En los periodos de bonanza económica el empleo abunda y no es relevante la formación de la persona para encontrar empleo; en cambio en los de crisis, como el que nos encontramos ahora, las posibilidades de trabajar aumentan, si se está más cualificado. Según estadísticas recientes, el paro se ceba en los sectores de población menos formados; y esto sucede no sólo en España sino también en los demás países de nuestro entorno, como Italia, Francia, Alemania, etc.
En España, concretamente, según un reportaje, publicado hoy en El País, hacen falta sobre todo jóvenes que estudien formación profesional, para lo cual es necesario bien el título de Secundaria o bien superar las pruebas de acceso, que se convocan todos los años.
Creo que, a estas alturas del curso, en que las fuerzas de nuestros alumnos de 2º de PCPI empiezan a decaer, es bueno que tengan en cuenta estos datos, pues, con independencia de la utilidad que encuentren a las asignaturas, que estudian, o de la mayor o menor amenidad de las clases, o de que unos profesores les caigan mejor o peor que otros, una cosa parece clara: su futuro inmediato depende, en gran medida, del título de ESO y, si lo consiguen, sus posibilidades de trabajo aumentan. No tienen nada que perder, y sí mucho que ganar.
¿Merece la pena sacrificarse un poco y vencer la apatía y la desidia que poco a poco se está apoderando de ellos? ¿Merece la pena mostrar una actitud de mayor colaboración con el profesorado, que desde que comenzó el curso se ha volcado con ellos, adaptando la programación de las asignaturas, flexibilizando su metodología, y tolerando, con frecuencia, comportamientos poco adecuados para el estudio?
Hola Matías, tu texto sobre las ventajas de la formación me parece acertado y coherente, pero pienso que se puede añadir algo más, y es que, las ventajas de la formación no se quedan aisladas para el empleo o trabajo, las ventajas de estar formado sirven para vivir, que pienso que es lo que día a día se nos plantea y no siempre con la alegría y facilidad que todos deseamos.
Al aprender (sobre cualquier materia) se abre la mente y se estinula la curiosidad. Ella te lleva a buscar o indagar sobre cosas que jamás te hubieran interesado antes, te sientes tranquilo, sin miedo a que se plantee algo desconocido, porque tienes la capacidad de saber que puedes intentar conocerlo, aprenderlo, resolverlo.
Sin darnos cuenta, al formarnos con asignaturas como historia y literatura, nos impregnamos de conocimientos como la tolerancia, el diálogo, el razonamiento…
Me puede dar lo mismo que verdad se escriba con «v» o con «b» pero cuando sé que se escribe con «v», no dudo en usarla en mi escritura, mientras que cuando dudaba, escogía otra palabra por miedo a equivocarme.
Cuando se conoce algo de historia, que tanta lata dá cuando hay que estudiarla con sus fechas, sus nombres y sus batallas, se empieza a comprender la actitud o el comportamiento de las personas que vivieron esos tiempos y siempre se aprende algo, ¡claro el que quiera aprender!.
Mi opinión es que la persona que quiere formarse vivirá mejor porque tiene la posibilidad de abrir su mente, pensar, que a veces no es fácil e intentar hacer lo mejor para ella, sobre todo para los suyos y para el mundo.
Saludos.
Gracias, Toñi, por tu intervención. Estoy de acuerdo contigo en que las ventajas de la formación no se acaban en la mayor facilidad para lograr un empleo. Pero me interesaba insistir en este aspecto, porque mis destinatarios últimos son alumnos que tienen en su cabeza esta idea de trabajar, por encima de todas las demás.