CUENTACUENTOS EN EL IES GRAN CAPITÁN

EL OFICIO DE CONTAR HISTORIAS

El juego con los tonos de voz; los gestos que surgen naturales, adaptándose a la historia que cuenta; los sonidos onomatopéyicos imitando las voces de los animales; las pausas; y, de súbito, el movimiento acompasado del cuerpo emulando el galope de un caballo o el aleteo de un pájaro�

Así, con gran dominio de todos los recursos interpretativos, Rafalillo, les contó a los alumnos de 2º de ESO tres cuentos, dentro de la Semana de la Solidaridad, organizada por la Asociación Educativa Barbiana, y logró lo que difícilmente conseguimos los profesores en nuestras clases: captar su atención y despertar su interés, hasta el extremo de que, concluida la actividad, se oyó comentar: â??sigue, sigue, pasamos del recreoâ?.

Es difícil dominar mejor el arte de contar historias. Rafalillo hizo realidad el propósito didáctico de Don Juan Manuel de enseñar deleitando, porque los alumnos no sólo se lo pasaron bien, sino que, además, ellos mismos extrajeron las moralejas solidarias de los tres cuentos.

APRENDIENDO EN EL CAMINO

Escribió Konstantino kavafis:

“Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias…”

Se refería el poeta griego a que lo importante no es el destino, sino el viaje, donde podemos aprender de quienes saben, donde nos cargaremos de experiencia…

He recordado este poema, mientras visitaba la exposición de tarjetas navideñas y de carteles y eslóganes sobre consumo responsable que, desde el martes, podemos ver en el vestíbulo principal de nuestro instituto. He pensado en el camino recorrido hasta llegar a ella: desde que el DACE propuso a los departamentos de Plástica y Filosofía trabajar con sus alumnos los carteles y eslóganes sobre consumo responsable, analizando la influencia de la publicidad en sus hábitos consumistas, dándoles a conocer los efectos negativos de estos hábitos sobre la salud y el medio ambiente, adiestrándoles en la técnica del cartel; y después, la propuesta a los departamentos de Plástica, Francés e Inglés de trabajar en el aula las tarjetas navideñas, ejercitando con sus alumnos diferentes técnicas pictóricas, sugiriéndoles motivos, invitándoles a escribir en una lengua que no es la suya textos relacionados con la navidad; y, finalmente, con los padres y madres implicándose en la ardua tarea de seleccionar los mejores trabajos.

Así, recorriendo un camino que nos ha enriquecido a todos, particularmente a los alumnos, y que ha quedado en nuestra memoria algunas imágenes impactantes, como la del mundo convertido en una manzana que estamos devorando, y eslóganes, como “Gastar x gastar, problema de todos”.

Enhorabuena a los profesores implicados, en especial a Carmen Barroso; a los alumnos participantes; y a los padres y madres que formaron parte del jurado.

¿ESTÁN EN RIESGO LOS DERECHOS HUMANOS?

En la última entrada recordábamos cómo las relaciones homosexuales son castigadas con prisión en numerosos países del mundo e incluso en algunos con la pena de muerte. Esto demuestra que el artículo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de que todos somos iguales ante la ley no se cumple; pero no es el único. En un reportaje, publicado hoy en El País Semanal, se hace un repaso de los 30 artículos de la citada declaración, con motivo de su 60 aniversario, y se llega a la conclusión de que una cosa es el limbo de la teoría y otra bien distinta la cruda realidad.

 Valgan como testimonio los siguientes hechos: 

·        Asha Ibrahim, de tan sólo 14 años, murió lapidada en Somalia, en octubre de este año, por mantener relaciones sexuales sin estar casada, después de haber sido violada por tres hombres.

·        Amnistía Internacional ha documentado casos de tortura y otros tratos crueles e inhumanos en más de 81 países.

·        Dos mil millones de personas en el mundo siguen viviendo en la pobreza, luchando por conseguir agua, alimentos y vivienda.

·        UNICEF calcula que alrededor de 246 millones de niños trabajan en todo el mundo.

