Curiosamente, la última novela, sobre la que hemos debatido en el club de lectura, habla de un mundo, donde están prohibidos los sentimientos.
Uno de los personajes, Helmholtz, se ve obligado a ocultar su deseo de expresar éstos poéticamente. Así, se lo cuenta a Bernard:
“¿No has tenido nunca la sensación de que dentro de ti hay algo que sólo espera que le des una oportunidad para salir al exterior? ¿Una especie de energía adicional que no empleas, como el agua que se desploma por una cascada, en lugar de caer a través de las turbinas?”
Y más adelante, le explica lo que es para él la poesía:
“Las palabras pueden ser como los rayos X, si se emplean adecuadamente: pasan a través de todo. Las lees y te traspasan. Esta es una de las cosas que intento enseñar a mis alumnos: a escribir de manera penetrante.”
Un día, se decide a leer sus versos a los alumnos de «Ingeniería emotiva», para inducirles a sentir lo mismo que él sentía, al escribirlos. La consecuencia fue la amenaza de expulsión y quedar marcado, desde ese momento, por el estigma de la diferencia. Como lo estaban otros dos personajes de la novela: el Salvaje, por su afición a la lectura prohibida de los dramas de Shakespeare, que atentan contra la estabilidad social; y Bernard, que deseaba tener la libertad de ser feliz, en un mundo donde todos lo eran por obligación:
“Sí, hoy día todo el mundo es feliz. Esto es lo que ya le decimos a los niños a los cinco años. Pero ¿no te gustaría tener la libertad de ser feliz… de otra manera? A tu modo, por ejemplo; no a la manera de todos.”
Este es el aspecto que más me ha interesado de la novela y que, desde mi punto de vista, más actualidad tiene: el valor de lo diferente. Frente a un mundo que trata de uniformar las conductas y controlar las vidas de las personas, en nombre de una falsa idea de progreso, los tres personajes citados defienden el derecho a ser diferentes. Por eso, son rechazados: porque piensan por sí mismos y tienen sus propias ideas; porque son vulnerables y accesibles; porque poseen sensibilidad; porque, a veces, se sienten tristes.
De la misma manera que el verbo “leer” no soporta el imperativo, la felicidad nunca puede ser una obligación, aunque debamos hacer lo posible para que todas las personas la disfruten.
“Un Mundo Feliz” es sin duda una de las novelas más paradigmáticas y técnicas que he leído nunca. No obstante, se asemeja bastante a la novela “Fahrenheit” y quizás es por ello, por lo que no me ha gustado mucho, la verdad.
Es cierto que, al principio, se hace bastante pesada, por sus tecnicismos sobre la empresa, y su funcionamiento…, pero, a medida que avanzas, te vas dando cuenta de cómo, aún bajo la toga de la tecnología, los seres humanos no son felices. Esta es una idea que defiendo profundamente. Una gran parte de la sociedad actual cree que el avance en el campo de la investigación lleva consigo el avance de la felicidad, pero eso no es así. No debemos confiar nuestra felicidad a un puñado de máquinas inertes, debemos ser felices por nosotros mismos.
En la novela hay muchos personajes característicos, pero para mí el más especial es el Salvaje, cuyo final no es muy agradable, pero en el fondo y pese a las adversidades a las que se enfrenta, era afortunado. Digo esto porque, en esa sociedad fantástica, era el único que había conocido y que conocía el autentico valor y sentido de la felicidad. Él sí era feliz.
Hay un dato sobre la novela que se dijo en el club y que fue lo que más me sorprendió de todo, y es la época en la que fue escrita. Hace ya tantos años, que el simple pensamiento de una sociedad así me parece impresionante. No se me ocurre cómo Huxley fue capaz de imaginar tal creación, cuando los avances tecnológicos de la época eran muy precarios. Es sin duda un dato impresionante.
Por otro lado, y centrándome más en la novela en sí, tengo que destacar, Matías, que la reflexión que hacen algunos personajes sobre el mundo, la vida y sobre todo la felicidad me parece insuperable. Están sometidos a una sociedad que no les aporta nada más que normas que hacen girar su vida en torno a una “falsa y supletoria felicidad”.
Pero, ¿puede el mundo convertirse en esta antiutopía, si siguen las cosas así? Sinceramente, prefiero no dar un respuesta, solo confío en que nos demos cuenta a tiempo de que el camino que escojamos sea el correcto, de lo contrario empezaremos un viaje sin rumbo cuyo destino es la destrucción de la sociedad, tal y como la conocemos.
