MINERVA

Después de tres días del fallecimiento repentino de nuestra alumna, Minerva Murillo Martín, y del dolor inconsolable que nos ha causado a todos, muy especialmente a su familia, queremos dejar en su recuerdo estos versos de Pedro Salinas, donde nos viene a decir que el tiempo, representado por el sol, es como una lenta rueda que va subiendo a las personas hasta su cielo:

 “(…) Años que nada saben de sus números,
llegándose, marchándose sin prisa,
sol que sale, sol puesto,
artificio diario, lenta rueda
que va subiendo al hombre hasta su cielo.
Piso añicos de tiempo (…).”

Lástima que, en el caso de Minerva, la lentitud de esta rueda se haya transformado inopinadamente en prisa sin tregua.

8 DE MARZO

La pasada semana, leímos en clase el relato “Réquiem con tostadas” de Mario Benedetti, en el que se cuenta un caso de malos tratos de una mujer por parte de su marido.

Y el próximo jueves, vamos a debatir en el Club de Lectura sobre la novela de Juan José Millás “Hay algo que no es como me dicen”, donde se relata la historia de una joven concejal del PP que sufrió acoso sexual por parte del alcalde del mismo partido.

Las dos situaciones tienen como protagonista a mujeres, que son víctimas de los abusos de un hombre, y que, en un principio, callan por miedo. Este sentimiento las atenaza y las hace sentirse culpables.

Pero ambas logran reaccionar –una iniciando una nueva relación sentimental y otra denunciando al acosador- y, después de mucho tiempo de sufrimiento, sienten nuevamente ganas de vivir.

 Sin embargo, el final de las dos historias no es feliz: la mujer del cuento es asesinada por su marido, cuando éste descubre el engaño del que es objeto, y la joven de la novela, a pesar de que la sentencia judicial considera culpable de acoso al alcalde, se ve obligada a rehacer su vida en el extranjero, pues en España no encuentra trabajo por su pasado de víctima.

 Al pensar en el 8 de marzo, he recordado estas dos historias, donde he visto reflejada la larga lucha de la mujer por su participación, en la sociedad, en pie de igualdad con el hombre.

EL PRECIO DE LA INFIDELIDAD

Hace unos días, el golfista Tiger Woods  confesaba en una conferencia de prensa multitudinaria sus numerosos engaños e infidelidades a su esposa y lo hizo para restaurar su deteriorada imagen pública, después de que, meses atrás, a raíz de un accidente de tráfico, saliera a luz pública este lado oculto de su vida.

¿Era necesario reconocer públicamente el error cometido, pedir perdón a la familia y a los seguidores, y hacer propósito e enmienda, ante las cámaras de televisión de todo el mundo?

Lo cierto es que los famosos, como Tiger Wods, representan un modelo de comportamiento a seguir para millones de personas.  Esto explica que las marcas importantes, como Nike o Reebok, los contraten para vender sus productos; y por esta misma razón, cuando transgreden los principios morales y religiosos que representan, se produce el escándalo, el deterioro de la imagen pública y la cancelación de estos contratos. 

La sociedad anglosajona, a la que pertenece el golfista, es muy exigente con la conducta privada de los personajes públicos. En cambio, en países latinos, como España e Italia, somos más tolerantes con las infidelidades, sobre todo si el responsable de la misma es un hombre.

En fin, me gustaría que opinarais sobre esto; que os pusierais en el lugar de la persona que engaña y de la que es engañada, si serías capaces de perdonar, si os produciría rechazo el que alguien admirado por vosotros le fuera infiel a su pareja, si dejaríais de comprar los productos anunciados por un famoso que comete adulterio…

¿DEBE LIMITARSE EL TRÁNSITO DE VEHÍCULOS EN EL CASCO HISTÓRICO DE LAS CIUDADES?

El jueves pasado, al estudiar en clase los subgéneros periodísticos, leímos una noticia, publicada en el diario El País, en la que el Ayuntamiento de Sevilla anunciaba, para el próximo otoño, la prohibición de circular más de 45 minutos por el casco histórico, a los vehículos particulares. Se instalarán cámaras para controlar las entradas y salidas de éstos y sólo podrán circular libremente los vehículos de carga y descarga, el transporte público y las motocicletas.

