AUTORIDAD Y AUTORITARISMO

A propósito de la diferencia entre autoridad y autoritarismo, ha surgido esta mañana, en la clase de Lengua Española de 2º de PCPI, un debate sobre quién puede ejercer la primera.  

Todos hemos coincidido en que el profesor tiene autoridad sobre sus alumnos, del mismo modo que los padres sobre los hijos o el hermano mayor sobre el pequeño. En un momento dado, alguien ha planteado la pregunta de si el novio ejerce autoridad sobre la novia, cuando le insta a vestir de una determinada manera, lo cual nos ha llevado a hablar sobre el machismo que aún domina en nuestra sociedad.  

Me gustaría que expresarais por escrito vuestras opiniones acerca de estos dos conceptos y sobre un aspecto concreto que no hemos comentado: ¿la autoridad se tiene, es decir, la posee, por ejemplo, un profesor, por ser profesor, o debe ganársela diariamente con su trabajo, preparando sus clases con rigor, motivando a sus alumnos para que aprendan…? 

También podéis opinar sobre la diferencia entre libertad y libertinaje. La primera la hemos conseguido todos los españoles, una vez restablecida la democracia en España, como comentábamos en la entrada anterior, y consiste en la capacidad que tenemos para actuar de una manera o de otra o de no actuar. Pero la libertad, en ocasiones, se transforma en libertinaje, y esto sucede cuando al ejercerla empezamos a invadir la de los demás. ¿Os habéis encontrado alguna vez en esta situación? Al ejercer vuestra libertad en clase, en casa o en la calle ¿habéis invadido, a veces, la del profesor, la de vuestros padres o la de vuestros amigos? 

LA AUTORIDAD DE LOS PROFESORES

En ocasiones, sucede que, ante una falta de disciplina cometida por un alumno, sus padres ponen en duda la versión del profesor. Y es que algo ha cambiado en nuestra sociedad para que hayamos pasado de una época, en la que el profesor siempre tenía la razón, a otra, en que ésta ha pasado en gran parte al alumno.

En efecto, durante el franquismo, si algo no se cuestionaba, era el principio de autoridad del profesor, tuviera o no tuviera razón. En cambio, a partir de 1977, con las primeras elecciones en libertad y la promulgación de las nuevas leyes de educación, los centros de enseñanza se empezaron a gestionar democráticamente. Desde ese momento, el máximo órgano de decisión es el consejo escolar, donde están representados todos los sectores de la comunidad educativa; la relación alumno-profesor no se basa en el temor del primero al segundo, sino en la confianza mutua y el respeto; la didáctica pasa a desempeñar un papel primordial en el proceso de enseñanza-aprendizaje; se establece un tipo de enseñanza comprensiva, frente a la puramente memorística del sistema anterior; etc.  Son, como podemos observar, cambios positivos y propios de una sociedad democrática; cambios que avanzan en derechos de los alumnos y de los padres; pero que deben tener su correspondencia también en las obligaciones.

Trasladando esta reflexión al problema que planteábamos al principio: un alumno tiene derecho a ser escuchado, cuando ha cometido una falta de disciplina ante un profesor; pero también tiene la obligación, como sus padres, de escuchar y dar a crédito a la versión del profesor que, al fin y al cabo, está allí para educarle. A veces, la educación requiere de la sanción, como medida para que un alumno rectifique su conducta inadecuada y ni el alumno ni su familia deben interpretar esto como una ofensa o como una manía persecutoria del profesor. Por eso, resultan lamentables e incomprensibles sucesos como la agresión sufrida por la directora de un centro educativo de Madrid a manos de un padre. Por supuesto, que la inmensa mayoría de las familias no reaccionan así, cuando a su hijo se le sanciona o se le recrimina una actitud incorrecta, aunque haya sectores sociales y medios de comunicación interesados en difundir lo contrario: que existe un clima de violencia en las aulas y que los profesores estamos indefensos, ante las agresiones de los padres.         

En el fondo, detrás de todo este debate, está nuestra imagen social, es decir, cómo se valora nuestra labor de educadores. Y es quizá ahí donde hay que poner el énfasis, porque los países donde más preparados están los alumnos, según las famosas pruebas Pisa, son precisamente aquellos en los que más consideración social tienen los profesores.     

