Una película necesaria, porque refleja con crudeza el día a día en un instituto de enseñanza secundaria, situado en un barrio periférico de París, donde se mezclan alumnos de diferentes nacionalidades, la mayoría hijos de inmigrantes.
“La clase”, título con el que ha sido estrenada en España, es una película dirigida por Laurent Cantet, que obtuvo la Palma de Oro del pasado Festival de Cannes y que muestra las dificultades de un profesor de lengua para impartir sus clases con normalidad. Los primeros planos de los alumnos desmotivados, que charlan sin parar con sus compañeros o dormitan sobre sus pupitres, mientras el profesor explica, son reveladores de lo que hoy día sucede en las aulas y que es desconocido por la mayor parte de la sociedad.
En la actitud paciente del profesor que, en todo momento, dialoga con sus alumnos, a pesar del mal comportamiento de éstos, nos podemos reconocer la mayoría de los que trabajamos en educación secundaria. También, en la de otro profesor que, en un momento de tensión, cansado de que sus alumnos no le escuchen y le falten al respeto, se desahoga airadamente con sus compañeros de claustro. E, igualmente, en las reuniones, donde los profesores tratan de discernir el grado de rigidez y flexibilidad con el que aplicar las normas de funcionamiento del centro.
Una película dura de ver, por su crudeza y realismo, porque, después de una semana entre muros, es como volver allí, sin ningún tipo de concesiones, aunque también con los momentos de satisfacción para cualquier profesor: aquellos en que los alumnos reconocen los conocimientos aprendidos, durante el año.