 

En el debate posterior, se expresaron dos puntos de vista contrapuestos: a favor de la medida municipal, defendido por una minoría de alumnos, y en contra de la misma, sorprendentemente mayoritario en la clase.

Los primeros hacían suyos los argumentos del Ayuntamiento de Sevilla, para limitar el tránsito de vehículos por el casco antiguo: evitar que el centro sea un lugar de conexión norte-sur y este-oeste; fomentar el uso del transporte público; y sobre todo proteger la zona monumental de la contaminación generada por el excesivo tráfico rodado, que perjudica a la salud de las personas y deteriora los monumentos.

Los segundos se oponían a la medida municipal con el argumento, de claras reminiscencias románticas, de que ya está bien de prohibir y que para qué se tienen los vehículos privados sino para circular por donde cada uno quiera.

Como la falta de sosiego y tranquilidad hace que los debates en clase, con frecuencia, estén presididos por el acaloramiento, traigo al blog la discusión sobre este tema.

Además, como recientemente ha surgido en Córdoba una iniciativa similar, la peatonalización de la calle Cruz Conde, se puede opinar también sobre este segundo asunto. La propuesta de cortar el tráfico en la calle más céntrica de nuestra ciudad obedece más a razones económicas -aumentar las ventas de los comercios- que medio ambientales; pero está claro que, si finalmente sale adelante, también saldrá beneficiada nuestra salud y la de los edificios de la zona.

¿CADENA PERPETUA?

Cuando ha surgido en clase el debate sobre la pena de muerte, siempre se han manifestado dos posturas: una visceral, guiada por los sentimientos, que adoptan los partidarios de la misma, con el argumento de “ojo por ojo, diente por diente”, es decir, hay que imponer un castigo equiparable al crimen cometido; y otra, guiada por la razón, que adoptan los que se oponen a la pena de muerte, argumentando que ellos no pueden actuar igual que los asesinos, no pueden disponer de la vida de nadie.

 He recordado esto, a raíz de la iniciativa de Javier Arenas, secretario general del PP de Andalucía, de reabrir el debate sobre la cadena perpetua, que a su entender demanda la sociedad.

 Le han respondido dirigentes del PSOE diciendo que este planteamiento es oportunista, responde a fines electorales y no cabe, además, en nuestra Constitución, pues niega a la persona recluida el derecho a la reinserción social y a la reducción de su pena.

 No voy a negar que me he sentido cercano a la cadena perpetua para asesinos en serie, como de Juana Chaos, responsable de 25 muertes, o para homicidas sin piedad, como Miguel Carcaño, que ha ofrecido varias  y contradictorias versiones sobre el paradero del cuerpo sin vida de Marta del Castillo. Son casos, en los que no ha habido arrepentimiento y en consecuencia el pronóstico de reinserción social no es positivo.

 Sin embargo, una reflexión posterior me ha hecho sentir lo inhumano de encerrar a una persona hasta que muera, negándole cualquier posibilidad de reintegrarse en la sociedad. ¿Qué diferencia habría entre los que arrebatan la vida a una persona y yo mismo?

 Llevándolo al terreno de la educación, sería tanto como negar a un alumno, que ha cometido una falta grave, la posibilidad de volver al sistema educativo, es decir, expulsarlo a perpetuidad.

¿PROHIBIDO FUMAR?

       Según he leído hoy en el diario El País, la Federación Española de Hostelería y Restauración vaticina que la reforma de la ley antitabaco, que prevé la prohibición de fumar en bares y restaurantes en 2010, llevará la ruina al sector.

Sin embargo, medidas similares adoptadas en otros países no han producido efectos económicos tan negativos. Por ejemplo, en Francia, a partir del 1 de enero de 2008, quedó prohibido fumar en este tipo de locales públicos y, dos años después, nadie pone en cuestión la ley; o en Irlanda, donde los primeros meses de la prohibición las ventas en los bares descendieron, pero luego volvieron a subir.

Suceda lo que suceda, en mi opinión, la reforma de la ley actual, que se incumple mayoritariamente, es necesaria para proteger los derechos de los no fumadores, pues, habiéndose declarado espacios con humo, más del 85 % los cafeterías y bares de nuestro país –en el barrio de Fátima, donde se ubica nuestro instituto, probablemente por encima del 90 %- , ¿dónde podemos tomar un café los que no fumamos? O, si pensamos en los “pubs” y discotecas, ¿dónde pueden ir los no fumadores, especialmente los más jóvenes, a bailar o a tomar una copa los fines de semana por la noche?

