Estábamos estudiando en clase los textos publicitarios y acababa de explicar lo que son los estereotipos, cuando una alumna le espetó a un compañero:
-¡Joder! ¡Estate quieto de una puta vez!
Inmediatamente le llamé la atención, diciéndole, más o menos lo siguiente:
-No se deben emplear tacos en clase. Además, están muy feos en boca de una mujer.
Me salió de una forma espontánea, pero en seguida me di cuenta del error. Claro que un alumno fue casi tan rápido como yo y me dijo con tono de reproche:
-Matías, acabas de utilizar un estereotipo.
Luego, cuando estábamos comentando un anuncio de una campaña antitabaco, sucedió algo curioso: el anuncio, dirigido a las mujeres, venía a decir que fumar deteriora la calidad de la piel, el pelo y la coloración de los dientes.
Al leerlo, una alumna puso su rostro junto al de su compañero de mesa y me preguntó:
-¿Cuál de los dos tiene mejor aspecto?
-Sin duda, el tuyo -le respondí.
-Pues los dos somos fumadores, así que el anuncio es machista.
Tampoco le faltaba razón, pues entre los anuncios que había seleccionado para ilustrar el estudio de los textos publicitarios, se me había colado uno con claras connotaciones machistas.
Los dos episodios me han hecho reflexionar sobre lo extendidos que están en nuestra sociedad los estereotipos y el machismo, tanto que, aunque tengamos la voluntad de criticarlos para que desaparezcan, salen a relucir en el momento más insospechado.