ESTEREOTIPOS Y MACHISMO

Estábamos estudiando en clase los textos publicitarios y acababa de explicar lo que son los estereotipos, cuando una alumna le espetó a un compañero: 

-¡Joder! ¡Estate quieto de una puta vez! 

Inmediatamente le llamé la atención, diciéndole, más o menos lo siguiente: 

-No se deben emplear tacos en clase. Además, están muy feos en boca de una mujer. 

Me salió de una forma espontánea, pero en seguida me di cuenta del error. Claro que un alumno fue casi tan rápido como yo y me dijo con tono de reproche: 

-Matías, acabas de utilizar un estereotipo. 

Luego,  cuando estábamos comentando un anuncio de una campaña  antitabaco, sucedió algo curioso: el anuncio, dirigido a las mujeres, venía a decir que fumar deteriora la calidad de la piel, el pelo y la coloración de los dientes.

Al leerlo, una alumna puso su rostro junto al de su compañero de mesa y me preguntó: 

-¿Cuál de los dos tiene mejor aspecto? 

-Sin duda, el tuyo -le respondí. 

-Pues los dos somos fumadores, así que el anuncio es machista. 

Tampoco le faltaba razón, pues entre los anuncios que había seleccionado para ilustrar el estudio de los textos publicitarios, se me había colado uno con claras connotaciones machistas. 

Los dos episodios me han hecho reflexionar sobre lo extendidos que están en nuestra sociedad los estereotipos y el machismo, tanto que, aunque tengamos la voluntad de criticarlos para que desaparezcan, salen a relucir en el momento más insospechado.    

MADERA DE PERIODISTAS

Esta mañana hemos visitado las instalaciones de Aucorsa, con la finalidad de preparar un programa de radio. En la puerta de entrada, nos han recibido Ana y Virginia, para conducirnos al locutorio –ya algo antiguo-, donde se hacen las grabaciones. Tras explicarnos las características para elaborar un guión de radio (cabecera, duración, temática, música, etc.), ha llegado la parte más interesante para los alumnos: grabar sus propias voces, con el fin de superar el miedo inicial y también para que se oyeran, porque siempre se sorprende uno, cuando escucha, por primera vez, el timbre de su voz. Las chicas se han mostrado, en general, mucho más desinhibidas que los chicos, exhibiendo algunas de ellas buenas condiciones para la radio. Los chicos, en cambio, por un concepto del ridículo un tanto extraño, que les provocaba una risa incontenible, cada vez que se ponían delante del micrófono, no se decidieron a grabar, hasta la segunda o tercera prueba. Como justificaciones a su negativa, se escucharon frases como estas: “Huy, yo no, que me da mucha vergüenza”; “yo, tampoco, porque no me gusta mi voz”; “si he dicho que no es que no, así que no os empeñéis”; “yo, hablar por un micrófono, ni pensarlo”. En fin, cosas de la adolescencia.

No obstante, el resultado final fue cuanto menos alentador, pues parece que el gusanillo de la radio y del periodismo le picó a más de uno o, al menos, eso es lo que se percibía en sus caras y en su buena disposición.

Nos queda un arduo trabajo por delante, en las clases de Biología y Lengua: primero, elaborar el guión, a partir de la información, que nos ssuministraron, sobre los autobuses públicos de Aucorsa, que son una alternativa más barata y respetuosa con el medio ambiente, si los comparamos con el vehículo privado, y sobre Sadeco, empresa, que pretende contribuir, mediante la recogida selectiva de basuras, a una ciudad más saludable y sostenible; después, buscar la música más apropiada para los textos; y finalmente, grabar el programa de radio, en las instalaciones de Aucorsa.

La primera enseñanza ha sido en el patio de estas instalaciones, donde los alumnos fumadores, después de inhalar el delicioso humo de un cigarrillo, preguntaron a las monitoras de Aucorsa dónde podían tirar las colillas. Ver para creer. Antonio Gómez y yo nos hemos quedado anonadados.

LA POESÍA NO ES TAN MINORITARIA

“¿Era pedófilo Antonio Machado?” Me preguntó una alumna, al leer, en la Wikipedia, que se había casado con Leonor, una chica de 16 años, cuando él tenía 34. 

