Cuando escucho “Alfonsina y el mar” en la voz de Mercedes Sosa, escucho también la voz de una amiga de la universidad interpretando esta misma canción; porque la cantante argentina perteneció a una época de lucha por la libertad, en la que memorizábamos sus canciones y las hacíamos nuestras, interpretándolas a la luz de la luna.
Era otro tiempo y para los que lo vivimos Mercedes Sosa representa más que una cantante, como Rafael Alberti representa más que un poeta; eran símbolos de la libertad y de la justicia.
Escuchar su voz es sentir el latido oculto de los que sufren o, como en la canción “Alfonsina y el mar”, el drama íntimo de una mujer que se suicidó por amor.
Mercedes Sosa ha muerto, pero su voz potente y, al mismo tiempo, cálida, y su compromiso con los humildes permanecen con nosotros en el recuerdo.
Rafael en su "Rincón solidario" también ha evocado su figura.
La voz inconfundible de Mercedes Sosa hace que todos los poros de mi piel se estimulen hasta llegar a erizar el vello.
Cualquier canción en su voz hace pensar y reflexionar, porque le imprime un tono conquisador y agradable, aunque desgarrador y tremendo, cuando así lo cree necesario.
Aunque su mortal cuerpo no respire, su inmortal melodía seguirá con quienes la hemos escuchado alguna vez.
Mercedes, yo te sigo cantando.
Se me viene a la memoria una canción, a dúo con Horacio Guarany: Si se calla el cantor.
Ha muerto una cantora y, como ella entonaba, «Si se calla el cantor, calla la vida(…)Si se calla el cantor muere de espanto la esperanza, la luz y la alegría(…) Que se levanten todas las banderas cuando el cantor se plante con su grito, que mil guitarras desangren en la noche, una inmortal canción al infinito».
Cantora, se ha plantado tu voz pero tus canciones son inmortales. Las banderas están izadas y rasgamos las guitarras.
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