FUENTE OVEJUNA de Lope de Vega

MONTAJE DE LA COMPAÑÍA “ESCENARIOS EDUCATIVOS”

 

                   LAS DIFICULTADES DE ADAPTAR UN CLÁSICO

 

 

Hacer la adaptación de una obra clásica para escolares supone de entrada un problema que es necesario resolver: la reducción de un texto de dos horas aproximadamente de duración a la mitad. Todo aquello que se suprima, si es relevante para el desarrollo de la acción, ha de ser sustituido. De lo contrario, se pierde la ilación del tema y se ve perjudicado el ritmo de la obra, que es justo lo que se produce en el montaje de “Fuente Ovejuna”, que vimos ayer en el teatro “Avanti”. Como es sabido Lope de Vega en esta obra presenta dos acciones: una política y otra social. Pues bien, de la primera no tenemos noticias hasta el segundo acto, justo cuando los Reyes Católicos reconquistan Ciudad Real, que está en manos del Maestre de Calatrava, con lo cual el espectador que no conozca la obra no sabe muy bien a qué viene esta escena. El defecto se podría haber corregido con la figura de un narrador que informara de los acontecimientos pasados, necesarios para entender el presente. De hecho, en otros momentos de la obra, como el principio, es utilizado con eficacia para presentarnos a los personajes y el lugar donde se va a desarrollar la acción.

 

Otro de los problemas para un grupo de teatro que cuenta con un número reducido de actores es que debe afrontar una obra coral, con un número muy superior de personajes y en la que, además, el verdadero protagonista es un colectivo: el pueblo de Fuente Ovejuna. El primero de estos dos inconvenientes lo resuelven asignando a un mismo actor varios personajes, con la extraordinaria dificultad que ello implica, pues al diferente vestuario han de añadir una gesticulación y una voz también distinta. El recurso más fácil, por ejemplo, cuando una actriz debe desempeñar un personaje masculino es recurrir al falsete, con el riesgo, de provocar la risa del espectador en un momento en que se pretende justo lo contrario. El segundo de los inconvenientes es prácticamente imposible de resolver. Un ejemplo lo tenemos en la reunión del concejo de Fuente Ovejuna, una vez que Laurencia ha sido raptada y Frondoso apresado. Es una escena que necesariamente debe ser coral, porque el pueblo va a tomar la decisión de sublevarse contra el Comendador y que, sin embargo, con tan sólo tres personajes en escena resultó muy poco creíble.

 

A estas sombras del montaje que vimos ayer, cabría añadir la falta de mesura en la interpretación, pues los actores y actrices pasaban del estado anímico normal al enfado, de manera abrupta y gritando, de tal manera, que resultaba difícil entender lo que decían. El mejor ejemplo de lo que decimos es el discurso de Laurencia al concejo, después de haber sido ultrajada por el Comendador, un discurso muy bien estructurado, que acabará convenciendo a los hombres para llevar a cabo la sublevación, y que desgraciadamente apenas entendimos por la exaltación desmesurada de la actriz que interpretaba al personaje.

 

Pero no todo fueron sombras, pues hubo escenas muy conseguidas como, por ejemplo, la muerte del Comendador, que resultó creíble y llena de dramatismo, siendo además uno de los escasos momentos en los que el segundo plano de la escenografía cobraba todo su sentido. O la de la guerra entre las tropas del Maestre de Calatrava y las de los Reyes Católicos, resuelta con imaginación, mediante el recurso de las dos banderas enarboladas por un actor cruzándose y descruzándose. También alcanzaron un buen nivel las interpretaciones de Mengo y Jacinta, particularmente el actor que desempeñaba el primero de estos dos personajes, dotado de una bonita voz, que incluso exhibió entonando canciones populares.

 

En cualquier caso, el montaje de Escenarios Educativos ha merecido la pena por varias razones: porque ha sido un excelente complemento de la obra leída en clase; por lo que ha supuesto para los alumnos de familiarización con el género dramático y con el oficio de actuar; y por el contenido general de la obra que nos queda el mensaje saludable de un pueblo que no se resigna a los abusos de un poderoso.

 

Podéis centrar vuestras intervenciones en cualquiera de los aspectos que hemos comentado o podéis plantearos otras cuestiones, como la actualidad de “Fuente Ovejuna”, en particular de algunos personajes, como Laurencia, que demuestra un valor y una capacidad de decisión infrecuentes en el teatro clásico.

