Al estudiar en clase las características del informe, hemos leído uno sobre el desarrollo de los países, en el que se plantea la posibilidad de utilizar productos genéticamente manipulados para combatir el hambre. Ahora bien, ¿son los transgénicos una solución o un problema? Como en el blog hermano «Ciencias al natural» hay una entrada sobre este tema, hemos hecho un enlace para que conozcáis los pros y las contras de este tipo de productos. Leed el texto y expresad vuestra opinión.
REALMENTE INDIGNANTE
Merece la pena crear un debate en este blog acerca de los comentarios que ofreció Jose María Aznar durante una comida-mitin celebrada en Benidorm hace unos días.
Para comenzar debemos decir que dichos comentarios fueron hechos por una persona a la que se le presupone una cierta cultura y todos los presupuestos que queramos otorgarle.
Durante dicha comida Aznar, en un acto de simpatía sin ninguna gracia, hizo una serie de comentarios acerca de los anuncios y los carteles que en carretera nos podemos encontrar a propuesta de la DGT como solución a la innumerable cantidad de accidentes y víctimas que los mismos se cobran: “No podemos conducir por ti… y quién le ha dicho a usted que quiero que conduzca por mí”, “No beba vino, no coma hamburguesas,… y quién es usted para decirme lo que tengo o no que comer…”
Con estas y otras frases nos “deleitó” el ex-presidente del PP, y afirmando lo que se dice en una de las noticias, se hace evidente que… “cada vez que abre la boca sube el pan”. Quizás podamos dirigirnos a aquellas familias que han perdido a algún familiar en la carretera, o tienen algún otro paralítico,… para ver que les parecen los comentarios, las risas y los aplausos que se hicieron cuando Aznar pronunció dichas palabras.
Al respecto, ¿qué pensáis vosotros?, ¿fueron comentarios bajo el influjo del alcohol o no?
Noticia: http://www.elsemanaldigital.com/arts/67046.asp?tt=
Noticia: http://actualidad.terra.es/nacional/articulo/blanco_aznar_llama_indigno_incitar_1553004.htm
RAÚL PÉREZ CABALLERO
FERROCARRIL DE MATALLANA de Antonio Gamoneda
A las ocho del día en febrero
aún es de noche.
No hay aún luz en los vagones, sólo
oscuridad y aliento.
No nos vemos: sentimos
la compañía y el silencio.En el andén estalla la campana.
Nos sobresalta la crueldad de un silbido.
Tiemblan las sombras. Todo vuelve
a un antiguo sentido.Nos dan la luz amarillenta y floja.
Salimos
de la oscuridad como del sueño:
torpemente vivos.Éste es un tren de campesinos viejos
y de mineros jóvenes. Aquí
hay algo desconocido.
Si supiésemos qué, algunos de nosotros
sentiríamos vergüenza, y otros esperanza.
Se está haciendo de día. Ya
veo los montes dentro de la sombra,
los robles, del mismo color del monte,
la yerba vieja, sepultada en escarcha,
y el río, azul y silencioso
como un brazo de acero entre la nieve.Cruzan los pueblos de sonido humilde:
Pardavé, Pedrún, Matueca…Cuando bajo del tren, siento frío.
He dejado mi casa. Ahora estoy
solo. ¿Qué hago aquí?, ¿quién me espera en
este lugar excavado en el silencio?No lo sé; con el tren se aleja
algo que es cierto aunque no puede ser pensado;
es algo mío y no me pertenece.
Está dentro y fuera de mi corazón.
“Es el mejor poema que leído” ha dicho de “Ferrocarril de Matallana” José Luis Rodríguez Zapatero, con motivo de la entrega a su autor del último Premio Cervantes. Para el Presidente del Gobierno lo que se aleja con ese tren de la vida es algo suyo, pero que no le pertenece, que está dentro y fuera de su corazón; “se llama Justicia, se llama Solidaridad”.
Nos gustaría conocer cuál es el mejor poema que habéis leído. Haced memoria, porque seguro que son muchos los poemas con los que habéis disfrutado en silencio o habéis escuchado recitar a vuestros profesores. La poesía es un género literario que nos cuesta más leer, porque los sentimientos aparecen concentrados, pero cuando conseguimos desvelar el significado último de un poema, el placer es mayor. Además, los buenos poetas suelen dejar algún cabo suelto que nos intrigue, algún misterio que nos haga pensar, una vez leído el poema, como lo que simboliza ese tren del texto de Gamoneda y lo que se aleja con él.