 

LAS PALABRAS QUE MÁS ABORRECEMOS

Hace unos años, os pedimos que seleccionarais, entre todas las palabras de la lengua española, la que más os gustaba. Yo recuerdo que escogí “ultramarinos”, por lo bien que suena y por los recuerdos que evoca de mi infancia. 

Ayer, leyendo el periódico El País, me encontré con un artículo en el que su autor, Fernando Royuela, comentaba justamente el tipo de palabras contrario: las que más aborrecía. A este escritor le parecían detestables, entre otras: “excelencia”, “líder” y “reto”. Detrás de estas palabras, en su opinión, se esconden agazapadas ideas propias del mundo empresarial globalizado, que pretende imponer estilo, estereotipando los comportamientos. Así “excelencia” le suena a vasallaje absolutista; “”líder” le hace imaginar un caudillo montado a caballo y jaleado por una masa amorfa; y “reto” le sugiere “trabajar el doble por la mitad”. En el fondo, se trata de eufemismos que pervierten los valores y acaban con la dignidad de los trabajadores.  

Lo cierto es que las palabras tienen dos tipos de significado: el denotativo, que es el que recoge el diccionario, y el connotativo, que es el que nos evocan las palabras en un contexto determinado. Este segundo está cargado de subjetividad y depende, en gran parte, de la experiencia personal del hablante. Por ejemplo, la palabra “amor” tiene diferentes connotaciones para la persona enamorada y correspondida en sus sentimientos, que para quien acaba de sufrir un desengaño amoroso. 

Teniendo todo esto en cuenta, os proponemos que escojáis, entre todas las palabras del castellano, la que en este momento de vuestra vida más aborrecéis.    

A mí personalmente una de las que me resulta más despreciable es “corrupto”, que se aplica a los individuos que se dejan sobornar, para conseguir algo ilegal o inmoral de ellos. Odio esta palabra, que escuchamos habitualmente en los medios de comunicación, y me gustaría dejar de escucharla.  

¿SE APRENDE MEJOR CON INTERNET?

Hablaba esta mañana con algunos compañeros sobre el estado de los ordenadores de nuestro instituto, pues han pasado ya 6 años, desde que nos convertimos en centro TIC y, como la tecnología avanza muy rápidamente, los modelos que nos instalaron han quedado ya algo desfasados, entre otras razones, por su escasa capacidad. A esto hay que añadir el deterioro de buena parte de ellos por el uso. La consecuencia es que, para el curso que se inicia, probablemente en todas las aulas no podamos disponer de ordenadores suficientes, que funcionen. La alternativa a este problema podría ser preparar 4 ó 5 aulas con ordenadores, en perfecto estado, que se utilizarían, a petición del profesorado; y alternar la actividad en el aula con el trabajo online de nuestros alumnos, pues la mayoría de ellos dispone de ordenador en casa. 

Esta segunda idea se ha visto respaldada por un estudio realizado por la consultara SRI Internacional para el Departamento de Educación de Estados Unidos, según el cual la formación ideal es la que se obtiene combinando el trato directo con el profesor y los compañeros, es decir, la clase tradicional,  con las facilidades que nos ofrece Internet.  

Bien es verdad que el estudio se ha realizado entre alumnos de educación superior y adultos; y que sobre primaria y secundaria no hay datos que acrediten, hasta ese punto, la utilidad de las nuevas tecnologías. Sin embargo, nadie puede negar que la red ofrece ventajas (no hay necesidad de desplazarse al instituto, se evitan las aulas masificadas, etc.) y recursos valiosos para la enseñanza (blogs, correos electrónicos, Webquest, acceso inmediato a diccionarios y wikipedias, etc.) y sobre todo le brinda al alumno la posibilidad de construir su propio aprendizaje, que es el verdaderamente significativo y el que le va a permitir completar su formación.   

En el ámbito universitario, cada vez se concede más importancia al conocimiento a distancia. El mismo Plan de Bolonia, que tantas críticas ha recibido, plantea reducir las clases tradicionales en el aula, las llamadas magistrales”, a favor del trabajo fuera de ella, coordinado por un tutor. Además, muchos cursos de formación se realizan cómodamente en casa, a través de Internet.    

Probablemente, en secundaria,  la situación sea diferente, porque el alumno, todavía inseguro y con escasa formación, necesita de la presencia constante del profesor; pero vosotros tenéis la palabra, pues lleváis seis años en un centro TIC, dotado de un ordenador para cada dos alumnos y seguro que tenéis elementos de juicio suficientes como para expresar vuestra propia opinión.  

