Leímos el pasado jueves en clase un cuento de W. W. Jacobs, donde se cuenta la historia de una familia que tiene en su poder una pata de mono, a la que puede pedir tres deseos. En principio, no se les ocurre ninguno; pero finalmente el señor White, con el talismán en la mano, pronuncia las palabras mágicas:
-Quiero doscientas libras.
A partir de este momento, los hechos se precipitan y se tornan dramáticos, tal y como había advertido el sargento mayor Morris, que fue quien les entregó la pata de mono.
Nos planteamos la moraleja y llegamos a la conclusión de que el autor quiere darnos a entender que alterar el destino de las personas puede tener consecuencias negativas. De hecho, en un pasaje del cuento, se alude a un viejo faquir que le dio a la pata de mono el poder mágico de los tres deseos, con lo que “quería demostrar que el destino gobierna la vida de los hombres y nadie puede oponérsele impunemente”.
La moraleja nos llevó a preguntarnos qué significa el destino para cada uno de nosotros: si es esa fuerza desconocida e incontrolable que actúa sobre los hombres y los sucesos, como el fatum de los romanos; o por el contrario, el destino depende de lo que hagamos, es decir, está ligado a nuestra voluntad.
En el debate, salió a relucir también la postura intermedia, según la cual hay sucesos que no se pueden evitar, como la muerte, porque estamos abocados a ella, por nuestra condición de seres vivos; y otros que sí podemos controlar, como los objetivos que nos trazamos en nuestros estudios y en nuestro trabajo, que dependen, en buena parte, de nuestro esfuerzo y dedicación.
No obstante, según de qué hablemos, siempre nos quedará la duda. Por ejemplo, ¿tienen libertad nuestro gobierno y los del resto de los países europeos para hacer una política diferente a la de luchar contra el déficit? A la luz de lo que está sucediendo, parece que no, aunque la práctica de esta política esté deteriorando la vida de las personas y generando más paro.
Quizá eso que llaman el mundo financiero quiere demostrar, como el viejo faquir del cuento, que nadie se puede oponer impunemente al destino para los ciudadanos europeos, que él ha fijado previamente, de acuerdo a su propio interés.
En mi opinión, el destino puede cambiar, pues que nada está escrito. Tampoco creo que un talismán nos dé suerte, porque, por ejemplo, si tú no estudias para un examen, por muchos amuletos que tengamos, nada va a cambiar.
Lo que tampoco veo es que, porque pidamos un deseo, no nos tiene que pasar nada y en este cuento el hombRe muere por haber pedido doscientas libras para pagar la hipotéca.
Al fin y al cabo, lo que tenemos que hacer es vivir la vida y no tentar a la suerte.
Creo que nunca puedes saber lo que va a pasar en la vida, en tu futuro… Si te propones algo, pues se cumplirá, por ejemplo: si de mayor quieres ser abogado, pues estudias muy duramente para sacártelo. Pero, si te tocas la “barriga” aunque quieras serlo con todas tus ganas, nunca lo llegarás a hacer, o según como cuides tú cuerpo, tú organismo… Así influirá en tu futuro. Porque en tú futuro influyes de una manera mayoritaria. En cambio, hay a veces que haces lo correcto siempre y por alguna razón sin saber cual, a lo mejor te pasa a ti lo malo y a los que lo hacen mal, por llamarlo de alguna manera, le sale todo bien. Tanto en enfermedades, estudios, cargos de trabajo…
La verdad que es una cuestión que te hace pensar y te preguntas, ¿Qué me deparará el destino? Pues yo soy de las que piensa que, si quieres lo mejor para ti, cuídate y lucha por tus sueños e ideas, el destino (futuro) te lo recompensará.
Yo creo que en el destino tendrás lo que mereces, la vida no te regalará nada permanente, por ejemplo, si no estudias para los exámenes, si tienes suerte, un amigo te dirá las respuestas y podrás aprobar ese, pero no en todos los exámenes te podrá decir las respuestas y por lo tanto te quedará esa asignatura. Pero, si todos los días haces las tareas y estudias para los exámenes, si no tienes suerte, puede que suspendas una vez o dos, pero, si estudias y te esfuerzas, la vida te recompensará y aprobarás esa asignatura, como fruto de tu esfuerzo.
En conclusión, a cada uno la vida le da lo que se merece, aunque alguna veces sea injusta, pero al final siempre tendrás lo que de verdad te mereces. No creo en la suerte sino en lo que te esfuerces para conseguir lo que deseas.
En mi opinión, de la palabra ‘destino’, podemos sacar varias conclusiones:
O el destino de la vida, que está en la muerte, ya que todos nos llegará el día en que muramos.
Y también nos podemos referir al destino de nuestra formación profesional, ya que eso si puede cambiar dependiendo de lo que estudiemos y/o hagamos.