“La falta de dignidad humana experimentada por los africanos es una consecuencia directa de la política de la supremacía blanca. La supremacía blanca implica la inferioridad de los negros. La legislación diseñada para mantener la supremacía de los blancos refuerza esta idea. Las labores de baja categoría son siempre realizadas por africanos. Cuando hay que llevar o limpiar algo, el hombre blanco mira a su alrededor buscando una africano que lo haga para él, tanto si el africano es un empleado suyo como si no. Debido a esta clase de actitud, los blancos tienden a considerar a los africanos como una estirpe diferente. No los consideran personas con familias propias; no se dan cuenta de que tienen emociones y que se enamoran igual que los blancos; de que quieren estar con sus mujeres y sus hijos igual que los blancos quieren estar con los suyos; de que quieren ganar suficiente dinero para mantener a sus familias como es debido, alimentarlas, vestirlas y enviarlas al colegio.”
Este es un pasaje del discurso que el recientemente fallecido Nelson Mandela pronunció ante el Tribunal Supremo de Pretoria, que lo condenó a cadena perpetua por defender la igualdad de derechos entre las personas.
También Solomon Northup defendió los derechos humanos, en particular los de los negros, después de pasar doce años como esclavo, entre 1841 y 1853, en un estado del sur de los Estados Unidos, según cuenta en el libro escrito por él mismo, que ha inspirado la película Doce años de esclavitud, estrenada ayer y dirigida por Steve McQueen. Las imágenes que muestra, sobre todo de las torturas y violaciones infligidas a las personas de raza negra son tan duras, que en ocasiones obliga al espectador a desviar la mirada de la pantalla. Sales sobrecogido y abominando de los gobiernos que aprobaron leyes que justificaban el esclavismo y también de la indiferencia con la que reaccionaban, ante estas atrocidades, aunque por razones bien distintas, tanto los blancos como los negros.
Desgraciadamente, transcurridos casi doscientos años del caso de Solomon Northup y cincuenta, aproximadamente, del discurso de Mandela, el problema de la supremacía de unas personas sobre otras, sigue teniendo vigencia, como demuestran los cientos de casos detectados por la policía española de explotación laboral en talleres textiles, locutorios, venta ambulante, redes de mendigos, tratas de blancas, o en el trabajo en el campo. El caso más reciente en Europa es el de Prato (Italia), hace dos semanas, donde un taller, en el que trabajaban inmigrantes chinos en jornadas de hasta quince horas diarias, a cambio de la comida y sin ningún tipo de contrato laboral, ardió dejando siete víctimas.
La responsabilidad de estos casos, donde se violan sistemáticamente los derechos humanos, recae en los gobernantes de los países, como el nuestro, donde tienen lugar. Paradójicamente, muchos de estos coincidieron el pasado martes, día 10 de diciembre, en Johannesburgo, para rendir homenaje a Nelson Mandela.