Fotos en TICágora

LA ZAPATERA PRODIGIOSA de Federico García Lorca

MONTAJE DEL GRUPO "NUMERELE IMPARE" dirgido por Daniel Sergio Pardo

Escribía León Felipe que todo el ritmo del mundo pasa por el cristal de una ventana. Se refería al pastor que va detrás de las cabras, a una mujer agobiada con una carga de leña en su espalda, a los mendigos que van arrastrando sus miserias y a una niña que va a la escuela de muy mala gana. Pues bien, todo el ritmo de la obra “La zapatera prodigiosa” de García Lorca pasa también a través de una ventana: los encantos de la zapaterita, las insinuaciones procaces de sus pretendientes, los chismorreos de las vecinas y los enfados del zapatero. Y es que pocas veces una ventana desempeña un papel tan importante en el desarrollo de una obra teatral, montada con agilidad y sencillez, en consonancia con los chicos jóvenes que la representaban: desde la simple, pero eficaz escenografía, pasando por una música muy bien seleccionada, que nos sitúa en la época republicana, hasta la notable interpretación, hecha, en general, con desenfado y un punto de espontaneidad. A destacar, sobre todo en el primer acto, las interpretaciones de la zapatera y su marido. Parece increíble que una alumna de 2º de ESO, apenas una niña, se mueva y gesticule con la gracia de Isabel Mª González. Por momentos, daba la impresión de que su frágil figura se transformaba, como por arte de magia, en la de una mujer seductora a la que ningún hombre puede resistirse. Casi a su misma altura raya el zapatero, interpretado por Israel Guillén, con un tono de voz grave y una dicción bastante aceptable, así como el resto de los personajes que, una y otra vez, pasaban a través de la ventana, que actúa como elemento de unión. Lástima, que el ritmo de la obra decaiga progresivamente en el 2º acto, probablemente por la falta de tiempo para ensayar. Pero, en conjunto, este montaje de “La zapatera prodigiosa” posee ritmo y frescura, y con unas escenas grupales –recuerdo ahora el montaje de “Tesmosforias” – de nuevo muy logradas. Se aprecia incluso en el buen ánimo de los actores y actrices cuando, por ejemplo, manifestan su asombro, mediante exclamaciones dichas al unísono, ante la historia que cuenta el titiritero. Plantea, además, un tema tan actual como la lucha de una mujer contra la realidad que la cerca. Nuestra felicitación, pues, a este grupo joven para que siga haciéndonos disfrutar con el teatro, y a quienes sabemos que lo impulsan y apoyan desde el DACE y la Casa de la Juventud.

TESMOFORIAS PARA SIEMPRE

Si las Tesmoforias eran fiestas griegas del siglo V a. c. en las que las mujeres se sentían libres tomando las riendas de sus propias vidas, habría que proclamar: Tesmoforias para siempre; porque la libertad, que no es un don sino una conquista, que ha durado muchos años, ya la ejercen las mujeres, al menos en países democráticos, como el nuestro. 

Ayer tuvimos la oportunidad de ver representada en nuestro centro esta obra de Aristófanes, en un montaje ágil e ingenioso, donde destacaron las escenas corales, a veces, iniciadas fuera del escenario. Arrebatadora la danza encabezada por el criado de Agatón, llena de ritmo y plasticidad, y con movimientos insinuantes, ejecutados con gracia y precisión por los actores. No menos graciosos los comentarios gestuales de éstos  al diálogo entre Mnesíloco y Eurípides –por cierto, una agradable sorpresa la interpretación convincente de nuestro amigo José Antonio Mora, muy metido siempre en su papel-. Conmovedor el coro de mujeres, cuando actuaba como tal coro, con las actrices diciendo los textos al unísono y desplazándose por el escenario, como si fueran una sola.  Desigual, en cambio, el nivel de interpretación, pues junto a personajes muy logrados, como el Mnesíloco de Juan Carlos Villanueva o el Eco de Toni Aguilar, encontramos a otros, particularmente entre las Tesmoforias, más artificiosos, menos creíbles, quizá por la dificultad de construir un personaje con tan solo dos o tres frases. 

Otro acierto fue la escenografía –aunque algo lento el cambio de decoración entre los actos- y el diseño de vestuario, muy en consonancia con el enfoque alegre y dinámico del montaje de Daniel Sergio Pardo. 

Felicitamos al grupo “Entrecajas” por habernos ofrecido una representación, que en ningún momento nos aburrió y nos quedó el mensaje tan actual de la valentía de unas mujeres que no se resignaron a desempeñar un papel secundario en la sociedad ni a permanecer indiferentes ante las injurias por razones de sexo. Lo dicho: Termoforias para siempre.

