Ayer, jueves, se publicó en El País, un artículo, firmado por José Lázaro, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, en el que se valoraba positivamente que el llamado modelo Bolonia abra la posibilidad de acabar, en la enseñanza universitaria, con el hábito medieval de las clases magistrales. Estas consisten en que el profesor prepara un tema y, después, lo expone en clase en “forma de soliloquio”. Los alumnos toman apuntes de lo que logran entender y, meses más tarde, lo memorizan para hacer el examen.
Entiende José Lázaro que lo más lógico, en lugar de la clase magistral, es la lectura por los alumnos de un texto elaborado por el profesor, la cual sirva de punto de partida para un diálogo y una reflexión que conduzcan a una mejor comprensión y asimilación del texto.
El planteamiento de este profesor de la Universidad Autónoma de Madrid se podría aplicar también a la Enseñanza Secundaria Obligatoria y al Bachillerato, niveles educativos donde, por un lado, se insiste, como objetivo fundamental, en desarrollar las competencias básicas del alumnado, y por otro, se utiliza, con una cierta frecuencia, el recurso didáctico de las clases magistrales.
No hay mejor forma de desarrollar estas competencias, en particular la comprensión y el análisis crítico, que leer un texto y reflexionar sobre lo leído, y descubrir –como dice José Lázaro- “que el sentido cambia mucho cuando hay la oportunidad de dar unas cuantas vueltas a lo que otros han encontrado en esas misma páginas que en una primera lectura parecían tener un sentido tan claro.”
Además, aunque la clase magistral -cuando sale bien, porque los profesores estamos inspirados ese día y hablamos con brillantez- nos proporcione un goce intenso y nos produzca también satisfacción tener a una veintena de alumnos escuchándonos en un respetuoso silencio, resulta más enriquecedor tanto para nosotros como para ellos una clase dialogada, en torno a textos escritos, donde surjan cuestiones imprevistas, tengamos que situarnos en puntos de vista diferentes y descubramos aspectos en los que no nos habíamos fijado. Vamos, algo parecido a lo que hacemos en el Club de Lectura.
Hoy, en en una carta al director, publicada por el diario El País, se abunda en la idea de que las clases magistrales son desgraciadamente un hábito nefasto en la educación secundaria:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Lecciones/magistrales/elpepuopi/20100906elpepiopi_7/Tes
Se ha hecho de rogar, pero al fin ha aparecido un réplica consistente al artículo en el que José Lázaro celebraba la desaparición del «nefasto hábito medieval de las clases magistrales», gracias al modelo Bolonia. Hoy el profesor Joan B. Culla i Clarà, publica en el mismo diario un artículo en defensa de este tradicional recurso educativo, aunque, eso sí, cuando es utilizado por profesores -no demasiado abundantes en la universidad actual- preparados y dotados para la docencia, no sólo para la investigación:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Empanada/bolonesa/elpepiopi/20100914elpepiopi_11/Tes
Pienso que es más interesante que los alumnos podamos opinar y dialogar con el profesor sobre los temas que éste comente, ya que asi las clases se vuelven más amenas, es más facil e interesante atender y nos ayuda a resolver dudas o cosas que no se hubieran entendido bien.
Porque, según mi punto de vista, las clases en las cuales los profesores llevan los temas preparados y los dicen como un soliloquio se vuelven muy aburridas, cuesta mucho mantener la atención continuamente durante toda la hora y finalmente no se sabe muy bien qué apuntes tomar o qué es verdaderamente importante.
Referente a esta información, publicada por el profesor de lengua Matías Regodón:
Según mi opinión, no entiendo el escándalo por el establecimiento del plan bolonia, ya que no veo nada extraño ni inhumano en este, incluso veo una gran solución para la enseñanza de ahora.
Poniendo, como ejemplo, mi caso: una clase en forma de soliloquio la veo extremadamente aburrida y nada enriquecedora para mí, ya que soy persona de estudiar de memoria, hacer el examen y, hora y media después, no saber ni a qué se refería el tema, por lo cual creo que personas, como yo, tengan que verse obligados a estudiar el día de antes y esto hace mucho más difícil sacar mejores calificaciones.
Creo que una clase dialogada y con matices interesantes aportados por el profesor para el alumno hará que sea menos difícil estudiar tanta materia, como nos toca este año, e incluso que se oigan diferentes puntos de vista sobre lo dialogado y que se mejore la relación entre profesor y alumno.