Para concluir, me gustaría decir que todos, por unas cosas o por otras, debemos buscar la felicidad. Esta no es común, sino que es propia de cada persona, cada uno ha de ser y de hacer lo que a él más le haga feliz, siempre y cuando su felicidad no interfiera en la de los demás, pues es ahí donde reside el concepto de sociedad. La felicidad, al igual que decía Severino Anicio, está dentro de nosotros.
Por mi parte, no he tenido ocasión de leer esa novela, pero si en ella no se pueden expresar los sentimientos estaría en contra de su tema principal. Pienso que todo el mundo de forma consciente o no, busca su propia felicidad, entendida ésta como realización de su forma de ser. A nadie le gusta estar triste, lo que sí ocurre es que a veces no nos paramos a mirar dentro de nosotros mismos y ver lo que realmente queremos, sino que simplemente nos dejamos llevar por las actitudes de los demás, otras veces por miedo a que nos señalen como diferentes no nos desarrollamos tal y como somos. Por poner un ejemplo, si alguna vez salimos de fiesta tenemos que ser la más divertida, la más charlatana… y si a mí simplemente no me apetece ir de fiesta, ya sería diferente, o sencillamente me quedaría sola.
No sólo es conveniente para nuestra propia felicidad ser coherentes con nosotros mismos, sino que deberíamos aceptar nuestra forma de pensar, aunque sea diferente a la de los demás.
Pero el concepto de felicidad puede ser más o menos exigente en unas personas u otras. Pensemos ahora en la felicidad de tantas personas que vivan en países subdesarrollados o víctimas de abusos de poder, si les preguntáramos, tendrían con respecto a nosotros un concepto muy diferente de felicidad, difícil meta para ellos, cuando los demás les ponen tantos obstáculos, pero es curiosa la imagen de algunos de éstos niños con una amplia sonrisa, siendo felices con lo mínimo.
Esto nos hace darnos cuenta de que no hay que aspirar a tanto para ser felices, hay que saber apreciar lo que realmente importa y preocuparse de lo que sea un problema de verdad.
En fin, la obligación de ser felices para mí supone que hagamos un esfuerzo por sacar todo lo mejor de nosotros mismos, que nos aceptemos y nos valoremos como somos, diferentes o no, y que esa felicidad la compartamos con los demás respetando su forma de ser y que a la vez respeten la nuestra.
Sinceramente, pienso que cada uno posee su forma de entender la vida y que, por tanto, tiene diferentes conceptos de felicidad. Lo que es cierto es que los humanos tenemos una capacidad o virtud que nos distingue de los demás seres , y es que somos capaces de sentir emociones , de experimentar sentimientos. La lectura de este libro me ha planteado el interrogante de los límites de la conducta humana , de cómo se puede controlar a una persona y de cómo se puede anular por completo su identidad.
Monopolizar y hacer de la sociedad un colectivo de lo más homogéneo es de lo más aburrido que hay , a la par que peligroso , pues se convierte en algo fácil de manipular y distraer , pues no ven la realidad tal como es, sino como se la quieren dar a entender , es parecido a lo que el pastor hace con las ovejas . En las sociedades actuales, cada vez somos más materialistas y nos manipulan como quieren , pues nos tratan como a ovejitas , ya que nos condicionan con anuncios en la televisión , en los medios de comunicación , con las últimas tendencias en la ropa…. . Desde aquí, reivindico que los humanos no debemos ser objeto de terceros , que nos manipulan la vida como quieren , pues, si esto sigue así, pronto se asemejará a la rancia sociedad descrita por Huxley en la que la humanidad estará esclavizada , y de la que no podremos escapar , pues en el momento que vayamos en contra de la gran mayoría esta nos aplastará por miedo al cambio, pues temen perder esa sociedad en la que son manipulados , pero en la que carecen de responsabilidad y esto en cierto modo es cómodo.
Por tanto, hay que apoyar la diversidad , pues esto, a fin de cuentas, es lo que nos enriquece , lo que nos hace a unos distintos de otros y lo que nos hace que seamos característicos y, por tanto, únicos , lo cuál es bueno , pues, si en la sociedad todos fueran soldaditos que pensaran lo mismo, vistieran igual , tuvieran las mismas aficiones…, sería de lo más aburrido .Pero claro sería de lo más interesante para aquellos que estén en el poder, pues no tendrán problema alguno de su embobada sociedad , y los manipularán a fin de un beneficio , como se dice en la novela “hay que comprar equipamiento deportivo , pues contribuye a mejorar la economía”
En resumen, cada uno debe buscar su forma de ser feliz , pues si a toda una sociedad se le adormece y se le hace creer que son felices serán prisioneros de su propia existencia, y no serán capaces de buscar la felicidad por sí mismos . ¡VIVA LA DIVERSIDAD!
Fernando Gómez Aguilar