MICRORRELATOS

Creo que mis alumnos del PCPI han acabado adquiriendo la técnica del microrrelato, lo cual significa que han aprendido a utilizar, entre otras cosas, el recurso de la elipsis, pues, en esto de la literatura, a veces, vale más sugerir que decir: 

"Ella caminaba con su novio por la calle. Pasó un chico por su lado y cruzaron sus miradas. En ese momento, algo se produjo en el interior del novio, como un cortocircuito, ya no era él, se convirtió en otra persona…" 

Francisco Requena Sanz 

"Estaban discutiendo en el coche, cuando la mujer, harta de la discusión, se bajó para irse. Él le exigió que volviera, pero ella se negó. Entonces él muy furioso se bajó también del coche, la agarró violentamente y nunca más se volvió a saber de ella." 

Isabel María Sánchez Díaz 

"La encontraron tumbada en la tierra, debajo de un puente, con el cuerpo lleno de arañazos, golpes, y en medio de un gran charco de sangre. Y todo por una inocente mirada." 

Tatiana Moreno Sújar 

También han demostrado una cierta pericia en el recurso del contraste: 

"Después de un parto largo y doloroso, descansaba en la planta séptima del hospital, ya tranquila con su niña. La miraba con ternura, cuando de repente, oyó ruidos en el pasillo, una fuerte discusión con la enfermera… Instantes después, se abrieron las puertas de la habitación y, al reconocerlo, se quedó paralizada." 

Irene Almagro Montes 

"Qué difícil fue enamorarte aquella tarde de primavera, cuando caminabas junto a tus amigas, por el parque; pero, sin embargo, qué fácil fue perderte aquella noche en nuestra casa, después de aquella maldita conversación."    

Jonatan Gómez Sojo 

Han conseguido sorprenderme, igualmente, con un final inesperado: 

"¡Qué recuerdos tengo del día de mi boda! ¡Qué felicidad! Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. ¡Cómo llegamos a la iglesia separados! ¡Cómo esperé ansioso su llegada en el altar ¡Cómo la vi aparecer, como un ángel, vestida de blanco! Estaba preciosa. Éramos felices. Ella era bellísima, encantadora… Y la quería mucho. ¿Por qué demonios lo hice?" 

Ángela Alguacil García 

O, en un ejercicio de síntesis, que recuerda a Augusto Monterroso, han logrado reducir la historia  y depurarla hasta dejar lo que es absolutamente necesario: 

"Yo tenía la mejor vida de todas, pero por decir “sí, quiero” me la arruiné." 

 José Antonio Murillo García 

Algunos de estos microrrelatos han sido seleccionados para representar a nuestro centro en el III Concurso de Literatura Hierbreve, concocado por el Centro de Profesores de Córdoba, con el lema "Contra la violencia hacia las mujeres".

RECONOCER LOS ERRORES

Hoy me he levantado con el firme propósito de que mis alumnos del PCPI leyeran lo que escribí ayer sobre su comportamiento inadecuado. Mientras llegaba el momento de reencontrarme con ellos, he estado corrigiendo el último trabajo que me entregaron: redactar una carta de amistad. Habíamos quedado en que le contarían a un destinatario elegido por ellos cómo es la vida en el instituto, y la verdad es que casi todos me han sorprendido gratamente por el rigor con el que han encarado el trabajo. Desde el punto de vista formal: aceptable presentación, buena construcción de la frase y variedad léxica; en cuanto al contenido: lealtad hacia sus compañeros, reconocimiento de la labor del profesorado y crítica constructiva y respetuosa. El único aspecto negativo: las faltas de ortografía, aunque la mayoría de los que las han cometido me han reconocido después que no revisaron la carta, antes de entregármela. 

La sensación agridulce de ayer ha dado paso a la satisfacción de hoy. Además, los alumnos me han demostrado con su comportamiento en la clase y con sus intervenciones en el blog que son capaces de reconocer sus errores. Por ahí, se empieza.

A ÚLTIMA HORA DE LA MAÑANA

Esta mañana, a última hora, he tenido clase con mis alumnos de 2º del PCPI. Al cabo de 10 minutos, aproximadamente, he logrado que todos estuvieran sentados en sus pupitres. Les he propuesto elaborar un microrrelato, término del que ninguno de ellos había oído hablar, aunque entre todos dedujimos que podía tratarse de un relato pequeño o resumido.  

