El eufemismo, según el diccionario de la Real Academia Española es “una manifestación de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”. Probablemente, esta sea una definición poco clarificadora para un alumno de ESO, como sucede a veces cuando se recurre a tan alta institución. Por eso, los profesores de Lengua Española solemos relacionar este concepto con otro que significa justo lo contrario; y les explicamos que el eufemismo es la palabra que los hablantes utilizan en sustitución de la palabra tabú. Así, socialmente, se prefiere “invidente”, en lugar de “ciego”; “personas mayores o de la tercera edad”, en vez de “ancianos”; “empleada del hogar”, en sustitución de “sirvienta o criada”; o “hacer el amor”, en lugar de “follar”.
Como puede apreciarse, las palabras y expresiones mencionadas pertenecen a diferentes ámbitos de la vida: sociedad, trabajo, sexo, etc.
No es habitual poner ejemplos relacionados con la política; pero últimamente nuestros gobernantes se están prodigando tanto en el empleo de eufemismos, para referirse a las medidas contra la crisis, quizá con la vana intención de suavizar estas, que constituyen un auténtico venero para los enseñantes. Por ejemplo, sustituyen el término “recortes” por “hacer los deberes, ajustes y reformas estructurales”; “abaratar el despido” por “simplificar la contratación”; “subir impuestos” por “cambiar la ponderación”; “euro por receta” por “tique moderador”; “amnistía fiscal” por “afloramiento de bases”; “subida del IRPF” por “recargo temporal de solidaridad”; etc.
Por fin, hemos encontrado algo bueno a la crisis: estos inmejorables ejemplos de eufemismo para nombrar las medidas severas e impopulares, tomadas supuestamente con la finalidad de combatirla. Esperemos, no obstante, que en el próximo año 2013 nuestros gobernantes no sean tan rentables lingüísticamente, pues, aunque aparentemente suene peor, preferimos que llamen a las cosas por su nombre. De lo contrario, sus declaraciones, al compararlas con los hechos, acabarán valiéndonos para explicar otro concepto: el de hipocresía.
Al igual que tú, considero que la política es el mejor ejemplo del asiduo uso del eufemismo. Pero, más allá de la pretensión de suavizar las medidas que toman para “atajar” la crisis que nuestro país está padeciendo, creo que es más bien una consecuencia de la desvergüenza de la que, desde hace años, hacen uso todos y cada uno de nuestros políticos.
Lamentablemente estoy convencido de que, no solo en 2013, sino en los años venideros, nuestros gobernantes –y los que no gobiernan también- seguirán en la misma línea ya que, en caso de que se decidiesen a exponer clara y honestamente sus intenciones, no habría ningún ciudadano dispuesto a darles su voto. Es ahí, donde radica la esencia de nuestra clase política. Solo hay que ver el claro ejemplo que nos está dejando Mariano Rajoy; durante la campaña electoral prometió hasta la saciedad mejorar las pensiones, no recortar en políticas sociales, disminuir la tasa de paro y, ahora, con el paso del tiempo, “donde dije digo, ahora digo Diego”.
Tengo la impresión de que los políticos, antes de dirigirse a los ciudadanos –en un mitin, en una rueda de prensa, una entrevista, etc.- se autoconvencen de sus propias mentiras. De otra forma no se entiende que puedan defender sus continuos desmanes con la tranquilidad y pasividad con que lo hacen.
Siguiendo la estela de nuestro gobierno, podemos utilizar un eufemismo para denominar a Rajoy, y el resto de su equipo como “administradores desleales” –en lugar de llamarles sinvergüenzas-.
Para terminar, creo que, de ahora en adelante, en el diccionario de la RAE, deberían incluir como segunda acepción de hipocresía: “dícese de la forma de actuar más extendida entre la clase política española”.
Al fin y al cabo, hablar con eufemismos a veces no suaviza las cosas, si esta forma de hablar se reitera continuamente. Si te digo la verdad, a mí no me gusta hablar con eufemismos, prefiero ir al grano, y muchos más los políticos que de ellos depende el país. No digo que este mal hablar de esta forma, pero, claro, es que, si encima de que ellos hablen así, lo hacen como para “suavizar el problema”, cuando saben que lo están haciendo mal, es algo que me repatea, pero no solo a mí, sino a mucha gente. En definitiva, si estás hablando de algo serio como es la política, mejor decir las cosas claras, puesto que hay gente que se puede molestar.