·       Más de 70 millones de niños en el mundo nos están escolarizados, según Educación Sin Fronteras. 

Podríamos seguir, hasta completar el incumplimiento de los 30 artículos de la  Declaración Universal de los Derechos Humanos. Lo que ocurre es que pertenecemos a un país del primer mundo, donde la mayor preocupación es cómo solucionar la crisis financiera, adoptando medidas de apoyo a los bancos, que curiosamente cada año declaran mayores beneficios, mientras, como dice Irene Khan, “la pobreza es la más grave y extendida crisis de derechos humanos que vivimos, pero no hay voluntad política para hacerla frente”. 

A los ciudadanos de a pie sólo nos quedan, como diría Iturrioz, dos posibilidades: abstenernos o actuar limitándonos a un pequeño círculo.

LEYES CONTRA HOMOSEXUALES

En la ONU se está debatiendo la posibilidad de aprobar una resolución para impulsar la despenalización de las relaciones homosexuales en el mundo, pues, aunque nos parezca mentira, en pleno siglo XXI, todavía hay numerosos países donde la homosexualidad es castigada con la cárcel, e incluso en algunos (Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Irán, Mauritania, Sudán, Yemen y algunos estados del norte de Nigeria)  con la pena de muerte. Cito los nombres de estos países, porque, en mi opinión, es bueno que se sepa dónde se mantienen todavía leyes aberrantes, como estas, que violan flagrantemente los derechos humanos más elementales.  

La Unión Europea, que propone esta resolución, aspira a que sea apoyada, como máximo, por 60 países, de un total de 192. Ni siquiera una tercera parte de los que pertenecen a la ONU.  

Entre los que se oponen, llaman poderosamente la atención el estado del Vaticano y los Estados Unidos. Ambos argumentan que apoyar el fin de las condenas por orientación sexual puede provocar una reacción en cadena de uniones entre personas del mismo sexo y una discriminación hacia los matrimonios tradicionales entre heterosexuales.  

Al margen de la escasa validez de la argumentación, se trata, sin duda, de una postura que va en contra de la declaración universal de los derechos humanos y que está muy alejada del amor cristiano y la fraternidad que tanto pregona la iglesia.  

En nuestro país, durante el franquismo, existía una ley contra vagos y maleantes, que incluía a los homosexuales; durante el nazismo, la homosexualidad era condenada con la cárcel y muchos homosexuales fueron sometidos a la castración voluntaria para recuperar su libertad; en los colegios, tradicionalmente, los jóvenes amanerados siempre han sido objeto de burlas.  

Es verdad que, al menos en España, las leyes no los discriminan, pero siguen siendo señalados con el dedo, quizá no para burlarse de ellos, pero sí para comentar por lo bajo su homosexualidad, como si fuera una marca que los diferenciara, lo cual no es sino una forma sutil de discriminación. ¿O acaso señalamos con el dedo a los heterosexuales para proclamar su heterosexualidad? 

Quizá podríamos empezar en nuestros ámbitos más cercanos, por ejemplo en el instituto, y ¿quién sabe?, a lo mejor, con el tiempo, una resolución, como la que se debate en la ONU, podría conseguir el apoyo de la mitad más uno de los países que la integran.

Me sumo al comentario elogioso de nuestro compañero Francisco Pérez Galisteo, en Ticágora, sobre la charla coloquio del profesor Ciro Milione, acerca de la Constitución Española. No creo que exagere en su apreciación ni que se haya dejado llevar por un entusiasmo injustificado. Al contrario, yo también me sentí seducido por las palabras del profesor de la universidad de Córdoba. En este caso, unas palabras acompañadas del gesto y de la técnica. Agradecimos que el conferenciante no permaneciera sentado, durante todo el tiempo, porque no sólo se comunica con la palabra hablada, sino también con los gestos de la cara, con los movimientos del cuerpo y de las manos, con los silencios. A través de este lenguaje no verbal pudimos percibir la pasión que ponía en su mensaje de que la constitución es tan importante para un país, como los cimientos para una casa. Todo aderezado, además, con imágenes divertidas proyectadas en la pantalla. Y de vez en cuando, como recuerda Paco en su comentario, una pregunta para que los que escuchábamos pensáramos en la respuesta: “¿tiene poder el rey?”. División de opiniones, que le sirvió al conferenciante, como buen republicano, para dar su opinión crítica sobre la monarquía, que no es elegida por el pueblo. 