La pregunta provocó un pequeño debate, en el que llegamos a la conclusión de que, aunque no es lo más frecuente, el amor puede existir entre personas de tan diferente edad. Por otra parte, la anécdota refleja el grado de sensibilización, que existe, hoy día, entre los jóvenes, sobre los abusos sexuales a niños. 

“Si su primer libro se titula “Soledades” y nos has explicado que la razón está en que predomina el sentimiento de soledad en los poemas que lo integran, ¿cómo es posible que estuviera casado?”

El alumno que formulaba esta pregunta, aparentemente ingenua, pero llena de sentido, desconocía que este libro lo publicó Machado, antes de conocer a la que sería su mujer. 

Así, se desarrolló la clase de ayer: los alumnos buscaban información en Internet sobre el autor de “Soledades”, del que ahora conmemoramos el 70 aniversario de su muerte, y la comentábamos en alto, a partir de las preguntas, que esta información suscitaba en ellos. 

La clase había comenzado con la recitación por mi  parte de dos poemas muy conocidos (“Recuerdo infantil” y “Pegasos, lindos pegasos”), donde Machado evoca recuerdos de su infancia. Para mi sorpresa, salvo alguna excepción, todos permanecieron en silencio, mientras me escuchaban. Cuando acabé la lectura, me confesaron que les había gustado. Pensé en proponerles que recitaran ellos mismos; pero finalmente no lo hice. Espero hacerlo el próximo jueves, porque hoy visitamos Aucorsa, para preparar un programa de radio.

A PROPÓSITO DE LOS NIVELES DEL LENGUAJE

Estábamos analizando en clase los niveles del lenguaje, según el grado de instrucción del hablante y, al detenernos en las características del nivel vulgar, mencioné la no adaptación a las diferentes situaciones de comunicación que se presentan en la vida diaria, es decir, las personas poco instruidas hablan siempre igual, porque su escaso dominio del lenguaje les impide adaptarse a las características del receptor o de la situación. Por ejemplo, el alumno que utiliza palabras malsonantes  en clase está haciendo uso de este nivel vulgar del lenguaje y no porque haya tenido pocas posibilidades de adquirir una cultura, sino más bien porque no se ha preocupado de aprender a hablar y escribir correctamente.

Insistí en este aspecto, porque en la clase de 2º de PCPI es habitual escuchar a un alumno decir “fulanito me está dando por culo” en lugar de “me está molestando con sus bromas”, o “zutanito se ha dado una hostia al entrar al instituto” en vez de “se ha golpeado con la puerta de entrada”. Siempre les llamo la atención sobre lo inadecuado de estas expresiones; pero suelen responderme que ellos hablan así con sus amigos, ignorando que el hablante, con una mínima instrucción, debe adaptarse a las diferentes situaciones comunicativas. En estas ocasiones, también les suelo recordar que, cuando el día de mañana vayan, por ejemplo, a una entrevista de trabajo, deberán cuidar especialmente el lenguaje que utilizan, si quieren conseguir el objetivo de que los contraten.   

Otra de las características del nivel vulgar, que comentamos, es la abundancia de refranes y frases hechas. Les puse el ejemplo de “A palabras necias, oídos sordos”, que viene a significar que no se debe hacer mucho caso de las acusaciones, cuando éstas no se ajustan a la verdad. Enseguida sacaron a relucir los casos en los que los alumnos son acusados injustamente, por ejemplo, de hablar, mientras el profesor explica, o de haber expelido una ventosidad o un eructo, durante una clase. Les contesté que los profesores no podemos estar pendientes, además de explicar nuestra materia o de coordinar las tareas que realizan los alumnos, de todo lo que sucede en el aula; pero esta explicación no parece que les convenció del todo. En fin, ellos o, mejor dicho, vosotros tenéis la palabra.

 

LA PAPISA JUANA

Estábamos preparando el control del próximo viernes y, al repasar la categoría gramatical del sustantivo, desde el punto de vista formal, hablamos del género. En primer lugar, aclaré la confusión bastante generalizada de identificar sexo con género. El primero es, según la RAE, una propiedad que tienen los sustantivos, “por la cual se clasifican en masculinos y femeninos”. El segundo es una “condición orgánica o biológica, por la cual los seres vivos son masculinos o femeninos”. 