No os limitéis a escribir el poema, explicad, aunque sea brevemente, por qué lo habéis elegido.
Ánimo, pues, subamos al tren de la poesía y disfrutemos del viaje.
VIAJAR A BARCELONA
Viajar a Barcelona es caminar por las Ramblas; detenerse en el mercado de la Boquería y recrearse en la contemplación de las pirámides multicolores que forman las piezas de fruta y escuchar el murmullo de las conversaciones de los tenderos.
Viajar a Barcelona es contemplar la Sagrada Familia y dejar que nuestra imaginación vuele hacia las torres horadadas y se introduzca por los huecos profundos, como en un acto de amor profano. Viajar a Barcelona es recorrer los caminos sinuosos del Parque Gúell, dejarse atrapar por edificios que se integran en la naturaleza hasta confundirse con ella, y deslizarse por las líneas curvas de los arcos parabólicos, de los techos ondulados, de las columnas que se retuercen como árboles. Todo en este parque contribuye a crear la sensación de vida y movimiento. Viajar a Barcelona es recorrer con la mirada el edificio del Fórum, su fachada rugosa de color azul atravesada por franjas de vidrio, como torrentes de agua derramándose del techo. Una sensación de ligereza, de algo volátil, se apodera de nosotros al caminar por el interior de este edificio suspendido en el aire y perforado por múltiples claraboyas.Viajar a Barcelona es sentir el calor humano de quienes te acompañan, reconocer en sus caras soñolientas la satisfacción por la experiencia vivida, el deseo de que el recuerdo sea largo.
Estas son algunas de mis impresiones sobre el viaje a Barcelona. Animaos a contar las vuestras, sobre este viaje o sobre cualquier otro que hayáis realizado, porque viajar nos hace más sabios y nos ayuda a comprender el mundo.
Eran otros tiempos: la pobreza y el hambre asolaban los pueblos de España; apenas había trabajo en el campo y los que disfrutaban de él cobraban salarios de miseria; el índice de analfabetismo afectaba a más del 30 % de la población; etc. Los gobiernos de la 2ª república se propusieron corregir estas injusticias y una de las primeras medidas que adoptaron fue aumentar el número de escuelas y maestros. Al fin, los hijos de los jornaleros iban atener acceso a la educación y a la cultura; al fin, iban a aprender a pensar por sí mismos y no siguiendo las indicaciones del señorito de turno. Esta fue la extraordinaria labor que llevaron a cabo los maestros y maestras de la república y, por eso, fueron los primeros en ser encarcelados y asesinados, durante la guerra civil española de 1936. A las fuerzas conservadoras de este país no les convenía tener campesinos que pensaran por sí mismos y decidieran entre ser católicos o no serlo, votar a los partidos de derecha o a los de izquierda, etc. Ellos, los maestros republicanos, son los protagonistas del libro de Mª Antonia Iglesias; personas comprometidas contra el atraso y la incultura, que en palabras de Javier Cercas “contribuyeron como muy pocos a propagar los ideales igualitarios de libertad, progreso y laicismo con los que arrasó la guerra”. En el libro se recogen testimonios de antiguos alumnos de las víctimas y todos hablan bien de estos maestros que les enseñaban normas de urbanidad; que no recurrían al castigo físico, tan extendido en aquella época; que tenían mucha paciencia con los niños; que les inculcaban disciplina en el trabajo; que se preocupaban no sólo de enseñarles sino también de las necesidades que tenían.
Entiendo que los que nos dedicamos actualmente a enseñar somos, en cierta medida, herederos de aquellos maestros, pues compartimos sus ideales de formar ciudadanos reflexivos y críticos que sean capaces de decidir por sí mismos.
Como ya tenéis una larga experiencia como alumnos, nos gustaría conocer vuestra opinión sobre las personas que os han impartido clase, sobre la importancia que le concedéis en vuestra formación, sobre la consideración social que tienen.
Durante el mes de abril, se celebra en Córdoba COSMPOÉTICA 2007, encuentro internacional de poesía, en el que participarán poetas de distintas nacionalidades
Si queréis información concreta sobre la programación, pinchad en esta dirección:
¿DÍAS DE GLORIA?
