El sermón del bufón


El pasado jueves vimos, en el Teatro Talia de Valencia, «El sermón del bufón», obra escrita, dirigida e interpretada por Albert Boadella, en la que, con sentido del humor y originalidad, desdobla su personalidad entre El Niño Albert y el viejo Boadella.

Durante la misma, hace un repaso de su vida como comediante, especialmente su experiencia con el grupo Els Joglars, entremezclándolo con reflexiones personales y controvertidas sobre la transgresión, la política, la modernidad, el nacionalismo, etc.

En la hora y cuarenta y cinco minutos que duró la representación, disfrutamos con su ácido sentido del humor; con sus dotes de actor -muy conseguidas las parodias de Jordi Pujol y el rey Juan Carlos-; y con la proyección de fragmentos importantes de sus obras -«Teledeum», «La Torna», «Ubu President», «La increíble historia del Dr. Floid & Mr. pla», Daalí, etc.-, que nos hicieron recordar un pasado ya lejano.

Pero, al mismo tiempo, nos sorprendieron sus opiniones radicales y despectivas sobre el arte moderno -particularmente desafortunada su descalificación del Museo Reina Sofía y el Guernica de Picasso-; sobre movimientos, como el feminismo y el ecologismo, que están contribuyendo a un mundo más igualitario y respetuoso con el medio ambiente; sobre las óperas de Wagner, un personaje polémico, pero un músico sin duda brillante; etc.

Son impresiones contrapuestas, lecturas quizá contradictorias, que se pueden hacer de un montaje original, ágil y divertido, como el propio Albert Boadellla.

Un pensamiento en “El sermón del bufón

  1. Buenos dias,

    Ayer mismo estuve viendo esta obra. Menudo fiasco, me dio hasta vergüenza haber pagado por ello. Un señor que se vanagloria de haber sido un transgresor (imgino que lo sería en una etapa franquista en la que cualquiera que se saliera un poco de la normalidad lo era). Sus obras de teatro dejan tanto que desear como su pensamiento y manera de actuar. No voy a entrar en su ideologia política que por descontado ni comparto pero le creía más inteligente de lo que pude comprobar. Solo me faltaba ya para marcharme su crítica a valores que gracias a Dios acompañan hoy a la sociedad y su critica al arte contemporaneo con argumentos tan simplistas. Un señor que,por otro lado intentó hacer arte moderno,vanguardista y conceptual y no supo. Me alegro de que esta obra sea una especie de despedida de alguien que según lo que observé ayer quizás se haya aprovechado también de sus amistades para llegar a ser director de los teatros del canal y tener tanto nombre como tiene. Una pena que los estudiantes hayan perdido su tiempo y dinero y quizas también alguno de sus valores y talentos viendo este espectáculo del ego.

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