Por otra parte, están las personas que fuman en lugares donde está prohibido, por ejemplo, en los servicios del instituto. Con su conducta insolidaria no sólo molestan y perjudican a los alumnos no fumadores, que son la inmensa mayoría, sino que, además, se arriesgan a ser sancionados.

En fin, hace unos días lo comentamos en clase, pero, aprovechando la proximidad de la reforma de la ley antitabaco, a iniciativa de la ministra de sanidad, planteo estas cuestiones en el blog.

ESTEREOTIPOS Y MACHISMO

Estábamos estudiando en clase los textos publicitarios y acababa de explicar lo que son los estereotipos, cuando una alumna le espetó a un compañero: 

-¡Joder! ¡Estate quieto de una puta vez! 

Inmediatamente le llamé la atención, diciéndole, más o menos lo siguiente: 

-No se deben emplear tacos en clase. Además, están muy feos en boca de una mujer. 

Me salió de una forma espontánea, pero en seguida me di cuenta del error. Claro que un alumno fue casi tan rápido como yo y me dijo con tono de reproche: 

-Matías, acabas de utilizar un estereotipo. 

Luego,  cuando estábamos comentando un anuncio de una campaña  antitabaco, sucedió algo curioso: el anuncio, dirigido a las mujeres, venía a decir que fumar deteriora la calidad de la piel, el pelo y la coloración de los dientes.

Al leerlo, una alumna puso su rostro junto al de su compañero de mesa y me preguntó: 

-¿Cuál de los dos tiene mejor aspecto? 

-Sin duda, el tuyo -le respondí. 

-Pues los dos somos fumadores, así que el anuncio es machista. 

Tampoco le faltaba razón, pues entre los anuncios que había seleccionado para ilustrar el estudio de los textos publicitarios, se me había colado uno con claras connotaciones machistas. 

Los dos episodios me han hecho reflexionar sobre lo extendidos que están en nuestra sociedad los estereotipos y el machismo, tanto que, aunque tengamos la voluntad de criticarlos para que desaparezcan, salen a relucir en el momento más insospechado.    

¿CREEMOS EN EL DESTINO?

Hoy hemos leído en clase “La pata de mono”, cuento de terror, escrito por W. W. Jacobs, del que se extrae la moraleja de que no podemos alterar el destino de las personas impunemente.  

El tema del destino ha preocupado siempre al hombre. Por ejemplo, en la época griega, existían los oráculos, templos donde un dios, interpretado por una sacerdotisa, daba respuestas personales, normalmente relacionadas con el futuro. En la actualidad, sobre todo a través de los medios de comunicación, son frecuentes las consultas sobre el destino de las personas, sobre si tendrán o no salud, sobre si les irá bien o mal en el terreno amoroso, etc.  La interpretación corre a cargo de alguien al que se le supone una capacidad especial para adivinar el futuro, como las antiguas sacerdotisas griegas, y a juzgar por la presencia en antena, parece claro que tienen bastante aceptación entre los televidentes. 

Sin embargo, hay bastantes personas, entre las que me incluyo, para las que el destino no es esa fuerza misteriosa que rige nuestras vidas, como podemos leer en el diccionario de la Real Academia Española, sino que el destino, en buena parte, depende de cada uno de nosotros; quiero decir que lo labramos nosotros mismos. Difícilmente se consigue algo en la vida, si previamente no se trabaja para ello.  

Es verdad que hay una parte referida a la salud y a nuestra relación con los demás que no depende únicamente de nosotros, como nuestra condición de seres mortales, que ahora vivimos, pero que acabaremos muriendo. Ya lo decía Jorge Manrique: “Nuestras vidas son los ríos / que van a dar a la mar / que es el morir; / allí van los ríos caudales, / allí los otros medianos / e más chicos, / allegados  son iguales / los que viven por sus manos / e los ricos”. 

Pero siempre nos hemos preguntado de dónde venimos y hacia dónde vamos; si hay vida después de la muerte, como creen los cristianos o como creían los egipcios o los griegos, o por el contrario todo se acaba, cuando dejamos de respirar. 

Os propongo opinar sobre este tema del destino: si creéis en él como fuerza desconocida que obra sobre nosotros, o más bien lo vamos construyendo cada uno con nuestro trabajo diario y nuestra conducta; si pensáis que hay vida, después de la muerte, o si sentís preocupación por nuestra condición de seres mortales.    