Para aproximarnos a este subgénero literario, tan de moda hoy día, accedimos a un archivo, dentro del Wiki del Ámbito de Comunicación, donde se explican las principales características del mismo. Esta operación nos llevó, aproximadamente, otros 10 minutos, quizá 15, porque el Open Office es muy lento. Les propuse que fueran ellos los encargados de leer en alto la introducción; pero, la verdad, es que no resultó nada fácil, pues a las dificultades de los alumnos que iban leyendo, se añadió la actitud de poca colaboración de buena parte de  la clase: unos charlaban animadamente con el compañero; otros se reían sin parar, porque todo aquello les parecía muy divertido; un alumno, sentado en el último pupitre, accedía a otras páginas de Internet, pensando que yo no me daba cuenta; y en fin tampoco faltaban los que se entretenían mirando por la ventana el deambular de los alumnos de Educación Física.  

Tardamos en leer la introducción a los microrrelatos, que ocupa la carilla de un folio, aproximadamente 20 minutos.  Durante la lectura, surgieron dudas sobre el significado de algunas palabras, que yo preferí buscaran en el diccionario de la RAE, a través de Internet, para que investigaran ellos mismos, construyendo así su propio conocimiento. Les advertí de que no se trataba de copiar la primera acepción que se encontraran, sino de aplicar las distintas acepciones al contexto donde aparecían las diferentes palabras, hasta dar con la adecuada. Pero surgió otra dificultad añadida: los significados que vienen en nuestro diccionario no son fáciles de entender y menos de memorizar, especialmente el de algunas palabras. Así, por ejemplo, “enigma” es definido por los académicos como “dicho o conjunto de palabras de sentido artificiosamente encubierto para que sea difícil entenderlo o interpretarlo” o “concisión” que aparece como “brevedad y economía de medios en el modo de expresar un concepto con exactitud”. Salvamos la dificultad recurriendo a dos sinónimos, que perfectamente podían incorporar los alumnos a su caudal léxico: “misterio” y “sencillez” respectivamente.   

Cinco minutos antes de tocar el timbre, como se oían murmullos en el pasillo, decidieron dar por concluida la clase, sin contar conmigo, aunque, a duras penas, pude escribir en la pizarra 5 palabras más para que las buscaran en casa. 

Recogí mis cosas y, mientras me dirigía al aparcamiento del instituto, experimenté una sensación agridulce: por un lado, estaba convencido de que los alumnos habían aprendido varios términos nuevos, aunque tenía mis dudas de que los relacionasen con los microrrelatos; pero, por otro lado, la actitud de buena parte de ellos dejaba bastante que desear. Ignoro si porque era la última hora y estaban cansados o porque su interés por los estudios, por conseguir el título de ESO es escaso. En fin, mañana será otro día.

LIBROS QUE NOS ROBARON EL CORAZÓN

Javier Cercas, en este delicioso artículo, cuenta la historia de una separación que él mismo califica de desgarradora; pero no se trata de un matrimonio convencional, ni siquiera de una unión de hecho entre personas, sino de la relación íntima con un diccionario, en el que un infausto día reconoce una traición.

Os invito a leerlo y disfrutarlo, y si os apetece, podéis contar historias similares de libros que os robaron el corazón, pero que, con el paso del tiempo, acabasteis abandonando.     

¿TIENE LA ESCUELA QUE COMPRAR A SUS ALUMNOS?

Esta es una pregunta que se formula Francesc Pedró, experto en investigación e innovación educativa, ante la iniciativa que van a llevar a cabo tres centros franceses de premiar con dinero, al finalizar el curso, a los alumnos de varias clases, si cumplen unos objetivos prefijados de asistencia, resultados escolares y disciplina. Como son centros ubicados en una zona pobre, donde el problema del absentismo escolar es muy grave, se trata de motivar a los alumnos ofreciéndoles lo que sus padres no pueden ofrecerles. 

Está claro que para muchos chicos no basta, como motivación para el estudio, con el afán de saber; pero ¿puede ser eficaz una propuesta como ésta, similar a la de la Junta de Andalucía de premiar con 600 euros a los alumnos titulados en ESO que decidan cursar el Bachillerato? ¿Se debe recurrir a iniciativas más propias del mundo empresarial que del educativo? 

A mí me recuerda al programa de mejora de la calidad de los centros públicos en Andalucía, ampliamente rechazado por el profesorado, incluyendo el de nuestro instituto. En síntesis, este programa consiste en premiar económicamente a los centros que se acojan al mismo, si consiguen mejorar el rendimiento escolar de su alumnado. 

