El primer día de clase les pregunté a mis alumnos si la lectura se encontraba entre sus aficiones favoritas. Comencé explicándoles que en mi caso sí lo estaba, entre otras razones, porque, tras la lectura de un libro, siempre hay una vida en forma de sentimientos, de historia más o menos ficticia, o de conflicto; una vida con la que busco una identificación o al menos un acercamiento.
Puse el ejemplo de la novela que estoy leyendo estos días, Patrimonio. Una historia verdadera, en la que su autor cuenta la relación que mantuvo con su padre, a raíz de que le detectaran un tumor cerebral. Uno de los momentos más terribles tiene lugar después de la biopsia que le hacen para saber si es maligno o benigno. El padre se encuentra en casa del hijo, pero como lleva varios días sin defecar, como consecuencia de la anestesia, se caga encima, manchando todo el cuarto de baño, y éste tiene que limpiarle, «poniendo a un lado el asco e ignorando la náusea».
Les comenté que cada vez que releía este pasaje, pensaba en mi propio padre, que también está muy delicado de salud, pues ha perdido buena parte de su capacidad cognitiva. Se ha convertido, como el padre de Philip Roth, en una persona dependiente, como hay tantas en nuestra sociedad.
Esto dio lugar a un debate sobre las personas mayores: sobre cómo debemos llamarlas (viejos, abuelos, ancianos, tercera edad…); si son excluidas socialmente o ellas mismas contribuyen a su exclusión, con frases como “en mi época era distinto” o “eso es cosa de jóvenes, que decidan ellos”, como queriéndonos decir que ya ha pasado su tiempo; si deben permanecer en sus casas o en la de sus hijos, o bien alojarse en residencias; si la vejez tiene también aspectos positivos; etc.
Como quedaron muchas cosas en el tintero, os propongo que retoméis el tema interviniendo a continuación.
Recordad que el castellano tiene sus normas para escribir correctamente.
Yo, antes de empezar mi intervención, pido perdón por faltar a esa clase, por lo que no pude escuchar a mis compañeros. Así que voy a dar mi propia opinión que es la siguiente:
Yo diría que sí, que hay veces que ellos mismos se excluyen con frases como las que usted formuló antes, pero pienso que no lo hacen a propósito sino que lo dicen sin pensar.
Otra cosa que me gustaría añadir es sobre dónde deberían estar, si en sus casas, en las de sus hijos o en residencias. Lo que yo pienso es que ellos deberían elegir dónde estar y que, si deciden vivir con sus hijos, no deberíamos reprochárselo, pues nosotros hemos vivido en las suyas toda la vida y no nos han puesto malas caras.
Me gustaría terminar esta intervención pidiéndole a usted que en clase me dijese el título del libro en el que aparece el relato La pata de mono, pues son los tipos de relatos que me gusta leer.
Se despide con un cordial saludo: José Maria Belmonte Pineda.
Yo creo que a nuestros mayores, antes de tomar cualquier decisión por nuestra cuenta, debemos preguntarles que dónde quieren pasar los años de vida que le quedan. Algunos creen que, si los dejamos en un asilo, para ellos significa que no los queremos u otras cosas, pero aun así debemos cuidar de ellos, al igual que ellos cuidaron de nosotros, cuando podían. Solo me queda decir que, antes de tomar cualquier decisión, los escuchemos por que ellos son los que tienen la última palabra .
Pienso que deberíamos preguntarle a ellos sobre dónde quieren estar, porque esa persona que es tu padre o tu madre te ha dado la vida y te ha cuidado, y ahora deberíamos hacerlo nosotros por él; solo que hay veces que no se puede porque depende del trabajo que tengas y las horas que estés fuera de casa, y hay circunstancias en las que los familiares no quieren hacerse cargo de ellos y tenemos que dejarlos en una residencia .
Yo pienso que, antes de mandar a nuestro mayores a una residencia, debemos preguntárselo, ya que hay personas que quieren pasar sus ùltimos dias con su familia y su gente , o tambien hay personas que quieren estar en una residencia, ya que piensan que son un cargo para sus familias. En algunos casos, hay personas que no se quieren hacer cargos de ellos y los mandan a residencias para quitárselos de encima . Pienso que eso no es justo, ya que ellos se han esforzado para que a sus hijos no le faltara comida .
Pienso que las personas mayores no son un cargo, ya que ellos han luchado para que tengamos comida que llevarnos a la boca, algunos trabajando en el campo
Yo pienso que, independientemente de que tu padre o madre esté en una residencia o no,hay que quererlos igual o más que siempre, porque son mayores y, de aquí a un breve periodo de tiempo, ellos ya no estarán y los echaremos mucho de menos, porque nos dieron la vida, nos cuidaron y enseñaron muchas de las cosas que sabemos y, del mismo modo que a ellos les dio igual limpiarnos los excrementos cuando éramos pequeños o nos bañaban o nos llevaban al colegio, nosotros lo tenemos que dar todo por ellos y sobre todo porque sean felices el poco tiempo que les queda con nosotros.
Yo pienso que se les debería llamar de forma cariñosa,como yayo,yaya,abuelo,abuela…,para que se sientan queridos.Las personas mayores necesitan ayuda,aunque lo nieguen,porque ya no se pueden valer por sí mismas,como años atrás.Son más delicadas,no pueden hacer cosas que antes hacían.
Y siempre hay que pedir su opinión,ya que son las que se van a ir o a quedar en algún sitio.Por ejemplo,hay que preguntarles si quieren ir a una residencia o quedarse en casa de algún hijo,nieto o familiar.
Yo pienso que se les debería tratar con cariño, para que se sientan mejor.Las personas mayores,aunque ellos piensen que no,necesitan ayuda.Porque a su edad ya no son como antes. También hay que hacer lo que ellos decidan y quieran,no lo que nosotros digamos,porque nosotros estamos ahí para ayudarlos,no para elegir por ellos.