La obra Arte de Yasmina Reza, estrenada en 1994, cuenta cómo las relaciones de amistad entre Sergio, Marcos e Iván comienzan a deteriorarse, a raíz de la adquisición de un cuadro abstracto por parte del primero de ellos. Las distintas valoraciones que les merece éste harán aflorar los defectos, las palabras no dichas y, en suma, las diferencias, que han permanecido ocultas o ignoradas, hasta ese momento, y que son, en realidad, las reglas tácitas por las que se rige este tipo de relaciones en nuestra sociedad.
Los diálogos se suceden con agilidad y fluidez, sin ningún tipo de concesión a la retórica. Van directamente al meollo del asunto: la fragilidad de la amistad entre los personajes. Después, serán el director y los actores, en el montaje de la obra, los que completen estos diálogos sobrios y sencillos, con sus gestos, sus movimientos y sus silencios, porque Arte, como todas las obras de teatro, está hecha para ser representada ante un público.
Los numerosos monólogos, que quizá le resten continuidad y ritmo, bien introducen una escena o bien la interrumpen, para mostrarnos el pensamiento o la opinión de un personaje sobre lo que estamos viendo, como éste de Sergio, después de que Marcos despreciara su cuadro, al calificarlo como una mierda: “No le gusta el cuadro. Bueno… Ninguna delicadeza en su actitud. Ningún esfuerzo. Ninguna muestra de ternura en su crítica. Sólo una risa pretenciosa, pérfida. Una risa que lo sabe todo mejor que nadie. Odio esa risa”.
Es como si los personajes se desnudaran en escena ante nosotros, los espectadores, y nos fueran predisponiendo a favor o en contra de cada uno de ellos.
El humor surge de forma espontánea, por ejemplo, a causa de un malentendido o de interpretaciones distintas de una misma situación:
“MARCOS: Fue Sergio el que se rio primero…
IVÁN: Sí.
MARCOS: Él se rio y tú te reíste luego.
IVÁN: Sí.
MARCOS: Pero él, ¿por qué se rio?
IVÁN: Se rio porque se dio cuenta de que yo iba a hacerlo. Se puso a reír para darme confianza, si prefieres.
MARCOS: Si se rio el primero, no vale. Si se rio el primero fue para desactivar tu risa. Eso no significa que se riera a gusto.
IVÁN: Se reía muy a gusto.
MARCOS: Se reía muy a gusto, pero no por la causa justa.
IVÁN: ¿Perdona? ¿Qué es la causa justa? No lo entiendo.
MARCOS: No se reía del ridículo de su cuadro, no os reíais él y tú por las mismas razones, tú te reías del cuadro y él se reía para halagarte, para ponerse en tu onda, para demostrarte que, además de ser esteta que puede invertir en un cuadro lo que tú no ganas en un año, sigue siendo tu viejo amigo iconoclasta con quien uno se puede reír.”
Pero Arte, a pesar de estos momentos divertidos, es una tragedia. La propia autora ha reconocido, en una reciente entrevista, con motivo de la reposición de la obra en el Teatro Pavón Kamikaze de Madrid, que encierra una profunda oscuridad, porque narra la demolición de una amistad. En efecto, ninguno de los tres amigos acepta cómo es el otro: a Iván le critican los otros dos amigos sus llamadas a la calma, que le quedan al margen de la conversación, su espíritu de conciliación, porque con éste espíritu no hace sino echar más leña al fuego; a Sergio le reprocha Marcos que haya pagado un dineral por un cuadro que, en su opinión, carece de valor, lo cual es una forma de decirle que ha dejado de contar con su opinión, que le ha traicionado; y éste último es tildado por Sergio de sarcástico, de intransigente, de tratar de imponer siempre su punto de vista, así como de enorgullecerse de no ser un hombre de su tiempo.
En cualquier grupo de amigos se pueden encontrar los perfiles de cada uno de estos tres personajes, y cualquiera, que vea la representación se puede identificar con alguno de ellos y reconocer como propias las situaciones que protagonizan. Esto, unido a la sencillez del lenguaje dramático, es lo que confiere universalidad a Arte.
Sobre esta obra de Yasmina Reza, hablaremos el próximo miércoles, 9 de mayo, a las 18 horas, en el Club de Lectura del instituto.