Pero lo que verdaderamente les llamó la atención a los alumnos es la enorme casuística para formar el género en castellano: desde la forma más simple de añadir la vocal –a a la raíz de un sustantivo (gato/gata), conocida por todos, hasta los sustantivos que suelen inducir a error y que tuvieron que buscar en el diccionario, para averiguar su género, como: acné, comezón, apoteosis, mugre. Esto sin olvidar los nombres que varían de significado en función de su género, pues no es lo mismo el editorial que la editorial, o el frente que la frente, o el cura que la cura. Aunque lo que más les sorprendió fue el hecho de que no todas las palabras acabadas en –o son masculinas (la testigo, la modelo), ni todas las terminadas en –a femeninas (el poeta, el futbolista). 

En fin, son las cosas de la lengua o los caprichos de la lengua, como, por ejemplo, el femenino de papa que es papisa, y que sólo se emplea en referencia a la única mujer que supuestamente ocupó este puesto, en el siglo XI: la papisa Juana. 

Al hilo de esta cuestión, se preguntaba una alumna por qué las mujeres no podían ser papa o sacerdote. Con la iglesia hemos topado, le respondí; pero era una buena pregunta, especialmente ahora que está próximo el día contra la violencia hacia las mujeres, la cual tiene su origen en el machismo, todavía imperante en la sociedad española. 

No parece que haya otra razón más que esta supuesta superioridad del hombre, para que la iglesia mantenga una discriminación tan clara de la mujer, concluimos en clase.    

OSCURIDAD

Ayer, me acercaba, como todos los jueves, después de la reunión del departamento de Lengua, al aula de 2º del PCPI, con la idea de leerles “El corazón delator” de Edgar Allan Poe. Mientras caminaba por el pasillo, pensé, que un relato como éste, exigiría un cierto clima de misterio, durante la lectura. Los alumnos desconocían lo que había programado; pero, como por arte de magia o por telepatía, habían dejado el aula completamente a oscuras, tanto que, cuando llegué a la puerta de entrada, pensé que no había nadie dentro, sin embargo, estaban esperándome con la intención de gastarme una inocente broma. 

Comencé a leer en voz alta “El corazón delator”, en medio de un silencio sepulcral; pero, de vez en cuando, por ejemplo, en los momentos en que el narrador-protagonista repite que no está loco, los alumnos sentían la necesidad de interrumpirme para preguntar por qué insistía tanto en esta circunstancia. Así, la lectura inopinadamente se convirtió en un diálogo, que me obligaba a aclarar diferentes aspectos de la trama; aunque, al reanudarla, comprobé que seguían estando atentos. Incluso hubo un momento, al final del relato, cuando la tensión era máxima, y todos estábamos pendientes de los latidos del corazón del viejo asesinado, en que un balón, procedente de las pistas polideportivas, chocó violentamente contra una de las ventanas y casi nos morimos del susto. Fue como si la ficción del cuento y la realidad del aula se fundieran en un mismo plano, como el clima de misterio que, quizá por intuición o por telepatía, habían creado los alumnos, antes de que yo llegara a  la clase.

VISITA A LA BIBLIOTECA

La capacidad de atención de mis alumnos del PCPI es directamente proporcional al interés que tienen por las cosas. Hoy, lo he podido comprobar en la visita, que hemos realizado, a la Biblioteca Central de Córdoba, junto con el 4º de ESO C y mi compañera de Lengua, Lola Pérez.. 

Para preparar la actividad, vimos ayer en clase la etimología de la palabra “biblioteca”: lugar donde se guardan libros. Al explicar esta palabra, surgieron otras similares como: filmoteca, hemeroteca, discoteca, ludoteca… También recordamos brevemente la historia del libro: desde las tablillas de barro y la escritura cuneiforme de la cultura mesopotámica, pasando por el rollo de papiro de Grecia y Roma,  hasta el libro de hojas de papel, a partir de la invención de la imprenta, y el libro digital, fruto de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. 