Hay personas que, además de haber nacido en un país pobre donde el trabajo escasea y las condiciones de vida son miserables, están condenadas a sufrir la intolerancia y el racismo de los demás. Es el caso de los cuatro argelinos que se presentaron voluntarios al ejército francés, durante la segunda guerra mundial, para salvar al país galo de los nazis y que nunca vieron reconocidos su entrega y su valor; al contrario, fueron tratados como personas de segunda categoría que, a diferencia de los nacidos en Francia, no disfrutaban de permisos ni tenían derecho a ascender en el escalafón militar. “Los moros no pueden mandar” le dice el sargento Martínez al cabo argelino, cuando éste protesta por el agravio. Esta es la denuncia que hace Rachid Bouchareb en su película “Días de gloria” y, aunque los espectadores, o al menos este fue mi caso, siempre mantengamos la esperanza de que finalmente estos hombres sean recompensados, la espera es en vano. En este sentido, la escena final, antes del epílogo innecesario, en la que el general francés -que había prometido un adecuado reconocimiento a los soldados argelinos, si mantenían la posición ante los ataques del ejército alemán- pasa de largo, ante la mirada de incredulidad y frustración del cabo, resulta conmovedora.
Es una película en la que los rostros hablan más que las palabras, como debe ser en el lenguaje cinematográfico. Son difícilmente olvidables las miradas de los cuatro voluntarios argelinos: una mezcla de esperanza y tristeza, en la despedida de sus familiares; de ingenuidad y orgullo, en el periodo de instrucción; de miedo y terror, durante los bombardeos alemanes; y de sorpresa e indignación, ante el racismo y la intolerancia de sus superiores.
Pero, si nos trasladamos a la actualidad, en Francia, y analizamos la situación de los inmigrantes, o más concretamente la de los hijos de los inmigrantes, que hace aproximadamente un año, se manifestaron para protestar por la discriminación que sufrían, por ejemplo, al buscar trabajo, las cosas no parecen haber cambiado demasiado, con el agravante de que estos jóvenes, a diferencia de sus padres, han nacido en Francia, son ciudadanos de este país y, en teoría, sólo en teoría, disfrutan de todos los derechos. Por eso, nos parece muy bien que el presidente de Francia, Jacques Chirac, después de ver la película, cambiara la ley para compensar a los africanos que lucharon contra los nazis, después de que vieran congeladas sus pensiones en 1959, con el proceso de descolonización; pero mejor sería que tomara las medidas necesarias para que los nietos de aquellos soldados se sintieran de verdad ciudadanos franceses y no sufrieran la discriminación que sufren, porque mucho me temo que, más que por días de gloria, están pasando por días de tristeza, y no me refiero a las festividades que se avecinan..
TESMOFORIAS PARA SIEMPRE
Si las Tesmoforias eran fiestas griegas del siglo V a. c. en las que las mujeres se sentían libres tomando las riendas de sus propias vidas, habría que proclamar: Tesmoforias para siempre; porque la libertad, que no es un don sino una conquista, que ha durado muchos años, ya la ejercen las mujeres, al menos en países democráticos, como el nuestro.
Ayer tuvimos la oportunidad de ver representada en nuestro centro esta obra de Aristófanes, en un montaje ágil e ingenioso, donde destacaron las escenas corales, a veces, iniciadas fuera del escenario. Arrebatadora la danza encabezada por el criado de Agatón, llena de ritmo y plasticidad, y con movimientos insinuantes, ejecutados con gracia y precisión por los actores. No menos graciosos los comentarios gestuales de éstos al diálogo entre Mnesíloco y Eurípides –por cierto, una agradable sorpresa la interpretación convincente de nuestro amigo José Antonio Mora, muy metido siempre en su papel-. Conmovedor el coro de mujeres, cuando actuaba como tal coro, con las actrices diciendo los textos al unísono y desplazándose por el escenario, como si fueran una sola. Desigual, en cambio, el nivel de interpretación, pues junto a personajes muy logrados, como el Mnesíloco de Juan Carlos Villanueva o el Eco de Toni Aguilar, encontramos a otros, particularmente entre las Tesmoforias, más artificiosos, menos creíbles, quizá por la dificultad de construir un personaje con tan solo dos o tres frases.