Creo estar de acuerdo con la opinión sobre las clases magistrales y sus posibles alternativas, así como con la implantación de un nuevo método para hacerles frente, aunque mantengo que, si deseamos universitarios críticos y preparados que sepan desenvolverse ante un texto o ante una situación con soltura y facilidad, así como profesores y catedráticos capaces de impartir una clase mediante réplicas, opiniones y preguntas, es necesario aplicar este método, no directamente a las universidades, sino a los niveles más inferiores en este tipo de educación, como puede ser la secundaria. Aún así, ¿estamos preparados para cambiar drásticamente de método de enseñanza?, ¿tenemos los recursos necesarios?. Por experiencia propia, creo poder afirmar que no. Esas magníficas clases “no magistrales” las cuales se basan en la interacción profesor/a-alumno/a, difícilmente se imparten en una clase de 33 alumnos (cientos en el caso de las universidades), conscientes además, de que deben “engullir” un extenso temario en apenas dos trimestres para poder pasar con éxito la angustiosa selectividad.
Por otra parte, también creo que no todo es blanco o negro. Ciertas clases magistrales en determinadas materias por un buen profesor, pueden ser un autentico goce tanto para el profesor como para el alumno.
Respecto a este tema, creo que es obvio que las clases magistrales tienen poco que ofrecer al alumno, pues resultan tediosas, difíciles de seguir e incluso odiosas, ya que, aunque el profesor las imparta de una manera más precisa y dé por expicado el temario de forma más rápida ,al alumno no le aportan nada, ya que estudiar algo que previamente no has razonado o comprendido resulta de lo más desquiciante.
Imagino que la única ventaja que tienen las clases magistrales es que agilizan más a la hora de dar el programa,y esto de alguna manera hace que los profesores se sientan más tranquilos, pero no veo ninguna ventaja más ,pues no son enriquecedoras para el alumno.
Por contra, existe otro método de dar clase , que yo creo ,y casi todos, que es mucho más óptimo para el estudiante pues nos hace que comprendamos mucho mejor la asignatura , preguntemos acerca de lo que no entendemos , opinemos, y nos lleve a una asignatura mucho más interesante y atrayente, e incluso mucho más fácil de estudiar ,puesto que lo has comprendido, a diferencia de si se impartiera con el otro método, lo que haría que ,como asignatura ,perdiera mucho.
Pues, en lo referido al plan Bolonia, estoy totalmente de acuerdo, ya que con ello cabe la posibilidad de acabar con las llamadas clases «magistrales», las cuales para mí son clases sin sentido, que únicamente te sirven para coger unos apuntes, los cuales en un futuro los tendrás que memorizar, y exponer en una prueba escrita, lo cual no te sirve para nada, ya que a la siguiente semana lo mas seguro es que no recuerdes casi nada de lo «memorizado».
Sin embargo, como dice José Lázaro, una clase en la cual tu aprendas a comprender y entender un determinado tema, es mucho mas instructiva que ninguna otra clase magistral, por lo que estoy totalmente de acuerdo con ello, ya que en un futuro recordarás todo lo visto, y no por memorizarlo como un loco, sino por haberlo comprendido y saber explicarlo.
Para que exista un buen funcionamiento en un centro educativo, como en nuestro caso es el I.E.S. Gran Capitán, esta técnica que propone José Lázaro podría llegar a ser la más adecuada.
Cada vez que he ido madurando, mis ideas respecto a la enseñanza han ido cambiando: Cuando estudiaba primaria, me daba igual que no existiera comunicación de este tipo, porque eran temas muy sencillos y, con leerlo un par de veces, se me quedaba; pero ahora que realizo cursos superiores, que el temario es mas difícil y hay más alumnos (con lo que es mas difícil poder tener una concentración total en lo explica el maestro), esta técnica nos vendría bastante bien.
Pienso que los profesores que llegan al aula y sueltan todo en plan soliloquio, lo único que consiguen es que nos aburramos y que, con la misma rutina, nos cansemos de escucharlo.
Ahora más a menudo los profesores nos entienden y hacen que las clases sean lo menos pesadas posibles y que haya una comunicación total entre alumnado y ese profesor, que podamos preguntar dudas, que nos corrijan, que podamos salir a corregir actividades y sobre todo ahora que nos centramos en la futura »Selectividad», que nos ayuden con ella para que nos sea lo más sencilla posible y que sea como un examen normal de instituto.
Poder entender, algo antes de memorizarlo, es la mejor técnica para aprender bien, y para posiblemente llegar a retenerlo más tiempo, que algo que te pudieras haber aprendido de memoria sin comprensión alguna.
Los profesores, al estar realizando su trabajo en el centro, creo que disfrutarán más de esta manera que propone José Lázaro que tener que soltar todos los días una charla, sin un diálogo con el alumnado. Si ellos utilizan esta técnica de comprensión, podrán llegar a conocer mejor a sus alumnos, y podrán tener debates, distintos cambios de opiniones y lo más importante: que toda la clase esté cómoda y que se aprenda de una forma sencilla.
