El principal acierto de Petros Márkaris en Liquidación final es haber sabido fundir la crítica social con el relato policiaco. No he leído sus dos novelas anteriores que forman la trilogía dedicada a la crisis griega; pero desde el principio de esta, se perciben los dos aspectos mencionados, con el suicidio de las cuatro mujeres jubiladas que han tomado conciencia de que son una carga para la sociedad, y el primer crimen del llamado Recaudador Nacional, que pone en marcha la investigación policial.
Como telón de fondo, las protestas ciudadanas contra la política de recortes del gobierno griego. Vamos conociendo los pormenores de estas en los recorridos por Atenas del comisario Jaritos, buscando pruebas para identificar al asesino. Son continuas las referencias a las calles y avenidas, donde se desarrollan los hechos, así como a las manifestaciones de personas pertenecientes a casi todos los sectores de la sociedad.
Demuestra Márkaris oficio y habilidad para mantener la intriga en torno a los crímenes, en principio, cometidos para que paguen los defraudadores de Hacienda, y que provocan la comprensión y la solidaridad de los ciudadanos atenienses. La identidad del asesino permanece envuelta en el misterio hasta la aparición de una psicóloga, Maña Lagan, casualmente amiga de la hija de Jaritos y que da las claves para resolver el caso. Quizá sea esta la parte más débil de la novela, porque hasta ese momento nada se sabe de esta extraña e inteligente psicóloga, cuya aparición repentina suena un tanto a impostada, pues no se justifica suficientemente, y pone, además, de manifiesto la inutilidad de la policía griega.
Por lo demás, la novela se lee con extrema facilidad, pues está escrita en un lenguaje sencillo y, a diferencia de Balkan Blues, obra también de Márkaris, apenas hay pasajes que inviten a un relectura para descubrir valores formales que nos hayan pasado inadvertidos.
Se agradece el sentido del humor del narrador protagonista, Jaritos: unas veces basándose en el juego de palabras (“Antes de abrir a sus pacientes en canal, ya les había abierto la cartera”, así se refiere a Korasidis, cirujano que vivía en la abundancia y que fue víctima del Recaudador Nacional); y otras en la ridiculización de los personajes (“tiene el pelo rizado y la corpulencia de un mondadientes”, de esta forma describe a Spiridakis, especialista en evasión fiscal de la Unidad de Delitos Económicos).
También llaman la atención, por lo que sugieren del personaje, sus consultas sorprendentes al diccionario, al Dimitrakos. Fijándose en las palabras de las que busca el significado (suicidio, defraudar, emigración, promoción) se puede vislumbrar el devenir de sus investigaciones policiales y el de su propia familia.
No quiero parecer demasiado condescendiente pero me ha encantado el blog. Enhorabuena.
Gracias, Carlos.