Con estas mimbres, nos hemos presentado esta mañana en la Biblioteca Central, donde los alumnos han estado atentos a la explicación de Carmen, una de las responsables, mientras ha durado su curiosidad por un lugar nuevo para la mayoría de ellos. Desgraciadamente,  esta atención ha ido disminuyendo progresivamente. En la sala de informática, donde nos encontrábamos, han empezado a brotar, como las flores en primavera, gestos de hastío, conversaciones inoportunas, miradas de aburrimiento y la típica pregunta: “¿cuándo acaba esto? El único recurso para que reaccionaran ha sido recordarles que incluiría, en el próximo examen, algunas preguntas sobre las explicaciones de Carmen, que en ese momento hablaba de tejuelos, signaturas, código de barras… 

De la sala de informática nos hemos dirigido a la zona infantil y juvenil, donde paradójicamente el desinterés ha llegado a su punto culminante, tanto que el restablecimiento de la atención ha requerido de medidas más contundentes, como separar a algunos alumnos del grupo, con la advertencia de llamar a sus padres. 

Recuperado el interés, nos hemos adentrado en el espacio más silencioso de la biblioteca, el destinado a lectura, donde los alumnos, quizá influidos por la concentración de los usuarios que ese momento se encontraban leyendo, sobre todo, jubilados y universitarios, han vuelto casi por obligación a estar atentos. 

El regreso al instituto lo hemos hecho a pie, como la ida. Algunos alumnos se han adelantado, desoyendo las indicaciones de marchar juntos, y un policía municipal les ha preguntado, con buen criterio, qué hacían solos en la calle, a horas de clase. Entonces, han ido a buscarnos, como alma que lleva el diablo, para que certificáramos que efectivamente iban con nosotros. Hablando con el policía, he pensado que los profesores, en efecto, somos muy importantes para los alumnos.      

MICRORRELATOS

Creo que mis alumnos del PCPI han acabado adquiriendo la técnica del microrrelato, lo cual significa que han aprendido a utilizar, entre otras cosas, el recurso de la elipsis, pues, en esto de la literatura, a veces, vale más sugerir que decir: 

"Ella caminaba con su novio por la calle. Pasó un chico por su lado y cruzaron sus miradas. En ese momento, algo se produjo en el interior del novio, como un cortocircuito, ya no era él, se convirtió en otra persona…" 

Francisco Requena Sanz 

"Estaban discutiendo en el coche, cuando la mujer, harta de la discusión, se bajó para irse. Él le exigió que volviera, pero ella se negó. Entonces él muy furioso se bajó también del coche, la agarró violentamente y nunca más se volvió a saber de ella." 

Isabel María Sánchez Díaz 

"La encontraron tumbada en la tierra, debajo de un puente, con el cuerpo lleno de arañazos, golpes, y en medio de un gran charco de sangre. Y todo por una inocente mirada." 

Tatiana Moreno Sújar 

También han demostrado una cierta pericia en el recurso del contraste: 

"Después de un parto largo y doloroso, descansaba en la planta séptima del hospital, ya tranquila con su niña. La miraba con ternura, cuando de repente, oyó ruidos en el pasillo, una fuerte discusión con la enfermera… Instantes después, se abrieron las puertas de la habitación y, al reconocerlo, se quedó paralizada." 

Irene Almagro Montes 

"Qué difícil fue enamorarte aquella tarde de primavera, cuando caminabas junto a tus amigas, por el parque; pero, sin embargo, qué fácil fue perderte aquella noche en nuestra casa, después de aquella maldita conversación."    

Jonatan Gómez Sojo 

Han conseguido sorprenderme, igualmente, con un final inesperado: 

"¡Qué recuerdos tengo del día de mi boda! ¡Qué felicidad! Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. ¡Cómo llegamos a la iglesia separados! ¡Cómo esperé ansioso su llegada en el altar ¡Cómo la vi aparecer, como un ángel, vestida de blanco! Estaba preciosa. Éramos felices. Ella era bellísima, encantadora… Y la quería mucho. ¿Por qué demonios lo hice?" 

Ángela Alguacil García 

O, en un ejercicio de síntesis, que recuerda a Augusto Monterroso, han logrado reducir la historia  y depurarla hasta dejar lo que es absolutamente necesario: 

"Yo tenía la mejor vida de todas, pero por decir “sí, quiero” me la arruiné." 

 José Antonio Murillo García 

Algunos de estos microrrelatos han sido seleccionados para representar a nuestro centro en el III Concurso de Literatura Hierbreve, concocado por el Centro de Profesores de Córdoba, con el lema "Contra la violencia hacia las mujeres".