Cabe preguntarse si este tipo de motivaciones extrínsecas al sistema educativo, que no tienen nada que ver con el estudio en sí mismo, a la larga, no producen el efecto contrario, es decir, hacen disminuir el interés por el aprendizaje, en el caso de los alumnos, y por la enseñanza, en el de los profesores. Por  una sencilla razón: porque desapareciendo el estímulo, se acaba también la motivación. Así, sucede en el mundo empresarial, que hoy día se toma como modelo para todo y donde todo se compra y se vende. ¿Tiene precio el rendimiento de los alumnos y de los profesores?

MERCEDES SOSA

Cuando escucho “Alfonsina y el mar” en la voz de Mercedes Sosa, escucho también la voz de una amiga de la universidad interpretando esta misma canción; porque la cantante argentina perteneció a una época de lucha por la libertad, en la que memorizábamos sus canciones y las hacíamos nuestras, interpretándolas a la luz de la luna. 

Era otro tiempo y para los que lo vivimos Mercedes Sosa representa más que una cantante, como Rafael Alberti representa más que un poeta; eran símbolos de la libertad y de la justicia. 

Escuchar su voz es sentir el latido oculto de los que sufren o, como en la canción “Alfonsina y el mar”, el drama íntimo de una mujer que se suicidó por amor. 

Mercedes Sosa ha muerto, pero su voz potente y, al mismo tiempo, cálida, y su compromiso con los humildes permanecen con nosotros en el recuerdo.   

Rafael en su "Rincón solidario" también ha evocado su figura. 

 

LAS MIRADAS HABLAN

Por una mirada se inicia el proceso de investigación policial que conduce a la detención del asesino en “El secreto de sus ojos”. También por una mirada empieza una relación amorosa, que permanecía dormida en el tiempo. Y es que las historias que se cuentan en esta película de título tan acertado avanzan desvelándonos secretos que se ocultan tras las miradas de los personajes. 

Curiosamente, hablábamos ayer en clase de la comunicación no verbal, es decir, si existe una forma de comunicarnos más allá de las palabras; si nuestra actitud corporal, la del alumno y la del profesor, influye en el proceso de enseñanza-aprendizaje; si es importante dirigir la mirada a quien te habla para recibir no sólo sus palabras, sino también sus gestos y movimientos; si, en ocasiones, nuestros cuerpos pueden contradecir lo que afirmamos… 

Llegamos a la conclusión de que la comunicación no verbal es tan importante como la que realizamos mediante las palabras. De hecho, cuando hablamos, solemos acentuar lo que decimos con nuestros gestos y, al mismo tiempo, buscamos en la mirada y en la actitud corporal de quien nos escucha una señal que nos indique que la comunicación se está produciendo. En particular, para los profesores es muy importante, durante la clase, reconocer la complicidad y el interés de los alumnos hacia nuestra asignatura, a través de sus gestos y movimientos.  

En la película “El secreto de sus ojos”, aunque las miradas desempeñan un papel primordial, en un momento determinado, los personajes toman conciencia de que no es suficiente con ellas, que no basta sólo con los gestos, sino que son necesarios también los hechos y las palabras, para que la comunicación se produzca.  

Para facilitar vuestras intervenciones, os planteo algunas preguntas, relacionadas con lo que acabo de escribir:

 ¿Las miradas hablan? ¿Qué podemos expresar a través de ellas? ¿Influyen nuestros gestos y nuestra actitud corporal en el proceso de enseñanza- aprendizaje? ¿Es importante para vosotros que el profesor comunique también a través del lenguaje no verbal su pasión por la asignatura que imparte? ¿Puede el cuerpo contradecir lo que decimos, mediante las palabras?  

JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS

“La dicha, qué es la dicha?

La dicha, qué es la dicha? (La palabra
no me hace feliz, dicho de paso). Yo diría
que es sencillamente ir contigo de la mano,
detenerse un momento porque un olor nos llama,
una luz nos recorre, algo que nos calienta
por dentro, que nos hace pensar que no es la vida,
la que nos lleva, sino que nosotros somos
la vida, que vivir es eso, sencillamente eso.”

A José Antonio Muñoz Rojas, casi centenario, amigo de los poetas del 27, malagueño, lo imaginamos solo paseando por el campo, como Antonio Machado, o cogido de la mano de su mujer, como en este poema, con todos los sentidos alerta, aspirando los aromas del campo, sintiendo el calor del sol sobre su cuerpo, y sobre todo sintiéndola a ella.

Eran tan humilde y sencillo, que, según su gran amigo Juan Benítez “ha muerto porque no quería llegar a su centenario, ya que intuía lo que se había organizado en su honor”.

¿CREEMOS EN EL DESTINO?

Hoy hemos leído en clase “La pata de mono”, cuento de terror, escrito por W. W. Jacobs, del que se extrae la moraleja de que no podemos alterar el destino de las personas impunemente.  