·        ¿Cuál es la formación ideal? ¿La clase tradicional impartida por el profesor?  ¿El aprendizaje a través de los recursos que nos ofrece Internet? ¿Quizá habría que combinar ambos sistemas?

·        ¿Entra mejor el conocimiento a distancia o con la presencia física del profesor?

·        Con el paso del tiempo, ¿se acabará impartiendo toda la educación online?

·        ¿Cómo ha sido vuestra experiencia en un centro TIC, como el IES Gran Capitán?   

ANATOMÍA DE UN INSTANTE de Javier Cercas

Esta novela tiene, particularmente para los que vivimos el golpe de estado del 23 de febrero de 1981, un interés especial por un doble motivo: porque analiza minuciosamente las causas del mismo, así como a los personajes que lo protagonizaron o sufrieron; y sobre todo por la forma envolvente con que están narrados los hechos, con repeticiones, paralelismos y simetrías constantes entre los personajes y entre los hechos que se cuentan y otros similares. Este doble interés histórico y literario es quizá lo más original y lo más conseguido por Javier Cercas. Él mismo en el prólogo reconoce que quiso hacer, en un principio, una novela inspirada en aquellos hechos, pero que desechó esta idea y, finalmente, optó por una reconstrucción literaria de los mismos. El resultado es un “excepcional cruce de géneros”, como ha escrito Javier Pradera, pues “Anatomía de un instante” se lee con interés histórico, pero también con indudable interés literario.

Comienza analizando lo que él llama la placenta del golpe, es decir las causas del mismo, que se resumen en una conspiración de todos contra Adolfo Suárez y la democracia que él representaba: desde los periodistas, tanto los de ultraderecha como los demócratas, pasando por los financieros, los empresarios y los militares, hasta toda la clase política en pleno, incluyendo la corona. En este capítulo, analiza el gesto del presidente Suárez de permanecer sentado en su escaño ante la orden genérica de Tejero de tumbarse en el suelo; un gesto con muchos significados, sobre el que volverá una y otra vez, a lo largo de la novela. Después, se centra en la figura de Gutiérrez Mellado, probablemente quien opuso, dentro del hemiciclo, mayor resistencia al golpe, y que paradójicamente, cuarenta y cinco años atrás, cuando era un teniente recién salido de la academia, apoyó la insubordinación de Franco de 1936 contra el gobierno republicano, democráticamente establecido. A continuación se fija en Santiago Carrillo, el tercer hombre que desobedece la orden de tumbarse al suelo y que también paradójicamente no creyó en la democracia hasta muy avanzada su vida. En el siguiente capítulo, analiza las figuras de los tres militares que urdieron la trama del golpe, Alfonso Armada, Jaime Milans y Antonio Tejero, cada uno con sus propios intereses y motivaciones: el primero, para retornar al poder, que había ostentado como preceptor del príncipe Juan Carlos; el segundo, nostálgico del franquismo, porque quería recuperar para el ejército de la Victoria el poder que Gutiérrez Mellado le había arrebatado; y el tercero, más franquista aún que Milans, porque soñaba con la utopía de una España convertida en un cuartel, un lugar de orden y tranquilidad, regulado por los toques de corneta. En el último capítulo, vuelve a Adolfo Suárez, para analizar su trayectoria personal y política, primero como arribista del franquismo, después, para ganarse la confianza del rey y de los partidos de la oposición, y finalmente para desmontar, con extrema habilidad, el aparato de la dictadura y traer la democracia a España. Una trayectoria personal, siempre guiada por la ambición y por unas dotes de seducción, que le abrían todas las puertas. Suárez es el auténtico protagonista de esta novela, con sus virtudes y sus defectos, maltratado hasta la vejación y el insulto, durante los dos últimos años como presidente del gobierno, y ensalzado, hasta ser convertido en un héroe nacional, cuando ya había abandonado la política y la desgracia se cernía sobre su familia.

Hay dos momentos especialmente emotivos relacionados con este personaje: uno es cuando Cercas recuerda irónicamente la ingratitud del rey Juan Carlos, al entregar el collar de la Orden del Toison de Oro, la máxima distinción de la corona, a Suárez, cuando éste ya estaba sumergido en la desmemoria del alzhéimer; y otro, ya al final de la novela, cuando, evocando la figura de su padre, suarista convencido, le pregunta momentos antes de morir que por qué había confiado en Suárez y su progenitor le responde: "Porque era como nosotros". 