El mensaje final: la constitución es como una luz que nos guía en el camino, una utopía que da sentido a nuestra vida en sociedad y que nos permite elegir continuamente en libertad, es decir, ser personas. 

Nuestra felicitación al profesor Ciro Milione, con el que disfrutamos por lo que dijo y por cómo lo dijo; al DACE, que se encargó de la organización de la actividad; al compañero Francisco Pérez Galisteo por su implicación en la misma; y al alumnado de 1º de Bachillerato por la atención y el respeto con el que siguieron la charla.   

 Hoy, martes, hemos asistido a la representación teatral de “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla, en el teatro Avanti de Córdoba. Se trata de una adaptación hecha por la empresa Recursos Educativos para alumnos de educación secundaria. Para darle ilación a la obra, se utiliza la figura de un narrador que cuenta resumidamente los fragmentos suprimidos, evitando de esta manera saltos en el vacío.  

La decoración no puede ser más sencilla: un telón de fondo que permite la proyección de sombras, de gran eficacia dramática, en escenas, como la del cementerio, con don Juan contemplando su propio entierro. Y a ambos lados del telón, colgando del mismo, dos sogas de ahorcado, que representan la muerte, elemento característico de la obra y del movimiento artístico donde se sitúa: el romanticismo.

Los demás elementos escenográficos (mesas, podios…), siempre a la misma altura y colocados de forma simétrica producen una sensación de equilibrio, que es la que corresponde a un espectáculo dramático de época, como el que hemos visto.  

Todas estas mimbres podían haber dado lugar a un montaje atractivo y digno; pero el desigual nivel interpretativo y, más en concreto,  la deficiente interpretación del personaje de Don Juan, lo tira todo por la borda; porque no puede llevar todo el peso de la obra un actor tan limitado en la dicción y en la modulación de voz, como apático en la actitud. Desde la primera escena, sosa y sin ritmo, a causa sobre todo de la escasa fuerza dramática del actor protagonista, hasta la última, en que rompe con la tensión inherente a la salvación de su alma, diciendo el texto con desgana, como si estuviera pensando en las sesiones que le quedan por representar, durante el día.  

Y es una pena, porque los demás actores rayan a gran altura, especialmente doña Inés, que es interpretada con extraordinaria convicción, modulando la voz, suspirando, moviéndose y gesticulando con naturalidad, por una actriz pletórica de recursos. También Ciutti, con una interpretación contenida, pero llena de matices, y Don Luis, jugando con los tonos de voz y apoyando sus palabras en gestos expresivos y naturales. 

El resultado de este desequilibrio en los niveles de interpretación son caídas frecuentes de ritmo; falta de pasión, en momentos que deben ser necesariamente apasionados; en definitiva, una pérdida de la cohesión y la credibilidad que todo montaje teatral ha de tener.         

He recibido, a través del correo electrónico, la noticia de que varias organizaciones relacionadas con la industria audiovisual han elaborado un manifiesto reclamando la introducción de la asignatura Cultura Audiovisual en la ESO y Bachillerato. Argumentan estas organizaciones que los adolescentes, aunque consumen mucha televisión, Internet y videojuegos, tienen escasos conocimientos audiovisuales, como lo prueba el hecho de que “se pasan el día empleando aparatos y términos audiovisuales cuyo significado desconocen en muchos casos”. A esto hay que añadir las dificultades para distinguir lo que son contenidos adecuados y los que no, así como lo que es legal y lo que no.  