El tema del destino ha preocupado siempre al hombre. Por ejemplo, en la época griega, existían los oráculos, templos donde un dios, interpretado por una sacerdotisa, daba respuestas personales, normalmente relacionadas con el futuro. En la actualidad, sobre todo a través de los medios de comunicación, son frecuentes las consultas sobre el destino de las personas, sobre si tendrán o no salud, sobre si les irá bien o mal en el terreno amoroso, etc.  La interpretación corre a cargo de alguien al que se le supone una capacidad especial para adivinar el futuro, como las antiguas sacerdotisas griegas, y a juzgar por la presencia en antena, parece claro que tienen bastante aceptación entre los televidentes. 

Sin embargo, hay bastantes personas, entre las que me incluyo, para las que el destino no es esa fuerza misteriosa que rige nuestras vidas, como podemos leer en el diccionario de la Real Academia Española, sino que el destino, en buena parte, depende de cada uno de nosotros; quiero decir que lo labramos nosotros mismos. Difícilmente se consigue algo en la vida, si previamente no se trabaja para ello.  

Es verdad que hay una parte referida a la salud y a nuestra relación con los demás que no depende únicamente de nosotros, como nuestra condición de seres mortales, que ahora vivimos, pero que acabaremos muriendo. Ya lo decía Jorge Manrique: “Nuestras vidas son los ríos / que van a dar a la mar / que es el morir; / allí van los ríos caudales, / allí los otros medianos / e más chicos, / allegados  son iguales / los que viven por sus manos / e los ricos”. 

Pero siempre nos hemos preguntado de dónde venimos y hacia dónde vamos; si hay vida después de la muerte, como creen los cristianos o como creían los egipcios o los griegos, o por el contrario todo se acaba, cuando dejamos de respirar. 

Os propongo opinar sobre este tema del destino: si creéis en él como fuerza desconocida que obra sobre nosotros, o más bien lo vamos construyendo cada uno con nuestro trabajo diario y nuestra conducta; si pensáis que hay vida, después de la muerte, o si sentís preocupación por nuestra condición de seres mortales.    

¿JÓVENES CONSENTIDOS?

En las últimas semanas, han aparecido en la prensa numerosos artículos  en los que  se cuestiona la educación de nuestros jóvenes. Todos ellos coinciden en que están habituados, desde pequeños, a no recibir casi nunca un no como respuesta a sus demandas, con frecuencia excesivas. Ayer mismo el escritor Javier Marías, en El País Semanal, criticaba lo pusilánimes que son los chicos de ahora, es decir, la dificultad que tienen para tolerar las desgracias, lo cual les lleva, como en la caso de Pozuelo de Alarcón, a quemar los coches de la policía, cuando ésta les impide prolongar el botellón. También, en el mismo diario, el cirujano plástico Pedro Cavadas comentaba lo blanditos que somos los occidentales, a los que nos cuidan entre algodones desde que nacemos, a diferencia de los africanos. 

Para el escritor madrileño, el origen de esta falta de ánimo de nuestros jóvenes está en la educación que reciben, desde pequeños, en la que, prácticamente, se han eliminado los castigos, como forma de poner límites a su mal comportamiento.   

Precisamente, hace unos días,  reflexionábamos en este blog sobre las dificultades que tienen algunos padres para aceptar las sanciones impuestas a sus hijos, en los centros de enseñanza, con el fin de corregir sus conductas inadecuadas. Las entendían como una ofensa, porque se han vuelto tan sensibles y blanditos, como sus propios hijos, a los que prefieren dar la razón, antes que discutir con ellos. La sociedad hedonista, en la que vivimos, donde lo único que importa es el éxito y la felicidad, les hace actuar así. No riñen a sus hijos ni les alzan la voz,  porque temen traumatizarlos y porque los expertos en psicología les hablan de negociar las normas con ellos, no de imponerlas, con su criterio de personas adultas y sensatas.   

Javier Marías propone, para mejorar la educación de nuestros jóvenes, lo que se ha hecho toda la vida en las casas: castigarles proporcionalmente por su mal comportamiento, incluido el cachete, cuando sea necesario, para que conozcan los límites que no deben traspasar y teman las consecuencias, si lo hacen. 

¿Qué opináis de todo esto? ¿Los occidentales somos más blanditos que los africanos? ¿Nuestros jóvenes están tan consentidos que no admiten que les lleven la contraria? ¿Está ahí el origen de conductas violentas, como la de Pozuelo, o de contestaciones airadas a profesores, en los centros de enseñanza? ¿Consideráis necesario recuperar el castigo proporcional a la falta cometida, incluyendo el cachete?