Los hechos y los personajes se analizan, como comentamos al principio, desde múltiples perspectivas y considerando diferentes hipótesis, como en un intento de abarcar toda la realidad sobre el golpe del 23 de febrero, que en palabras del propio Cercas constituye “un laberinto espejeante de memorias casi siempre irreconciliables, un lugar sin apenas certezas”; pero una realidad, al fin, con la suficiente fuerza dramática y el poder simbólico que exigimos a la buena literatura, y que nos es contada como si nadie la hubiese contado, como saben hacerlo los grandes contadores de historias. Una muy buena lectura para el verano.

BODAS DE SANGRE de García Lorca

Tiene mucho mérito, aunque quizá no sea la obra más adecuada para un grupo compuesto por alumnos de ESO, atreverse con “Bodas de sangre”. La mezcla de prosa y verso siempre es una dificultad; pero el dramatismo que atraviesa esta obra de Lorca de principio a fin lo es aún mayor. No obstante, Numerele Impare, dirigido por Auxi Jiménez, dinamizadora de la Casa de la Juventud, supera el reto, pues consigue transmitirnos este dramatismo, esta inquietud que genera la presencia de Leonardo, el antiguo novio, que se interfiere en la boda hasta convertirla en bodas de sangre. Tengo mis dudas, compartidas con otros compañeros, de que adelantar la escena con la que concluye la obra sea acertado, pues tanta tensión dramática sobrevenida incrementa en exceso la que ya de por sí tiene “Bodas de sangre” y desconcierta al espectador.  

Pero, dejando esto al margen, mi valoración es positiva. La escenografía, que se limita a una silla de enea, situada en el centro del escenario, con el significado simbólico que esta tiene, es suficiente para situarnos en la época en la que se desarrolla la acción. La música, muy bien seleccionada, para acentuar los momentos más dramáticos. El ritmo, a veces, brillantemente conseguido, como, por ejemplo, en la huida que sigue a la boda; en otras ocasiones, en cambio, decae a causa de los silencios excesivos.  

En cuanto a la interpretación, ya conocíamos la calidad de Isabel Mª González, que vuelve a demostrarnos sus recursos interpretativos, fundamentalmente, la voz y el gesto, que se ajustan a la personalidad atormentada de la madre del novio, que sospecha el engaño de que va a ser objeto su hijo; también la presencia sobria en escena, pero eficaz dramáticamente de Mª Carmen Encinas en el papel de criada y de Rafael Arévalo en el de novio. Pero fue una grata sorpresa Alicia Urbano interpretando una Luna, mitad lasciva y mitad fúnebre, irrumpiendo entre los espectadores por el pasillo central, muy bien secundada por Einhar Tejera en el papel de la Muerte, con gestos inquietantes, que desgraciadamente se percibieron con dificultad por la escasa iluminación. También resultaron convincentes las interpretaciones de Antonio Medina y Marina García en los papeles de Leonardo y la novia respectivamente. 

En fin, que disfrutamos con el buen teatro que nos ofreció ayer Numerele Impare, aunque de cara a próximas representaciones convendría que mejorasen la dicción, en ocasiones deficiente, quizá por la precipitación al decir los textos. Enhorabuena y que siga la marcha.   

 

CYRANO DE BERGERAC

MONTAJE DE JOSÉ ANTONIO ORTIZ

 

Comentaban ayer algunos compañeros del IES Gran Capitán, que no habían leído el libro y que asistieron a la representación de “Cyrano de Bergerac”, en el Teatro Circo de Puente Genil, que les costó entrar en la historia, porque no entendían muy bien lo que estaba pasando. La razón hay que buscarla no tanto en el montaje de José Antonio Ortiz, como en la obra en sí, donde asistimos a la presentación de Cyrano, como un personaje pendenciero y prepotente, que salta al escenario de una representación ficticia –teatro dentro del teatro- y amenaza con su espada al pobre Montflenry. Esta faceta agresiva del personaje, que desconcierta al espectador, es la que quiere mostrar, en primer lugar, Rostand, al igual que sucede con Don Juan Tenorio, en la obra homónima de Zorrilla. 