¿JÓVENES CONSENTIDOS?

En las últimas semanas, han aparecido en la prensa numerosos artículos  en los que  se cuestiona la educación de nuestros jóvenes. Todos ellos coinciden en que están habituados, desde pequeños, a no recibir casi nunca un no como respuesta a sus demandas, con frecuencia excesivas. Ayer mismo el escritor Javier Marías, en El País Semanal, criticaba lo pusilánimes que son los chicos de ahora, es decir, la dificultad que tienen para tolerar las desgracias, lo cual les lleva, como en la caso de Pozuelo de Alarcón, a quemar los coches de la policía, cuando ésta les impide prolongar el botellón. También, en el mismo diario, el cirujano plástico Pedro Cavadas comentaba lo blanditos que somos los occidentales, a los que nos cuidan entre algodones desde que nacemos, a diferencia de los africanos. 

Para el escritor madrileño, el origen de esta falta de ánimo de nuestros jóvenes está en la educación que reciben, desde pequeños, en la que, prácticamente, se han eliminado los castigos, como forma de poner límites a su mal comportamiento.   

Precisamente, hace unos días,  reflexionábamos en este blog sobre las dificultades que tienen algunos padres para aceptar las sanciones impuestas a sus hijos, en los centros de enseñanza, con el fin de corregir sus conductas inadecuadas. Las entendían como una ofensa, porque se han vuelto tan sensibles y blanditos, como sus propios hijos, a los que prefieren dar la razón, antes que discutir con ellos. La sociedad hedonista, en la que vivimos, donde lo único que importa es el éxito y la felicidad, les hace actuar así. No riñen a sus hijos ni les alzan la voz,  porque temen traumatizarlos y porque los expertos en psicología les hablan de negociar las normas con ellos, no de imponerlas, con su criterio de personas adultas y sensatas.   

Javier Marías propone, para mejorar la educación de nuestros jóvenes, lo que se ha hecho toda la vida en las casas: castigarles proporcionalmente por su mal comportamiento, incluido el cachete, cuando sea necesario, para que conozcan los límites que no deben traspasar y teman las consecuencias, si lo hacen. 

¿Qué opináis de todo esto? ¿Los occidentales somos más blanditos que los africanos? ¿Nuestros jóvenes están tan consentidos que no admiten que les lleven la contraria? ¿Está ahí el origen de conductas violentas, como la de Pozuelo, o de contestaciones airadas a profesores, en los centros de enseñanza? ¿Consideráis necesario recuperar el castigo proporcional a la falta cometida, incluyendo el cachete?

AUTORIDAD Y AUTORITARISMO

A propósito de la diferencia entre autoridad y autoritarismo, ha surgido esta mañana, en la clase de Lengua Española de 2º de PCPI, un debate sobre quién puede ejercer la primera.  

Todos hemos coincidido en que el profesor tiene autoridad sobre sus alumnos, del mismo modo que los padres sobre los hijos o el hermano mayor sobre el pequeño. En un momento dado, alguien ha planteado la pregunta de si el novio ejerce autoridad sobre la novia, cuando le insta a vestir de una determinada manera, lo cual nos ha llevado a hablar sobre el machismo que aún domina en nuestra sociedad.  

Me gustaría que expresarais por escrito vuestras opiniones acerca de estos dos conceptos y sobre un aspecto concreto que no hemos comentado: ¿la autoridad se tiene, es decir, la posee, por ejemplo, un profesor, por ser profesor, o debe ganársela diariamente con su trabajo, preparando sus clases con rigor, motivando a sus alumnos para que aprendan…? 

También podéis opinar sobre la diferencia entre libertad y libertinaje. La primera la hemos conseguido todos los españoles, una vez restablecida la democracia en España, como comentábamos en la entrada anterior, y consiste en la capacidad que tenemos para actuar de una manera o de otra o de no actuar. Pero la libertad, en ocasiones, se transforma en libertinaje, y esto sucede cuando al ejercerla empezamos a invadir la de los demás. ¿Os habéis encontrado alguna vez en esta situación? Al ejercer vuestra libertad en clase, en casa o en la calle ¿habéis invadido, a veces, la del profesor, la de vuestros padres o la de vuestros amigos?