Phil era alto, tenía una mente inquieta, aguda y curiosa, aunque también se mostraba cruel con los demás. En cambio, “George era un hombre bajo y fornido, carecía de sentido del humor, era decente” y lento para aprender, aunque con buena memoria. Así, se presenta a los hermanos Burbank, que simbolizan dos modelos opuestos, casi personificaciones del mal y el bien, y que protagonizan esta historia que se desarrolla, en 1924, en un rancho de Montana, en Estados Unidos.
Los dos hermanos, a pesar de sus diferencias, se llevaban bien; pero el matrimonio de George con Rose, una mujer viuda, altera la convivencia y saca a relucir lo peor de Phil, que aprovecha cualquier ocasión para ofenderla: sus fallos tocando el piano; que fuera viuda de un borracho y madre de un mariquita; etc. Como en el pasado había hecho con sus padres a los que consideraba diletantes porque “pasaban el tiempo deseando y soñando”; organizando fiestas pretenciosas a las que invitaban a los demás ganaderos de la zona.
Phil oculta algo que iremos averiguando a partir de una serie de señales: siempre se encarga de la castración de los terneros en el rancho; sus padres se preguntan si podría tener algún trastorno; siente compasión por un viejo trabajador que había perdido a su hija, “puesto que él también sabía lo que era llorar a alguien”; recuerda permanentemente a Bronco Henry, un amigo que le enseñó lo que sabe de la vida; y no puede soportar el meneo femenino de Peter, el hijo de Rose, al caminar, aunque experimenta una sensación especial cuando éste le toca el brazo con su mano: “Ah, Dios, Phil casi había olvidado lo que el roce de una mano podía hacer y su corazón contó los segundos en los que la mano de Peter estaba sobre él y se regocijó por la calidad de esa presión. Le decía lo que su corazón necesitaba saber”.
También, el joven Peter esconde algo y aparecen pistas que así lo indican, como cuando le dice a su madre que no se preocupe por beber a escondidas: “Me encargaré de que no tengas que hacerlo”; y más adelante cuando halla el cadáver de una vaca: “Peter encontró exactamente el animal muerto que estaba buscando y le pareció apropiado que fuera Phil, en cierta manera, quien lo había guiado hasta él”.
Hay sutiles flashback para descubrirnos aspectos desconocidos de la historia, como, por ejemplo, el momento en que George encontró llorando a Rose, que señala el inicio de su relación con ella, o cuando va a visitarla días después: “No sabía más de amor, se dijo para sus adentros, que de lágrimas, pero le gustaba estar allí sentado. Y le gustaba la conversación, que parecía que estaba a punto de adoptar un tono todavía más alegre. En otras palabras, sabía todo lo que había que saber del amor, que consiste en el deleite de estar en presencia del ser amado“.
Todo lo relativo a esta relación amorosa está contado de forma extraordinariamente delicada. Por ejemplo, para Peter un simple gesto refleja la felicidad de su madre el día de la boda: “Casi no respiró durante todo el oficio matrimonial y apenas se mojó los labios cuando George cogió la mano de su madre y le deslizó el anillo de bodas, pero su corazón dio un salto cuando su madre se giró, sonrió y arregló y fijó el pliegue de su traje sastre, con el gesto más natural y elegante que él había visto jamás, tan hermoso que te rompía el corazón”.
El paisaje forma parte de la historia, pues las reacciones de algunos personajes ante el mismo nos descubren aspectos desconocidos: “A Phil le gustaba el hecho de que siempre, tras los talones del sol desaparecido, se producía un silencio asombroso, se creaba una pausa sobrenatural, y también le gustaba la manera en que luego invadían ese silencio unos sonidos mínimos que se arrastraban sigilosamente, como lo hacen las criaturas nocturnas en la oscuridad, los susurros de las hojas y las ramas de los sauces besándose, tocándose, del agua acariciando y tocando las lisas piedras del arroyo”.
El título enigmático de la novela se menciona en algunos pasajes, como, por ejemplo, cuando se describe el perro que ve Phil en la colina de Artemisa: “Las ágiles patas traseras impulsaban hacia delante los poderosos hombros; el hocico caliente apuntaba hacia abajo, persiguiendo alguna cosa asustada —alguna idea— que huía a través de los barrancos y riscos y sombras de las colinas del norte”. Pero su significado no se aclara hasta el final, cuando Peter lee en el libro de los salmos:
“Libra mi alma de la espada,
del poder del perro mi vida”.
En medio de la historia, se producen reflexiones sobre lo que les espera a los viejos ganaderos en los inviernos fríos y largos, entregados al consumo de alcohol, refunfuñando en casa, “seguros de que sus hijos e hijas deseaban que se murieran antes de que ellos mismos giraran la última esquina”; sobre el clasismo: “Phil no era ningún esnob, pero no te puedes casar con alguien que no pertenece a tu clase”; sobre el peligro que representan los sindicatos para los ganaderos; sobre el traslado obligado de los indios a las reservas, que eran terrenos áridos del sur donde apenas crecían árboles; etc. Y ante estos problemas, los personajes se definen adoptando posturas que responden al carácter de cada uno de ellos, a su forma diferente de entender la vida.
Al final, lo que le tiene reservado el destino a Phil, nos obliga a releer pasajes anteriores relacionados con Peter; aunque va a ser en las últimas líneas de la novela cuando se desvele lo que en realidad ha estado tramando éste.
La singularidad de El poder del perro, publicada en España en 2021, reside en que Thomas Savage aborda el tema de ser diferente en una sociedad hostil, pues pocas cosas puede haber más alejadas del Oeste americano, bronco y machista, como la homosexualidad. Pero la historia avanza de la mano de unos personajes en los que sabe penetrar psicológicamente mostrándoles con todas sus aristas. La tensión la genera sobre todo Phil con su animadversión hacia Rose, aunque se incrementa con la llegada al rancho del hijo de ésta, Peter. Pero también hay tensión en el interior de cada de estos personajes: el amable y flemático George tiene complejo de inferioridad con respeto a su hermano y se ha sentido solo hasta que encontró a Rose; a esta le produce angustia, hasta la anulación personal, el maltrato psicológico por parte de Phil, cuya homosexualidad reprimida le lleva a cultivar una apariencia ruda y le vuelve especialmente cruel y agresivo con los débiles; y Peter padece las risas y los comentarios homófobos a causa de su amaneramiento, aunque trama con frialdad una venganza insospechada.