Pero en cuanto el amor, tema central de la obra, hace su aparición en escena, todos nos olvidados del calor reinante en la sala y nos dejamos arrastrar por la historia de un hombre que, a pesar de su arrogancia, no se atreve a expresarle sus sentimientos a la mujer de la que está enamorado, a causa del defecto físico de su descomunal nariz. Pasamos de despreciarle, a sentir compasión de él.

La música en vivo, compuesta originalmente para el montaje e interpretada con maestría por Alberto de Paz, aparte de dar un toque de frescura a la obra, se integra perfectamente en el desarrollo de la misma. 

Varias jaulas cúbicas de diferentes tamaños constituían la base de una escenografía original por su sencillez y su simbolismo, pues el amor se ha entendido tradicionalmente como la situación anímica de estar preso en el corazón de alguien. 

Mientras los actores y actrices combinaban las jaulas, moviéndose, a ritmo de la música, para componer formas y espacios, que servían de decorado a las diferentes escenas, los que asistíamos a la representación no desconectábamos de la historia, al contrario, seguíamos imbuidos en ella. 

Con una decoración tan moderna y alejada de la escenografía tradicional, que imita fotográficamente la realidad,  contrastaba un vestuario de época, especialmente diseñado para el montaje, y un maquillaje, que destacó en el momento final de Cyrano, con su rostro blanquecino y ojeroso que anunciaba la llegada de la muerte.  

 A pesar de que el montaje está muy bien trabado y las escenas se sucedían con fluidez, hubo algunas caídas de ritmo al final de la primera parte, quizá, porque fue el día del estreno y a la obra aún le falta el rodaje necesario. 

En la segunda parte, me gustó especialmente cómo se resolvían escenas corales, como la de la comida o la de la guerra, con sencillez y eficacia, situando a los personajes de espaldas a los espectadores. Pocas veces, en el teatro, el dorso de los actores ha resultado tan expresivo. 

Las interpretaciones presentaban la dificultad de decir el verso, con la entonación y gesticulación adecuadas, que, en mi opinión, todos los actores superan. El papel de Cyrano es interpretado con una sobriedad y contención, que contrastan, con el tono alegre y vivaz de la actriz que interpreta a Roxana. 

En suma, un buen regalo de despedida de curso el que nos ha hecho José Antonio Ortiz; una buena adaptación de la obra de Edmond Rostand, cuya duración ha reducido a menos de dos horas, eliminando personajes y escenas innecesarias para el desarrollo de la acción principal, con un personaje tan complejo, como Cyrano, a un tiempo, agresivo y tierno, prepotente y humilde, fracasado en el amor; y otro personaje tan simple como Cristián, que aparentemente sólo tiene su belleza física, pero que fue capaz de renunciar a su amada, cuando se dio cuenta de que, en realidad, no estaba enamorada de él sino de Cyrano. En un mundo, como el que vivimos, donde cada uno va buscando su propio interés, es de valorar un gesto como éste.   

ESCRITORES BOHEMIOS

El Rafael Villasús de “El árbol de la ciencia”, del que se ríen un grupo de amigos de Andrés Hurtado, en su deambular por la noche madrileña, está inspirado en un personaje real: Alejandro Sawa, un escritor bohemio del siglo XIX sobre el que circulaban multitud de anécdotas. Este mismo personaje fue inmortalizado por Valle-Inclán, al convertirlo en protagonista de “Luces de bohemia”. 

Recuerdo estas referencias literarias, porque la Feria del Libro de Sevilla presenta estos días el Ciclo “Bohemia y literatura”, en el que recuerda la trayectoria de tres escritores sevillanos: Alejandro Sawa, Cansinos Assens y Lasso de Vega. 

El bohemio es, según el diccionario de la Real Academia Española, el que se aparta de las normas y convenciones sociales. Si lo aplicamos a al mundo de la literatura y el arte, a esta definición habría que añadir connotaciones de fracaso, dedicación única y exclusiva a la creación, participación en tertulias de café, consumo abundante de alcohol, escasez de dinero, dificultades para vivir, etc. 

Se trata de un tipo de personaje característico del siglo XIX, “una especie de romántico rezagado”, en palabras del escritor Andrés Trapiello. El bohemio tiene una sensibilidad especial hacia las cosas bellas de la vida, le encanta conversar sobre el arte y la literatura y puede disfrutar tanto contemplando una puesta de sol como escuchando a un músico callejero. 