RECONOCER LOS ERRORES

Hoy me he levantado con el firme propósito de que mis alumnos del PCPI leyeran lo que escribí ayer sobre su comportamiento inadecuado. Mientras llegaba el momento de reencontrarme con ellos, he estado corrigiendo el último trabajo que me entregaron: redactar una carta de amistad. Habíamos quedado en que le contarían a un destinatario elegido por ellos cómo es la vida en el instituto, y la verdad es que casi todos me han sorprendido gratamente por el rigor con el que han encarado el trabajo. Desde el punto de vista formal: aceptable presentación, buena construcción de la frase y variedad léxica; en cuanto al contenido: lealtad hacia sus compañeros, reconocimiento de la labor del profesorado y crítica constructiva y respetuosa. El único aspecto negativo: las faltas de ortografía, aunque la mayoría de los que las han cometido me han reconocido después que no revisaron la carta, antes de entregármela. 

La sensación agridulce de ayer ha dado paso a la satisfacción de hoy. Además, los alumnos me han demostrado con su comportamiento en la clase y con sus intervenciones en el blog que son capaces de reconocer sus errores. Por ahí, se empieza.

A ÚLTIMA HORA DE LA MAÑANA

Esta mañana, a última hora, he tenido clase con mis alumnos de 2º del PCPI. Al cabo de 10 minutos, aproximadamente, he logrado que todos estuvieran sentados en sus pupitres. Les he propuesto elaborar un microrrelato, término del que ninguno de ellos había oído hablar, aunque entre todos dedujimos que podía tratarse de un relato pequeño o resumido.  

Para aproximarnos a este subgénero literario, tan de moda hoy día, accedimos a un archivo, dentro del Wiki del Ámbito de Comunicación, donde se explican las principales características del mismo. Esta operación nos llevó, aproximadamente, otros 10 minutos, quizá 15, porque el Open Office es muy lento. Les propuse que fueran ellos los encargados de leer en alto la introducción; pero, la verdad, es que no resultó nada fácil, pues a las dificultades de los alumnos que iban leyendo, se añadió la actitud de poca colaboración de buena parte de  la clase: unos charlaban animadamente con el compañero; otros se reían sin parar, porque todo aquello les parecía muy divertido; un alumno, sentado en el último pupitre, accedía a otras páginas de Internet, pensando que yo no me daba cuenta; y en fin tampoco faltaban los que se entretenían mirando por la ventana el deambular de los alumnos de Educación Física.  

Tardamos en leer la introducción a los microrrelatos, que ocupa la carilla de un folio, aproximadamente 20 minutos.  Durante la lectura, surgieron dudas sobre el significado de algunas palabras, que yo preferí buscaran en el diccionario de la RAE, a través de Internet, para que investigaran ellos mismos, construyendo así su propio conocimiento. Les advertí de que no se trataba de copiar la primera acepción que se encontraran, sino de aplicar las distintas acepciones al contexto donde aparecían las diferentes palabras, hasta dar con la adecuada. Pero surgió otra dificultad añadida: los significados que vienen en nuestro diccionario no son fáciles de entender y menos de memorizar, especialmente el de algunas palabras. Así, por ejemplo, “enigma” es definido por los académicos como “dicho o conjunto de palabras de sentido artificiosamente encubierto para que sea difícil entenderlo o interpretarlo” o “concisión” que aparece como “brevedad y economía de medios en el modo de expresar un concepto con exactitud”. Salvamos la dificultad recurriendo a dos sinónimos, que perfectamente podían incorporar los alumnos a su caudal léxico: “misterio” y “sencillez” respectivamente.   

Cinco minutos antes de tocar el timbre, como se oían murmullos en el pasillo, decidieron dar por concluida la clase, sin contar conmigo, aunque, a duras penas, pude escribir en la pizarra 5 palabras más para que las buscaran en casa. 

Recogí mis cosas y, mientras me dirigía al aparcamiento del instituto, experimenté una sensación agridulce: por un lado, estaba convencido de que los alumnos habían aprendido varios términos nuevos, aunque tenía mis dudas de que los relacionasen con los microrrelatos; pero, por otro lado, la actitud de buena parte de ellos dejaba bastante que desear. Ignoro si porque era la última hora y estaban cansados o porque su interés por los estudios, por conseguir el título de ESO es escaso. En fin, mañana será otro día.