Esta noticia me ha recordado un artículo del ex Presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en el que demandaba la incorporación de las nuevas tecnologías a la enseñanza; pero una incorporación real que no garantiza ser centro TIC, como lo somos nosotros; pues una cosa es disponer de un ordenador para cada dos alumnos y acceso a Internet, y otra distinta hacer un uso regular en el aula de éstas nuevas tecnologías, en lo cual tenemos mucho que ver los profesores.

Es verdad –y a más de uno nos ha ocurrido- que a veces llevamos preparada nuestra clase para que los alumnos trabajen una Web quest o consulten los periódicos digitales o ejecuten un juego didáctico sobre ortografía, y nos encontramos con el inconveniente de que no todos los ordenadores funcionan o no lo hacen al mismo ritmo, con lo que unos alumnos tardan 15 minutos más que otros en iniciar las actividades propuestas; pero no es menos verdad que los profesores del IES Gran Capitán estamos obligados a utilizar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, porque nos comprometimos a ello en el proyecto que elaboramos por departamentos para solicitar convertirnos en centro TIC, y, lo más importante, porque vivimos en una sociedad en la que las nuevas tecnologías están produciendo una auténtica revolución. Pensemos, por ejemplo, que hace apenas 10 años no existían ni el buscador Google ni los SMS ni los blogs, tres herramientas, en especial las dos primeras, que hoy día consideramos indispensables.

En suma, si la mesa de la educación tiene cuatro patas, todas son indispensables para estar al día de los cambios que se están produciendo en la sociedad: la administración, proporcionando a los centros los recursos necesarios e introduciendo las modificaciones legales necesarias para facilitar la alfabetización digital de nuestro alumnado; los profesores, asumiendo nuestro compromiso de utilizar las nuevas tecnologías en nuestras clases –en este sentido, el elevado número de compañeros inscritos en el grupo de trabajo “Herramientas educativas Web 2.0” constituye un buen síntoma-; por supuesto el alumnado aprovechando el tiempo y contribuyendo con una buena actitud a la labor de sus profesores; y los padres y madres permitiendo a sus hijos un uso adecuado del ordenador y poniéndose ellos mismos al día, a través de las actividades y cursos que se organizan en el centro.

CLUB DE LECTURA DEL IES GRAN CAPITÁN

LEER ES COMPARTIR 

Ayer jueves, nos reunimos en la biblioteca del centro 25 personas, entre alumnos, profesores, padres y personal no docente, para hablar del libro “El niño con el pijama de rayas”.

Todos habíamos dialogado a solas con su autor, John Boyne, a pesar de que los lingüistas digan que la comunicación literaria es unidireccional. Pero necesitábamos compartir lo que habíamos leído; necesitábamos intercambiar nuestras impresiones sobre esta novela juvenil, que también puede ser leída por adultos. 

Superado el nerviosismo inicial, las intervenciones se sucedieron de forma fluida y espontánea. Coincidimos en que es un libro del que conviene no saber nada, antes de haberlo leído; en que su autor consigue crear la intriga mediante distintos y variados recursos (elipsis, ambigüedad de los personajes, capítulos inacabados…); en que la perspectiva desde la que el lector va descubriendo unos hechos tan dramáticos, como los ocurridos durante la Alemania nazi, es original y evoca nuestra infancia y el mundo de los cuentos… Disentimos –bendita disidencia- en la credibilidad o no de la historia; en la valoración de los personajes; en si nos parece justificable la actitud de Bruno de no reconocer su amistad con Shmuel; en el final: previsible para unos, demasiado dramático para otros…   

Pero las coincidencias y las disidencias nos enriquecieron a todos y demostraron que dialogar sobre lo leído nos abre nuevas perspectivas, nos ofrece significados en los que no habíamos caído, nos descubre matices insospechados, hace corpóreo, en fin, uno de los rasgos más característicos de la literatura: su plurisignificación, como consecuencia de la libertad de interpretación del lector. 

Larga vida al Club de Lectura del IES Gran Capitán. 

Próxima lectura, a sugerencia de Azahara, “Como agua para chocolate” de Laura Esquivel. Nos vemos el viernes, 19 de diciembre, en la biblioteca. 