«DON JUAN TENORIO» DE JOSÃ? ZORRILLA

Para escribir Don Juan Tenorio, su autor, José Zorrilla, se inspiró en â??El burlador de Sevillaâ? de Tirso de Molina. Ã?ste fue el primero en tratar el mito de Don Juan, sin duda el personaje más universal del teatro español. La diferencia entre ambas obras radica en que en una de ellas, la del siglo XVII, el protagonista no se salva, mientras que en la otra, la del siglo XIX, su alma consigue la salvación gracias al amor de doña Inés.

El montaje que hemos visto es una adaptación de la obra de Zorrilla, cuya duración se ha reducido de dos horas, aproximadamente, a una. El lugar de la representación, el salón de actos del Colegio Salesianos, quizá no reunía las condiciones acústicas adecuadas, como para que el texto llegara con facilidad a los oídos de los espectadores. En parte, por esto y, en parte, por la falta de hábito de asistencia a representaciones teatrales, la actitud indebida de algunos alumnos dificultó el trabajo de los actores.

En general, el montaje respeta lo esencial del Don Juan Tenorio del autor vallisoletano. El nivel de interpretación de los actores ha sido aceptable, salvo los problemas de dicción de algunos de ellos, como el que hacía el papel de protagonista, especialmente en los diálogos de amor con Doña Inés, dichos, además, con escasa convicción. No se entiende muy bien que la escena más conocida, mal llamada del sofá â??porque en realidad se desarrolla en el balcón de la quinta de Don Juan- resultara, al menos por parte de éste, de lo más sosa.

Además, el que la obra sea en verso siempre es un inconveniente, tanto para los espectadores, en especial los poco iniciados, como para los actores de esta compañía, aún con margen de mejora en su formación. El teatro en verso es de los más difíciles de interpretar, pues a la dificultad de la interpretación se añade la de la recitación. Se trata de una combinación que incluso actores de reconocido prestigio y sólidas trayectorias profesionales, no dominan completamente.

El ritmo de la representación ha sido vivo, tanto por las ágiles salidas y entradas de los actores y actrices, como porque se han evitado los momentos muertos entre los actos, con cambios rápidos de escenografía, gracias a la multifuncionalidad de una simple estructura, que valía tanto para mesa de la hospedería, altar del convento, balcón de la quinta de Don Juan o lápidas del cementerio. No obstante, la escenografía, considerada globalmente, ha resultado un tanto pobre, pues cabría haber ambientado algo más los diferentes lugares donde se desarrolla la acción.

En cualquier caso, no se debe olvidar que se trata de un montaje especialmente pensado para el alumnado de Educación Secundaria y Bachillerato. Por eso, nos gustaría a los profesores de Lengua Castellana que os hemos acompañado conocer vuestra opinión sobre el mismo. Ya sabemos que no sois críticos de teatro, pero seguro que tenéis algo que decir, porque las representaciones teatrales, como las películas, nos llegan o no nos llegan, las vemos con agrado o no. Así que animaos y comentarnos vuestra impresión sobre el montaje.

Si lo preferís, podéis opinar sobre la vigencia del mito de Don Juan, como hombre seductor y sin escrúpulos, o sobre la de Doña Inés, como mujer débil y espiritual, o, en fin, tampoco estaría mal que comentarais los elementos románticos que habéis reconocido en la obra: temas, ideología�

â??EL AVAROâ? DE MOLIÃ?RE
DIRECCIÃ?N Y PUESTA EN ESCENA: JOSÃ? ANTONIO ORTIZ.