Este tema es de especial interés para nosotros, ya que nos afecta directamente. Ante este punto propuesto por el plan Bolonia, no veo la necesidad de echarse las manos a la cabeza, incluso creo que es un tema que se podría haber planteado antes. Estoy totalmente de acuerdo con que se acabe con las clases magistrales, ya que éstas no dan lugar a un diálogo que refuerza la relación entre alumno y profesor y en el que se pueden responder dudas, e incluso llegar a conclusiones que no se habían planteado. Además, ayuda a hacer la clase más amena, motivando el interés del alumno por la asignatura, y evitando la falta de atención de éste, que puede incluso perderse por aburrimiento o por perder el hilo del tema.
En mi opinión, las clases magistrales sólo son una forma de hacer más fácil las clases a los profesores y, así, no crear debate ni interrupciones, porque, de esta forma, no tienen que responder a las dudas ni a las preguntas que sus alumnos tengan y sólo se limitan a memorizar algo, para que, al día siguiente, ellos lo escuchen y se lo vuelvan a memorizar.
Estoy de acuerdo con llevar a cabo el plan Bolonia, porque para los alumnos no hay nada mejor que aquellas clases donde no sólo se limitan a escuchar algo, sino que a ellos les gusta resolver sus dudas, escuchar las ideas o pensamientos de los demás y sobre todo entender otras cosas que no vengan en lo que se explica. Las clases donde sólo una persona habla son aburridas y pueden llegar al punto en que no se preste nada de atención, debido a que estás escuchando la voz de una persona, la cual no te ayuda a despejar esas dudas.
Por último, quería decir que es buena la colaboración de los alumnos, porque, así, se fomenta la realización de debates para ver los puntos de vista de cada uno.
Haciendo referencia a la situación que se plantea, tengo que decir que José Lázaro intenta buscar la mejor manera posible para que, en este caso, profesores y alumnos no sólo den una clase sino que en ella encuentren un interés.
Como hemos observado en los datos aportados, los alumnos presentan un mayor desinterés por estas clases magistrales, ya que en ellas no se precisa su opinión sino que simplemente escuchan al profesor y esto provoca, en la mayoría de los casos, que dichos alumnos opten por no prestar atención. Nosotros, siendo estudiantes de bachillerato, sabemos, mejor que nadie, que esto no sólo ocurre en las universidades, sino que existen numerosos profesores que realizan este tipo de clases en el instituto y con los cuales no estoy de acuerdo.
En mi opinión, las clases magistrales no son la mejor forma de enseñanza, ya que estas se convierten en monótonas y aburridas, aunque sí es verdad que, dando así la materia, se avanza mucho más y, de la otra manera, se dedica más tiempo al alumno , pero realmente qué sería lo mejor: ¿dar el temario necesario para sacar unos estudios? o ¿enseñar y enriquecer a las personas?
Pues bien, la verdad es que parece ser que casi todos estamos a favor de abolir las clases magistrales y, bajo mi punto de vista, no falta razón alguna.
De momento, casi todos nos encontramos en un nivel de bachillerato, segundo concretamente. La variedad de profesores que tenemos es muy amplia, pero casi todos comparten el hecho de que, a la hora de explicar, lo hacen de la forma más amena y sencilla posible para que podamos entenderlos correctamente. No obstante, también hay algunos que dan materia de golpe, pero no toda, como ocurría en 1º.
Personalmente, creo que la mejor forma de impartir una lección sería una mezcla de ambas, (dar bastante información y explicarla a la vez), es decir, si se dieran clases en la que cada vez que hubiera una duda los alumnos preguntaran una y otra vez y el profesor estuviera más preocupado de resolverlas que de avanzar, la clase no tendría mucho futuro. Por otro lado, si se tratara de clases donde el profesor diera el 100% de la materia, sin que hubiera ninguna intervención por parte del alumno, sería muy aburrido y pesado, por no hablar del hecho de que tengas que resolverte tu mismo tus propias dudas, sin ayuda de nadie, pero por otro lado, esto también refuerza tu aprendizaje y tu desarrollo a nivel escolar y personal.
Por ello, y para concluir, creo que la forma perfecta de enseñanza sería una que mezclara ambas formas, es decir, se podría, por ejemplo, seguir el siguiente procedimiento: en vez de dar toda la materia de golpe, se podría dar por bloques, en los cuales no hubiera interrupciones por parte de los alumnos y que, una vez concluido ese bloque, se llevara a cabo un diálogo o un coloquio sobre el tema, comentando algunos puntos y discutiendo dudas, así, se avanzaría a un buen ritmo y no habría dificultad por parte de los alumnos para comprender la materia dada.
Algunos profesores utilizan este método y creo que es el más correcto, porque mezcla las mejores cosas de ambas formas, mejorando notablemente la capacidad de aprendizaje.
