Cuando ya no podemos más, cuando las cosas se tuercen, cuando todo se levanta frente a nosotros, surge el recuerdo y nos refugiamos en él como en un acto de fe, como si fuera nuestra única tabla de salvación; el recuerdo más viejo y, al mismo tiempo más cercano.
Los poetas tradicionalmente se han refugiado en el recuerdo para escribir, como Antonio Machado cuando visita el patio de la casa donde nació â??buscando una ilusión cándida y vieja: / alguna sombra sobre le blanco muro, / algún recuerdo en el pretil de piedra / de la fuente dormido, o, en el aire, / algún vagar de túnica ligera.â?.
Otro escritor, homónimo de Machado, Antonio Gamoneda, también se sumerge en el recuerdo para descansar de ser hombre, para devolver la vida al mundo que se queda vacÃo; el recuerdo de las manos de su madre acariciándole el rostro:
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â??CAIGO SOBRE UNAS MANOS
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Cuando no sabÃa
aún que yo vivÃa en unas manos,
ellas pasaban sobre mi rostro y mi corazón.
Yo sentÃa que la noche era dulce
como una leche silenciosa. Y grande.
Mucho más grande que mi vida.
Madre:
era tus manos y la noche juntas.
Por eso aquella oscuridad me amaba.
No lo recuerdo pero está conmigo.
Donde yo existo más, en lo olvidado,
están las manos y la noche.
A veces,
cuando mi cabeza cuelga sobre la tierra
y ya no puedo más y está vacÃo
el mundo, alguna vez, sube el olvido
aún al corazón.
Y me arrodillo
a respirar sobre tus manos.
Bajo
y tú escondes mi rostro; y soy pequeño;
y tus manos son grandes; y la noche
viene otra vez, viene otra vez.
Descanso
de ser hombre, descanso de ser hombre.»
Es hermoso vivir en las manos de otra persona, el amor y la felicidad concentrados en las primeras manos que nos acariciaron, aunque sólo sea en el recuerdo.
A Antonio Gamoneda le han concedido el Premio Cervantes 2006, que es el más importante para autores de lengua española. Aquà tenéis otro poema suyo: Â
«BLUES DEL CEMENTERIO
Conozco un pueblo, no lo olvidaré
que tiene un cementerio demasiado grande.
Hay en mi tierra un pueblo sin ventura
porque el cementerio es demasiado grande.
Sólo hay cuarenta almas en el pueblo.
No sé para qué tanto cementerio.
Cierto año la gente empezó a irse
y en muchas casas no quedaba nadie.
El año que la gente empezó a irse
en muchas casas no quedaba nadie.
Se llevaban los hijos y las camas.
TenÃan que matar los animales.
El cementerio ya no tiene puertas
y allà entran y salen las gallinas.
El cementerio ya no tiene puertas
y salen al camino las ortigas.
Parece que saliera el cementerio
a los huertos y a las calles vacÃas.
Conozco un pueblo. No lo olvidaré.
Ay, en mi tierra sin ventura,
no olvidaré a mi pueblo.
¡Qué mala cosa es haber hecho
un cementerio demasiado grande!»
Si queréis leer una entrevista con Antonio Gamoneda, pinchad en esta dirección:
http://www.elpais.com/solotexto/articulo.html?xref=
20061201elpepicul_1&type=Tes&ed=diario
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Lo que me llama la atención de este poema, que creo que es su fondo, es cómo no tiene recuerdo de su madre, pero sí de sus acaricias, de su manos. Se demuestra hasta qué punto puede llegar el cariño de una madre, no todas por desgracia, las sensaciones que transmiten a sus hijos, se nota que ellas nos parieron, jajajaja. Yo creo que todos sentimos esas sensaciones cuando nos hacen falta y sobre todo cuando sabemos que nunca las tendremos más.
Pienso que este poema de Antonio Gamoneda (â??Caigo sobre unas manosâ?) es uno de los claros ejemplos, de los muchos que puede haber, de sencillez y realidad.
Se demuestra con él cómo no hace falta perderse en un lenguaje retórico para demostrar sentimientos tan fuertes; es ahà donde se encuentra la esencia del mismo: decir mucho con muy poco.
Por otro lado, ¿quién no se ha refugiado nunca en un recuerdo de tales caracterÃsticas?, ¿quién no ha añorado, quizás en momentos difÃciles, situaciones pasadas: sentimientos hacia una persona,â?¦? Es por ello que este poema puede reflejar bastante bien situaciones que pueden ser experimentadas por muchos de nosotros.
A mà también me ha llamado la atención igual que a Jesús el recuerdo que él escribe sobre su madre, las caricias, los mimos, y es que es verdad que como una madreâ?¦ porque una madre es la que te cuida, cuando estamos malos, la que te alegra cuando estás triste… En este poema se refleja el amor del escritor hacia su madre, a pesar de morir cuando él era pequeño. Cuando se muere un ser querido, y pasa mucho el tiempo, es fácil que se te pueda olvidar su rostroâ?¦ y más si eres pequeño, tienes un vago recuerdo, pero lo que nunca se olvida son los sentimientos y el cariño que le tienes.
A mà el poema me ha parecido muy emotivo, ya que seguramente a todo el mundo se le ha muerto alguna persona muy querida y siempre le vienen buenos recuerdos de ella, cuando estás un poco desanimado, que hacen que te sientas bien, pensar en sus caricias, sus abrazos� en conclusión, me ha encantado.
Recordar nos hace sentir vivos. El recuerdo es todo. Pensar en el futuro no es más que sincretizar recuerdos, deformarlos, crear una realidad novedosa sobre los cimientos del pasado.
Recuerdo que una vez fui feliz, quizá no lo fui tanto, pero con el paso del tiempo lo imagino rozando la perfección. A veces mi mirada queda suspendida en el tiempo y atraviesa mi ventana, y la calle de enfrente hasta el infinito y una mueca se perfila en mis labios hasta que un suspiro contenido me saca del trance. «Debes a aprender a recordar con alegría, no con nostalgia», me repito. Supongo que todos tenemos una sombra alargada que nos acecha cuando bajamos la guardia…
Ahora que estoy de regreso de dos viajes: a las estepas y al reencuentro conmigo mismo, he descubierto un pensamiento analgésico: «las cosas que sueden tienen siempre un porqué»
No sé cómo será mi futuro, pero puede que recuerde que no supe reconocer en qué consistía ser feliz. Así, mi propósito de Año Nuevo será… vaya… no lo recuerdo.
Un cordial saludo. Ahora estamos mucho más cerca 🙂