Según el escritor Andrés Neuman â??en el cuento, igual que en el amor, es tan significativo lo que dices como lo que callas, las palabras como los silenciosâ?. Esta visión del cuento recuerda a los finales abruptos de los romances tradicionales, a la canción del marinero que tenÃa el poder maravilloso de alterar el ritmo armonioso de la naturaleza y cuyo contenido no se desvela al final, excitando nuestra imaginación.
 En efecto, tanto en el cuento como en este tipo de romances o como en las adivinanzas o como en la misma poesÃa es más significativo lo que se sugiere que lo que se dice explÃcitamente. De ahà la importancia, particularmente en los géneros narrativos, de suscitar una cierta intriga, de crear un clima de misterio, de dejar algún cabo suelto de la historia o algún enigma sin resolver, de sorprender con un final imprevisto.
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Uno de estos géneros narrativos, al que se le pueden aplicar todos los rasgos mencionados, es el microrrelato. Lo podemos definir como un cuento en miniatura, como una brevÃsima construcción narrativa, que suele tener desde pocas palabras hasta un párrafo o dos.Â
 El microrrelato es el género idóneo para definir o parodiar los tiempos que corren: la sociedad de consumo, el mundo conciso e impactante de la publicidad, la velocidad de Internet…
 Algunas ideas para conseguir dotar de brevedad un relato son:
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- Que tenga un desenlace rápido, sirviéndonos, por ejemplo, de una palabra extraña, lo cual puede ayudar a la concisión y tener un efecto humorÃstico.
- Hacer uso de la elipsis.
- Jugar con un lenguaje que posea doble sentido.
- Ubicar elementos familiares dentro de espacios inesperados.
- Situar el texto sin preámbulos dentro de un código o contexto sorpresivo o en desuso.
- Parodiar textos o contextos familiares.
- Hacer uso de la intertextualidad literaria, por ejemplo, citando elementos pertenecientes a textos literarios ya conocidos y confrontándolos con la nueva realidad textual.
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Y algunos ejemplos de microrrelatos:
«Cuando despertó, el dinosaurio todavÃa estaba allû
AUGUSTO MONTERROSO
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â??Hubo una vez un Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera habÃa hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.â?
AUGUSTO MONTERROSO
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â??El último ser humano vivo lanzó la última paletada de tierra sobre el último muerto. En ese instante mismo supo que era inmortal, porque la muerte sólo existe en la mirada del otro.â?
ALEJANDRO JODOROWSKI
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«…el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caÃa iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habÃan llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle habÃa cambiado por completo su concepción del mundo, y habÃa llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valÃa la pena de ser vivida».
GABRIEL GARCÃA MÃRQUEZ
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«Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello»
 GABRIEL JIM�NEZ EMAN
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â??No consigo establecer contacto con Houston. Tengo un pequeño problema y no puedo decir aquello tan gracioso de «Houston, tenemos un problema» porque, para qué, no me oyen. Pero eso no es lo peor. Estoy encerrado en este cubÃculo de un par de metros que gira casi sin control dando vueltas al planeta a 36.000 km. de altura y no puedo decir «Houston, tengo un problemaâ?. Conecte con el canal que sea, solamente oigo una carcajada histérica. Además, se rÃe de mà y me dice que a ver cómo salgo de esta lata a 36.000 km. de altura. Pero eso no me asusta. ¿Por qué tendrÃa que asustarme una carcajada? Por nada. Creo que me preocupan más lo golpes que dan a la puerta.â?
NACHO RUIZ
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PARA CELEBRAR EL DÃA DE LA MADRE
â??Raúl mató a su madre. Una vez muerta le extrajo el corazón. En su alocada huida cayó y rodó por las escaleras de su casa. El corazón salió despedido y dando botes fue a parar al rellano siguiente. El corazón de la madre desde el suelo, con el tierno recuerdo de un invisible cordón umbilical, vibró y dijo:
-¿Te has hecho daño, hijo mÃo?â?
LEOPOLDO RUIZ CERVERA
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