Cuando Moliére, que interpretaba el papel de Harpagón, representó por primera vez esta obra, en 1668, los moralistas se escandalizaron al ver que el vicio de la avaricia no se castigaba, sino que se ridiculizaba. Quizá no percibieron, como sí hemos percibido los espectadores de este montaje de José Antonio Ortiz, la fuerza que puede tener el ridículo para criticar algo en clave de humor. Nuestros mejores autores de teatro cómico, como Carlos Arniches en sus sainetes o Miguel Mihura en â??Tres sombreros de copaâ? lo han utilizado. Quién no recuerda, en esta última obra, la ridiculización de su pusilánime protagonista, Dionisio, que no logra romper con las ataduras que le unen a un mundo convencional.
La técnica del ridículo la aplica José Antonio Ortiz a la caracterización de los personajes, que desde que aparecen, por primera vez, en escena muestran gestos y actitudes exagerados, que definen su personalidad; porque, en el fondo, en las comedias de Moliére se presta mayor atención al carácter, al tipo, que al mismo desarrollo de la intriga. Recuerdan estos personajes, por su gesticulación, por sus movimientos en escena, por sus guiños al espectador, por su maquillaje blanco, que concentra toda la expresión en el rostro, a la comedia del arte italiana del siglo XVI, que tanto influyó en el teatro europeo y donde la mímica desempeñaba un papel muy importante. Todos los actores brillan a gran altura en este aspecto, pero destacan el protagonista, Ricardo Luna, al que ya le habíamos visto bordar el personaje de Novecento y que vuelve a demostrar su capacidad interpretativa; Alejandro Bueno en el papel de Flecha, que muestra una vivacidad y una chispa que nos hace recordar a los criados Pierrot y Arlequín de la citada comedia del arte; y Carmen Rey, cuya inolvidable interpretación de Frosina, Pitita en el montaje de José Antonio, parece inspirada en la Cruela de Vil de â??101 dálmatasâ?. Quizá la dicción en algunos momentos de la obra sea algo precipitada y las escenas en las que se concentran todos los personajes resulten, en ocasiones, menos creíbles, pero esto es pecata minuta si lo comparamos con la favorable impresión global.
A la relevancia y lucimiento de los actores contribuyen una escenografía sobria â?? telón de fondo blanco, seis columnas distribuidas a ambos lados del espacio escénico y sillón de época- y un cuidado vestuario.

La adaptación que ha hecho José Antonio Ortiz es bastante fiel al texto de Moliére; ha introducido escasos pero significativos cambios para actualizarlo, entre ellos los de algunos nombres de personajes, y ha prescindido de algún diálogo, como por ejemplo la discusión entre Valerio y el cocinero, pero sustituyéndolo con habilidad y sentido dramático por escenas de mimo superpuestas a otros diálogos.

Esta fidelidad a la obra del autor francés, que reconocemos también en la túnica que luce el protagonista o en el sillón de época â??aunque éste último tenga más que nada un valor simbólico-, la combina con elementos modernos como la decoración minimalista de las columnas o la resolución de determinadas escenas, como el monólogo de Hartagón â?? Jeremías en el montaje- cuando lamenta el robo del dinero, que es comentado mediante gestos por los demás personajes situados a ambos lados del espacio escénico, que al final acaban haciendo la estatua.

El cóctel de elementos clásicos y modernos resulta eficaz, desde el punto de vista dramático, y contribuye a que una obra del siglo XVI sea vista con agrado, incluso por jóvenes poco habituados a asistir a representaciones teatrales.

Si siempre han sido controvertidas las adaptaciones de los clásicos, creo que en esta ocasión José Antonio Ortiz ha elegido la opción adecuada: ni un salto en el vacío, al estilo de Camilo Bieito, ni un montaje sin riesgo alguno. Además, el mensaje final no es sólo la denuncia de un vicio tan actual como la avaricia, sino también mostrar dos actitudes ante la vida, que tienen igualmente plena vigencia y que están latentes en el texto de Moliére, pero que se han resaltado en este montaje: la autenticidad y la falsedad. El personaje del cocinero lo resume muy bien: â??Me apalean por decir la verdad y quieren mandarme a la cárcel por mentirâ?.

¿TIENE VIGENCIA «LA CASA DE BERNARDA ALBA»?

Nuestra XIV Feria del Libro ha resultado un éxito de ventas y de visitas por parte de los miembros de la comunidad, especialmente del alumnado. Quizá el libro más vendido haya sido “La casa de Bernarda Alba”, en el que García Lorca plantea el conflicto entre una moral autoritaria, representada por Bernarda y el deseo de libertad encarnado fundamentalmente por Adela. La primera impone unas normas opresivas basándose en la autoridad que le confiere ser “cabeza de familia”, después de la muerte de su marido, a las que se opone su hija más pequeña. Las demás hijas aceptan con resignación su suerte. ¿Cómo se manifiestan estas dos actitudes en la obra? ¿Qué opináis sobre ellas? ¿Han cambiado las relaciones entre padres e hijos? ¿Siguen los padres imponiendo su autoridad o quizá se han invertido los papeles y son los hijos los que imponen la suya? Aunque el conflicto al que acabamos de referirnos sea el tema principal de “La casa de Bernarda Alba”, aparecen también una serie de temas secundarios: la búsqueda del varón, la hipocresía o el mundo de las falsas apariencias, el odio y la envidia, la marginación de la mujer, etc. ¿Tienen vigencia estos temas? ¿Se dan actualmente en nuestra sociedad? Nos gustaría conocer vuestra opinión. Si lo preferís, podéis comentarnos lo que os ha parecido, en general, este drama de Lorca indicándonos lo que más os ha gustado y lo que menos. Ánimo, que el blog lo hacemos entre todos y todas.