Había oído decir que una de las virtudes de Barack Obama, futuro presidente de los Estados Unidos, es su capacidad de seducción a través de la palabra. Así que lo primero que hice, después de la larga madrugada electoral del pasado martes, fue buscar en el periódico del día siguiente el discurso que pronunció, ante 125.000 seguidores, nada más conocer su victoria. 

“¡Hola, Chicago!”, comenzó Obama, incluyendo en el nombre de esta ciudad norteamericana a todos los que le estaban escuchando (hombres y mujeres; blancos y negros; jóvenes y ancianos; ricos y pobres…), en un claro signo de unidad. A continuación, se dirigió a los que dudan de que todo es posible en los Estados Unidos; a los que se preguntan si el sueño de los que fundaron el país continúa vivo, para decirles que el triunfo de esa noche era la respuesta.  Después, un recuerdo al perdedor de las elecciones y el obligado agradecimiento a los que habían colaborado con en él en su campaña electoral, a los que él llama sus compañeros de viaje: el jefe de la campaña electoral, su mujer, su hijas; y sobre todo a los que habían hecho posible la victoria y que, en ese momento, le escuchaban.  

Pero el momento culminante y más emotivo de su discurso fue la historia de una mujer negra de 106 años, que votó en Atlanta y que había nacido sólo una generación después de la esclavitud, en una época en la que alguien como ella no podía votar por dos motivos: porque era mujer y por el color de su piel. El ejemplo de esa mujer, símbolo de la lucha por los derechos civiles, le valió a Obama para concluir su discurso reiterando un “Sí, podemos” frente a todos los obstáculos que se le han planteado, a lo largo de su historia, y se le pueden plantear, en un futuro, a los Estados Unidos de América; “sí, podemos” recuperar el sueño americano y reafirmar “que, aunque muchos, somos uno; y que, mientras respiremos, tenemos esperanza” 

Ante un discurso tan equilibrado y emotivo, además dicho con convicción y dominio de la imagen, es fácil entender el poder de seducción de este joven político, que ha despertado tantas expectativas; es fácil entender la capacidad de seducción de la palabra dicha en alto, que impone una tregua al combate de la vida.  

Os invito a que opinéis sobre Barack Obama: cómo habéis percibido desde aquí, a miles de kilómetros de distancia, al personaje; lo que puede representar su triunfo electoral no sólo para su país sino también para el resto del mundo. O si lo preferís podéis reflexionar sobre el poder de seducción de la palabra: si habéis conocido a personas dotadas de una especial habilidad para atraer la atención de aquellos que las escuchan. Seguro que, entre los profesores que os han dado clase, o entre vuestros familiares o amigos, hay alguien que destacaba o destaca por el buen uso de la palabra, por su facilidad para convencer.  

NOS OCUPAMOS DEL MAR

Hace unos días, escuchando el disco homenaje a Javier krahe, me llamó la atención la letra de una de las canciones “Nos ocupamos del mar. Como iba en el coche, haciendo el trayecto de mi casa al instituto, volví a escucharla, una y otra vez, recreándome en esa ocupación, en principio tan extraña; imaginando al hombre y la mujer tendidos uno junto al otro, después del trabajo diario. Me pareció y me parece el mejor canto a la igualdad entre mujeres y hombres.

Nos ocupamos del mar

y tenemos dividida la tarea.

Ella cuida de las olas

yo vigilo la marea.

Es cansado,

por eso, al llegar la noche,

ella descansa a mi lado,

mis ojos en su costado.  

También cuidamos la tierra

y también con el trabajo dividido.

Yo troncos, frutos y flores,

ella riega lo escondido.

Es cansado,

por eso, al llegar la noche,

ella descansa a mi lado.

Mis manos en su costado.  

Todas las cosas tratamos

cada uno, según es nuestro talante.

Yo lo que tiene importancia,

ella todo lo importante.

Es cansado,

por eso, al llegar la noche,

ella descansa a mi lado

y mi voz en su costado.  

                            Javier Krahe