió por twiter de la dureza de la película, no pude evitar unas lagrimas silenciosas en la oscuridad de la sala.

    En cualquier caso, gracias, millones de gracias.

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