Referente a este tema, pienso que las clases serían más amenas, si, a medida que el profesor explica el temario, se van haciendo intervenciones de los alumnos de tipo debate, que a la hora de estudiar nos ayuden a memorizar mejor. En estas clases, se lograría una mayor atención por parte de los alumnos, tanto al profesor como a la asignatura.
En cambio, cuando las clases las da un profesor de manera que explica el temario de una vez, sin pararse a intervenciones por parte de los alumnos, se desarrollará una atención mínima en la asignatura y, a la hora de estudiar para el examen, también se hará más difícil, ya que no habrá ejemplos que te ayuden. Por tanto, estoy de acuerdo con el Plan Bolonia y en contra de las clases magistrales.
En mi opinión, las clases magistrales son mas aburridas que en las que los alumnos pueden expresarse libremente y comentar dudas y sugerencias, de esta forma se hace más amena la clase, ya que resulta bastante complicado, ya en bachillerato, que es el nivel en el que nos encontramos, que nos impartan una clase, tomar los apuntes que se puedan y, al cabo de los días, examinarnos, ya que esto hace que el alumno no rinda lo bastante, porque mayoritariamente no se ha enterado de nada del temario, cuanto más los universitarios, ya que éstos necesitan comprender e interiorizar mucho más el temario, ya que eso significa que ellos, cuando terminen de cursar en la universidad, van a dedicarse a un oficio relacionado con ello y, por tanto, necesitan un conocimiento amplio y, con las clases magistrales, es bastante complicado e incluso para algunos imposible.
Pues, como alumno que soy, estoy a favor del plan «Bolonia», ya que es lo primero que nos dicen en el instituto, a los que cursamos en cursos superiores, y que a veces nos llevamos riñas de los profesores por estudiarnos las cosas de cabeza, en vez de estudiárnoslas de forma razonada, para que a lo mejor en el futuro nos sirvan; y luego llegas a la universidad y ¿qué?, te encuentras a unos profesores que te sueltan unas parrafadas kilométricas y tu vas cogiendo todos los apuntes que puedes para aprobar el examen, en el que al profesor le da lo mismo la manera en que estudies, él solo va a calificar tu examen, y seguramente ignorará la nota que saques, ya que solo eres un alumno más en su vida como profesor en activo.
Yo creo que el interactuar con los alumnos en clase sería una forma de aprender ambos, tanto los alumnos como el profesor, ya que, aunque sea el profesor de la clase y tengas unos ciertos estudios, no se debe creer que tiene todo aprendido en la vida.
Mi opinión sobre este tema es la siguiente:
Estoy de acuerdo en que con el plan Bolonia se supriman las clases magistrales, ya que este tipo de clases requieren un ritmo que algunos alumnos no podemos seguir con facilidad, porque tenemos que copiar unos apuntes en clase que podemos no llegar a entender y, después, nos los tenemos que aprender de memoria para la prueba escrita, mientras que las clases propuestas por el plan Bolonia requieren la participación de los alumnos y de esta manera se tocan distintos puntos de vista a los cuales una persona sola no podría llegar, de esta manera, se nos quedan mejor las cosas y se nos da la oportunidad de exponer nuestra opinión sobre los temas tratados en clase.
A cerca de las clases magistrales, quiero decir que, aunque ha sido un método que se ha usado durante años en la Enseñanza Universitaria y a menudo en la Enseñanza Secundaria Obligatoria y el Bachillerato, no se llegan a adquirir los conceptos necesarios que, por el contrario, se asimilan en clases que son más dinámicas, en las que hay diálogos alumno-profesor/profesor-alumno, lecturas de textos preparadas por el profesor a las que les siguen su correspondiente guía para profundizar más en dicho texto, etc.
Aunque por otra parte, pienso que con las clases dinámicas se consigue un buen rendimiento y la comprensión de los conceptos básicos por parte del alumnado y por tanto, su aplicación es muy útil tanto en la E.S.O como en el Bachillerato;pero sin embargo, en la Enseñanza Universitaria, al tratarse de alumnos de mayor edad, con una enseñanza superior y dispuestos a realizar una carrera, deberían estar preparados para asistis a las clases magistrales, tomar sus propios apuntes y sacar sus propios conocimientos sobre el temario, sin que exísta la relación alumno-profesor que existe en las clases dinámicas.
Acerca de este tema, me postulo a favor de los diálogos entre los profesores y los alumnos y, viceversa, ya que pienso que es más fácil resolver cuestiones entre varias personas que entre una. Lo que no me gusta de las clases magistrales, es que el profesor suelta toda la clase, y él sabe lo que está diciendo, pero puede que los alumnos no.
Con esto, no quiero decir que una clase magistral de vez en cuando no venga bien, pero no hay que cogerlo por costumbre ya que pienso que es más sencillo el aprendizaje a través de clases dinámicas.