Otro acierto fue la escenografía –aunque algo lento el cambio de decoración entre los actos- y el diseño de vestuario, muy en consonancia con el enfoque alegre y dinámico del montaje de Daniel Sergio Pardo.
Felicitamos al grupo “Entrecajas” por habernos ofrecido una representación, que en ningún momento nos aburrió y nos quedó el mensaje tan actual de la valentía de unas mujeres que no se resignaron a desempeñar un papel secundario en la sociedad ni a permanecer indiferentes ante las injurias por razones de sexo. Lo dicho: Termoforias para siempre.
No estoy muy seguro de que “perdonar” sea el término adecuado, porque lo relaciono con la religión y en mi comentario no me refiero sólo a los creyentes sino a cualquier persona que haya sido objeto de un engaño, particularmente en el terreno amoroso. Todo viene a cuento de que la semana pasada vi la película “El velo pintado”, dirigida por John Curran, en la que una mujer engaña a su marido. A partir de ese momento, la relación entre los dos se torna fría e indiferente; pero, como la vida en común continúa y el amor entre los dos permanece, de la frialdad se pasa al reconocimiento mutuo de los valores del otro, y de este reconocimiento a un afecto más profundo y más auténtico del que existía en un principio. Cuando acabó la película, me quedé pensativo y me planteé si yo sería capaz de perdonar el engaño amoroso. Quizá a los hombres de mi generación no nos han educado en eso y no sé muy bien si las cosas han cambiado. Sin embargo, tradicionalmente la mujer ha sido educada para perdonarlo, pues su función era procrear, especialmente hijos varones, de tal manera que existía una cierta comprensión e incluso justificación hacia posibles infidelidades del marido. Pero el engaño amoroso que plantea la película –y esta es una de las razones por las que me ha interesado- viene de la mujer y quien acaba perdonando el hombre. No sé qué pensáis de esto; sin duda la situación actualmente ha cambiado, como consecuencia fundamentalmente de que la mujer se ha incorporado masivamente al mercado de trabajo y sus derechos, al menos legalmente, se han equiparado a los del hombre. Pero, cuando se habla del engaño no se debe olvidar que entramos en un terreno muy personal, donde de poco valen las estadísticas, a menudo poco fiables, y las generalizaciones. Además, el engaño no sólo se da entre un hombre una mujer, ni únicamente en el terreno amoroso. Por eso, dejo en el aire algunas preguntas: ¿Cómo reaccionamos cuando nos engañan? ¿Somos capaces de perdonar? ¿La reconciliación, después de un engaño, nos hace crecer como personas? ¿Fortalece nuestras relaciones?
Mariano José de Larra plantea en otro artículo, “El castellano viejo”, el tema de la urbanidad, en concreto critica con fina ironía la mala educación y la excesiva espontaneidad de Braulio. Este personaje desconoce “esa delicadeza de trato que establece entre los hombres una preciosa armonía”. Para él las normas de urbanidad no son más que hipocresía y la educación se reduce “a decir Dios guarde a ustedes al entrar en una sala, y añadir con permiso de usted cada vez que se mueve; a preguntar a cada uno por toda su familia, y a despedirse de todo el mundo”.
Braulio representa a un ciudadano español de clase media, poco instruido. Quizá la crítica de Larra pueda aplicarse a la España de hoy día, pues con frecuencia se oye decir a las personas mayores, con independencia de su ideología, que los jóvenes carecen de educación, de lo cual suelen culpar al sistema educativo. Este chico es de “La generación Logse” dicen para justificar que no sabe comportarse o comete faltas de ortografía o desconoce la lista de los reyes godos o la de los ríos de España.
Entre el profesorado, también es común escuchar opiniones críticas, especialmente sobre el alumnado de ESO, por su escaso interés hacia los estudios y por su comportamiento inadecuado en el aula, de lo cual se suele responsabilizar a los padres.
¿En qué medida estas críticas de unos y otros sectores se pueden generalizar a la mayoría de los jóvenes? ¿Se respetan menos las normas de urbanidad que antes, o quizás es que nuestros jóvenes son menos hipócritas que los de antes? Si se respetan menos ¿a qué se debe? ¿Quizá a un exceso de libertad y consentimiento en la familia y en los propios centros de enseñanza? ¿A que los jóvenes han entendido perfectamente cuáles son sus derechos, pero no tanto sus obligaciones?