No sé que opináis de los bohemios, si reconocéis en vosotros alguno de los rasgos que he mencionado, si existen en la actualidad este tipo de personajes.  

MARIO BENEDETTI

Mario Benedetti, que falleció ayer, también fue, como Lorca, un poeta solidario. Escuchar su voz cálida y dulce recitar, junto al cantautor Daniel Viglietti, el poema “Desaparecidos”  es ponerse en el lugar de los familiares y amigos de estos y compartir con ellos el dolor inconsolable de la desaparición; pero sobre todo es meterse en la piel de los propios desparecidos e imaginar el momento en que los militares llegaron a sus casas  y los detuvieron sin motivo, sus preguntas sin respuestas, sus últimos recuerdos…   

Desaparecidos 

Están en algún sitio / concertados
desconcertados / sordos,
buscándose / buscándonos
bloqueados por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas / las viejas azoteas
ordenando sus sueños, sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada

nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos
ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen

cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco, siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro, y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás / ese andamiaje
de abrazos cielo y humo

cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían

están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma

es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy, vaguen preguntando preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio

Pero escuchar su voz es escuchar también la voz del hombre enamorado:

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
 
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
 
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

Benedetti expresa en este poema el deseo, pero, al mismo tiempo, la imposibilidad de poseer totalmente a la persona amada, por eso, sufre cuando la mira y cuando no la mira.  

 

¿EL MIEDO ES LIBRE?

Pensando en la psicosis que se ha producido en el mundo con la gripe porcina, he recordado  escenas de la historia literatura en las que los personajes pasaban miedo. Han venido a mi mente: la aventura de los batanes del Quijote y dos cuentos: “El corazón delator” de Allan Poe, al que nos referíamos hace unos días, y “El miedo” de Valle-Inclán. 

Cuenta Miguel de Cervantes que don Quijote y Sancho se detienen en un paraje frondoso, donde las hojas de los árboles, movidas por el viento, producen un temeroso ruido. Los dos personajes están solos y la noche es oscura, cuando oyen a lo lejos un crujir de hierros y cadenas acompasados. Se acercan  al lugar de donde procede tan siniestro ruido, Sancho muerto de miedo y don Quijote simulando valentía, hasta que descubren que se trata de un molino de agua con seis mazos de los que se usan para golpear tejidos. 

El protagonista de “El corazón delator”, después de haber ido varias noches a la habitación del viejo, sin que éste se diera cuenta, la octava, pletórico por su sagacidad, procedió aún con mayor cautela al abrir la puerta; pero el viejo esa noche se movió repentinamente en su cama, como si se sobresaltara. Ambos permanecieron una hora sin hacer ruido. El viejo consciente de que alguien había entrado en su habitación, con intención de matarle, emitió un leve quejido, el quejido que nace del terror. 

“Ese largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte, el verdadero escalofrío del miedo, sólo lo he sentido una vez”. Es el narrador-protagonista del cuento de Valle-Inclán el que se expresa así, al recordar un anochecer, en el interior de la capilla de un pazo, solo con su madre y su hermana, cuando percibió que en el sepulcro del guerrero entrechocaban los huesos del esqueleto.  

Son tres situaciones distintas en las que se experimenta el miedo, aunque en las tres hay una causa objetiva: los batanes, el joven que penetra en la habitación del viejo y el entrechocar de los huesos del esqueleto.  

En cambio, la psicosis generada por la gripe porcina, aunque aparentemente tenga su origen en esta enfermedad, lo cierto es que en buena medida ha sido provocada por los medios de comunicación, que, en titulares destacaban “la gripe porcina golpeará a cuatro de cada diez europeos” (El País, 1 de mayo de 2009); pero en el cuerpo de la noticia se matizaba “así lo cree el Centro Europeo de Control de Enfermedades”. Los lectores del periódico nos quedamos con la contundencia del titular de la noticia, no con la matización del cuerpo. Éste es solo un ejemplo del extraordinario despliegue informativo que han dedicado al tema los medios de comunicación. Pensemos en las cadenas de radio y televisión, y sobre todo en Internet, páginas y páginas, analizando las causas y las consecuencias de la enfermedad, con el fin de no dejar ninguna pregunta sin responder, aunque las dudas sean mayores que las certezas.  

Por eso, cabe peguntarse si, en verdad, el miedo es libre, o, como en el caso de la gripe porcina, todos estamos obligados a sentirlo.